Capítulo 6: Los Susurros de la Oscuridad

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El Santuario de la Luz había proporcionado a Aiden y Nathaniel un fragmento de esperanza en forma de cristal resplandeciente. Pero mientras descendían de la montaña, el frío y la oscuridad se cernían sobre ellos, como una cortina opaca que se desplegaba para recibirlos. La sensación de seguridad que habían sentido en el santuario pronto se desvaneció, reemplazada por un sentimiento de inquietud que se arrastraba a lo largo de sus espinas dorsales. Era como si la oscuridad misma estuviera esperando pacientemente, preparándose para lanzarse sobre ellos con renovada ferocidad.

La caída de la noche había traído consigo un manto de silencio perturbador. El aire estaba cargado de una atmósfera pesada, casi palpable, que se adhería a la piel de Aiden y Nathaniel como una segunda capa. Mientras avanzaban por el sendero que se había vuelto aún más traicionero durante su descenso, sus sentidos estaban al máximo, atentos a cualquier indicio de que las sombras que habían enfrentado anteriormente pudieran estar cerca.

—¿Puedes sentir eso? —preguntó Nathaniel, su voz baja y tensa.

Aiden asintió, sus ojos escudriñando las sombras que se movían al borde de su visión. No era solo la sensación de ser observados, sino un susurro casi imperceptible que parecía venir de todas partes a la vez. Era como si las sombras tuvieran una voluntad propia, intentando comunicarse a través del murmullo constante y desconcertante que llenaba el aire.

El sendero se torcía y giraba, y aunque habían marcado su ruta, la noche parecía haberse transformado en un laberinto de sombras que se movían y cambiaban con cada paso que daban. Los árboles, que en otro momento habrían sido un simple fondo de la escena, ahora parecían encorvarse hacia ellos como si fueran seres vivos deseosos de atraparlos. Cada crujido en la oscuridad parecía una amenaza, cada sombra una presencia esperando para devorarlos.

Finalmente, llegaron a un claro en el bosque, donde la luna llena proyectaba una luz espectral sobre un viejo edificio en ruinas. El lugar estaba rodeado de una valla caída y había un aura de abandono que parecía hacer eco de la misma oscuridad que se cernía sobre ellos. El edificio, una antigua mansión con paredes desmoronadas y ventanas rotas, parecía una cáscara vacía de lo que había sido una vez. La mansión estaba envuelta en un espeso velo de niebla, que se arrastraba lentamente a lo largo del suelo como una marea fantasmal.

—Este debe ser el lugar —dijo Aiden, susurrando mientras se acercaban a la entrada. La sensación de inquietud aumentaba con cada paso que daban.

Cuando llegaron a la entrada principal, notaron que las puertas de madera estaban medio abiertas, y al empujarlas, un chirrido agudo y desalentador resonó en la noche. Dentro, la mansión estaba sumida en la oscuridad total, interrumpida solo por las escasas filtraciones de luz que se colaban a través de las grietas en las paredes y los techos derrumbados. Aiden encendió una linterna, y su luz cortó la oscuridad, revelando un vestíbulo grande y desolado, con muebles cubiertos de polvo y telarañas.

—Esto se está poniendo peor —murmuró Nathaniel, mientras observaba las sombras danzantes que proyectaba la linterna en las paredes.

Las sombras parecían tener una vida propia, estirándose y retorciéndose de maneras extrañas, como si intentaran comunicarse con algo más allá de la comprensión humana. Aiden se obligó a no mirar demasiado de cerca; sabía que la visión prolongada podría ser peligrosa. Mientras avanzaban por el vestíbulo, el suelo crujía bajo sus pies, y la sensación de frío se intensificaba.

—Debemos encontrar el núcleo de esta oscuridad —dijo Aiden, tratando de mantener el enfoque mientras se adentraban en la mansión. La intención de Aiden era encontrar un lugar que pudiera ser el origen de los susurros y la sensación de maldad que se filtraba en el aire.

Susurros del Angel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora