Capítulo 10: El Juicio de las Almas

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El grupo se detiene en un claro rodeado de árboles retorcidos que parecen moverse en sincronía con las sombras. En el centro del claro, una enorme roca negra se eleva, cubierta de inscripciones antiguas en un idioma olvidado. Aiden, sin embargo, siente una atracción extraña hacia la roca. Como si algo o alguien lo estuviera llamando, se acerca a ella y toca una de las inscripciones. En ese instante, el suelo comienza a temblar.

Un portal se abre frente a ellos, una grieta en el espacio que emite una luz cegadora. Aunque Evelyn y Marcus intentan detenerlo, Aiden no puede evitar ser arrastrado hacia la grieta. Los tres son absorbidos por la fuerza del portal y caen en un vacío interminable, perdiendo el sentido de la orientación y del tiempo.

Al despertar, se encuentran en un paisaje completamente diferente: un vasto desierto gris, donde el cielo está cubierto por nubes oscuras que parecen moverse de manera antinatural. A lo lejos, ven una estructura imponente, un templo gigantesco que parece construido con huesos y piedra oscura. Aiden, aún confundido, siente una presencia poderosa que los observa desde el interior del templo.

El grupo camina hacia el templo, sintiendo que no tienen otra opción. A medida que se acercan, un frío indescriptible invade sus cuerpos. No es el tipo de frío físico, sino una sensación de vacío, como si sus almas estuvieran siendo drenadas de vida con cada paso. A medida que avanzan, notan que el terreno a su alrededor está lleno de figuras espectrales. Estas almas vagan sin rumbo, perdidas en su sufrimiento eterno, condenadas a errar sin descanso.

Al entrar en el templo, se encuentran en una vasta sala circular. En el centro de la sala, hay un altar de piedra negra, y frente a él, una figura encapuchada con un manto oscuro que parece absorber la luz a su alrededor. Esta figura, conocida como el Juez, es el guardián del Umbral del Juicio. Con una voz profunda y resonante, el Juez les informa que han llegado al lugar donde las almas son juzgadas por sus acciones y sus pecados. Aquí no hay escapatoria. Cada uno de ellos será sometido a su propio juicio personal, y su destino dependerá de si pueden enfrentar los demonios de su pasado.

El primero en ser llamado al juicio es Aiden. La figura encapuchada señala hacia él, y en un instante, Aiden se encuentra separado de sus compañeros. La sala se disuelve a su alrededor, y es transportado a un lugar familiar: su hogar de la infancia. Sin embargo, el ambiente está distorsionado. Las paredes están cubiertas de sombras, y las voces de su pasado resuenan en el aire, acusándolo de sus errores y fracasos.

Aiden se enfrenta a la visión de su padre, quien murió en circunstancias misteriosas cuando él era joven. El dolor y la culpa por no haber podido salvarlo lo han atormentado durante años. La figura de su padre lo acusa de haberlo abandonado, de haber sido débil y cobarde. Aiden, temblando, intenta defenderse, pero las palabras de su padre cortan como cuchillas. Las sombras que lo rodean se arremolinan, tomando la forma de criaturas monstruosas que se alimentan de su miedo y desesperación.

Aiden se ve obligado a enfrentarse no solo a la culpa que ha llevado durante toda su vida, sino también a la realidad de que ha estado huyendo de sus propios miedos. Las criaturas lo atacan, pero en un momento de claridad, Aiden se da cuenta de que solo podrá derrotarlas si acepta la verdad de lo que ocurrió. Con lágrimas en los ojos, se enfrenta a la figura de su padre y, en lugar de huir o defenderse, admite su dolor, su miedo y su culpa. Al hacerlo, las sombras que lo rodean comienzan a disiparse. El juicio de Aiden termina cuando acepta que no puede cambiar el pasado, pero puede aprender de él y seguir adelante.

A continuación, es el turno de Evelyn. La figura encapuchada la llama, y de inmediato es transportada a un lugar oscuro y vacío. A diferencia de Aiden, Evelyn no es llevada a un lugar de su pasado, sino que se encuentra frente a un espejo gigante. Al acercarse al espejo, ve su propio reflejo, pero algo está mal. Su reflejo sonríe de una manera siniestra, como si fuera una versión distorsionada de sí misma.

El espejo comienza a mostrarle imágenes de su vida, momentos en los que tomó decisiones egoístas o hirió a otras personas. Evelyn siempre ha sido la más optimista del grupo, la que trata de mantener la esperanza viva, pero el espejo le muestra que su positividad a menudo fue una máscara para ocultar sus inseguridades. Vio cómo su necesidad de ser la "luz" del grupo la llevó a ignorar sus propios sentimientos y a forzar una falsa sonrisa, incluso cuando estaba rota por dentro.

El espejo le habla, con una voz suave pero maligna, diciéndole que es una hipócrita, que su luz es una mentira. Evelyn intenta romper el espejo, pero cada vez que golpea el cristal, su propio reflejo se ríe de ella. Finalmente, se da cuenta de que no puede destruir lo que es parte de ella. La única manera de superar el juicio es aceptar que tiene sombras dentro de ella, y que está bien no ser perfecta. Al hacerlo, el espejo se rompe por sí solo, liberándola del juicio.

El último en ser llamado es Marcus, el guerrero del grupo, siempre frío y calculador, que ha preferido ocultar sus emociones detrás de una armadura de dureza. El Juez lo mira fijamente antes de transportarlo a su propio juicio.

Marcus se encuentra en medio de un campo de batalla, rodeado de los cuerpos de aquellos que alguna vez consideró aliados. A su alrededor, el sonido del metal chocando y los gritos de los moribundos llenan el aire. Está armado, pero nota que la sangre cubre sus manos. Frente a él aparece una figura encapuchada, que le recuerda las innumerables veces en las que sacrificó a otros para ganar ventaja en una batalla. Esta figura no es un enemigo, sino la representación de las personas a las que traicionó, aquellos que confiaron en él y pagaron con sus vidas.

El juicio de Marcus no se basa en las decisiones estratégicas que tomó en el campo de batalla, sino en su capacidad de reconocer la humanidad detrás de cada alma que perdió. Durante años, se ha distanciado emocionalmente para evitar el dolor, pero en este lugar no puede huir. La figura lo confronta, obligándolo a ver cada uno de los rostros que él trató de olvidar. Marcus, al principio, intenta justificar sus acciones, pero pronto se da cuenta de que la culpa lo ha estado consumiendo lentamente.

Finalmente, se arrodilla ante la figura encapuchada y pide perdón, no a ellos, sino a sí mismo por haberse permitido convertirse en una máquina de guerra sin alma. Con esa aceptación, las imágenes de muerte y batalla desaparecen, y el juicio de Marcus llega a su fin.

Con los tres juicios completados, el grupo es reunido nuevamente en la sala del templo. El Juez los observa en silencio antes de emitir su veredicto. Aiden, Evelyn y Marcus han enfrentado sus demonios internos y han sobrevivido. Han sido probados no por su fuerza física, sino por su capacidad de confrontar las verdades más dolorosas de sus vidas. Aunque el camino aún será difícil, el Juez les concede una advertencia: aquellos que han superado el Juicio de las Almas están destinados a un destino más grande, pero también más peligroso. Las sombras los seguirán, y el verdadero desafío aún está por venir.

Con esa advertencia, el Juez levanta una mano, y el portal se abre una vez más. El grupo, ahora fortalecido por sus revelaciones personales, atraviesa el umbral, sabiendo que la batalla contra las sombras será más intensa que nunca. Pero esta vez, están más preparados, no solo físicamente, sino emocionalmente, para lo que está por venir.

Susurros del Angel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora