Capítulo 19: El Sacrificio Final

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El aire estaba cargado de una quietud inquietante, una calma antes de la tormenta final. La batalla contra Azazel había dejado profundas cicatrices en la Tierra y en el espíritu de quienes habían sobrevivido. Sin embargo, el conflicto aún no había concluido, y Aiden, Evelyn, Marcus, y los pocos aliados que quedaban sabían que el verdadero final estaba por revelarse. La derrota de Azazel había sido solo un paso hacia la resolución del conflicto, pero la verdadera amenaza aún acechaba, y con ella, la necesidad de un último sacrificio: uno que lo cambiaría todo.

Evelyn, ahora completamente en su forma espiritual, se encontraba a menudo en un estado de conexión profunda con fuerzas más allá de su comprensión humana. Desde el plano espiritual, podía sentir cómo las energías del Cielo y el Abismo seguían en una tensa pugna, luchando por el control de lo que quedaba del mundo. A través de una visión devastadora, comprendió el precio que debía pagarse para restaurar el equilibrio.

En su visión, veía una figura luminosa que se asemejaba a ella misma, envuelta en una luz radiante y rodeada por sombras. La figura se acercaba a un portal, más allá del cual se encontraba la verdadera esencia del poder de Azazel, sellada durante eones. Sin embargo, al cruzar el umbral, la figura se desvanecía en la luz, entregándose al poder divino, mientras las sombras retrocedían y el mundo comenzaba a sanar.

Despertando de su visión, Evelyn comprendió el verdadero significado: para sellar definitivamente a Azazel y cerrar la puerta entre los planos, alguien debía sacrificarse. Su espíritu, ahora unido a lo divino, sería el último vínculo necesario para completar el ritual. No obstante, esto significaba que no habría retorno; su esencia se uniría a la eternidad, y desaparecería para siempre del mundo terrenal.

Evelyn compartió su visión con Aiden y Marcus, quienes la escucharon en silencio, el peso de la revelación sobrecogiéndolos. Aiden, quien había crecido junto a Evelyn y había compartido sus luchas, no podía aceptar fácilmente su destino. La idea de perder a Evelyn para siempre lo desgarraba por dentro. Sin embargo, entendía que era la única opción. Con Azazel sellado, pero no destruido, el equilibrio era frágil, y solo un sacrificio tan grande como el de Evelyn podría restaurar el orden.

El grupo, agotado por los interminables conflictos, se reunió en el Santuario de la Luz, el último lugar sagrado donde el ritual podría llevarse a cabo. Este santuario, oculto durante milenios en las montañas, estaba lleno de antiguos símbolos celestiales y runas arcanas que resonaban con un poder casi palpable. La atmósfera allí era solemne, impregnada de la energía residual de incontables rituales y sacrificios realizados a lo largo de los siglos.

Mientras preparaban el ritual, el Santuario parecía cobrar vida. Las paredes brillaban tenuemente, como si respondieran al llamado de lo que estaba a punto de suceder. Aiden y Marcus trabajaron en silencio, ayudando a Evelyn a establecer los elementos necesarios para el sacrificio final. Sin embargo, las palabras no eran necesarias; el peso de la despedida inminente llenaba el espacio entre ellos.

Para Aiden, el peso de lo que estaba por suceder se hacía insoportable. A lo largo de la historia, él había sido el protector de Evelyn, su confidente, su aliado. Había visto cómo el mundo se desplomaba a su alrededor y, aún así, siempre había creído que, juntos, podrían superar cualquier obstáculo. Pero ahora, en este momento, debía enfrentarse a la realidad de que perdería a Evelyn de una manera irrevocable.

La duda lo asaltaba. ¿Realmente no había otra manera? ¿Estaban condenados a perder a Evelyn para siempre? Su corazón le decía que debía luchar por otra solución, pero su mente sabía que el sacrificio de Evelyn era el único camino. Mientras la noche caía sobre el Santuario, Aiden se alejó del grupo, buscando un momento de soledad.

Allí, en la oscuridad, la figura de Miguel, el arcángel, apareció ante él. Miguel, severo y radiante, le recordó a Aiden que los sacrificios son necesarios para restaurar el orden cósmico. "El destino de este mundo no depende solo de ti, sino de todos aquellos que lo han protegido desde el principio", le dijo. Aiden comprendió que, aunque su dolor fuera inmenso, el destino de millones de almas dependía de este último acto.

Cuando todo estuvo listo, Evelyn se acercó al centro del santuario, rodeada por los símbolos luminosos del poder celestial. Sus ojos brillaban con una calma sobrenatural, sabiendo que su destino estaba sellado. Aiden, Marcus, y los demás observaban en silencio, sintiendo la gravedad del momento.

Evelyn comenzó a recitar las palabras del antiguo ritual, su voz resonando en el aire como un eco divino. Las runas en las paredes del Santuario comenzaron a brillar con más intensidad, y una energía cálida se levantó desde el suelo, envolviendo a Evelyn en un resplandor dorado. La tierra temblaba bajo sus pies, como si el mundo mismo respondiera al poder que estaba siendo desatado.

Mientras el ritual avanzaba, Azazel, aún atrapado en su prisión, sintió lo que estaba sucediendo. A través de las grietas en su prisión, sus sombras intentaron infiltrarse en el Santuario, buscando detener el sacrificio. Sin embargo, las barreras divinas, reforzadas por el poder de Evelyn y sus compañeros, impidieron que las sombras penetraran el lugar sagrado.

A medida que las sombras golpeaban las paredes invisibles del Santuario, Evelyn cerró los ojos, concentrándose en el último paso del ritual. Sabía que este era el momento decisivo. Con un suspiro profundo, entregó su espíritu al poder del sacrificio.

En el instante en que Evelyn completó el ritual, el Santuario fue bañado en una luz cegadora. Aiden, Marcus y los demás sintieron una paz abrumadora, una sensación de equilibrio que no habían experimentado en mucho tiempo. El poder de Azazel, aunque aún presente en el mundo, fue finalmente contenido. La puerta entre los planos fue sellada, y las fuerzas del Cielo y el Abismo quedaron atrapadas en sus respectivos reinos.

Evelyn, sin embargo, había desaparecido. Su esencia, ahora unida a las energías cósmicas, se disolvió en la luz. Aiden sintió una mezcla de alivio y profunda tristeza. Sabía que habían ganado, que el sacrificio de Evelyn había salvado el mundo. Pero el vacío que dejó en su corazón era inmenso. No había palabras que pudieran consolarlo, y aunque entendía la magnitud del acto de Evelyn, el dolor de su pérdida era un peso que llevaría por el resto de su vida.

Con la guerra terminada y el equilibrio restaurado, Aiden y Marcus regresaron al mundo, que aún se recuperaba de las cicatrices del conflicto. Aunque habían perdido a Evelyn, su legado perduraría en el mundo que había salvado. Los sobrevivientes comenzaron a reconstruir sus vidas, y poco a poco, la esperanza comenzó a florecer una vez más en la Tierra.

Aiden, ahora cambiado por todo lo que había vivido, dedicó su vida a honrar el sacrificio de Evelyn. Aunque el dolor de su pérdida nunca desaparecería, él comprendía que la paz que había ganado era un regalo que debía proteger. Marcus, por su parte, se convirtió en un protector silencioso, vigilando el mundo desde las sombras, asegurándose de que nunca más se repitiera una tragedia como la que habían vivido.

El nombre de Evelyn, susurros entre los cielos y la tierra, se convirtió en símbolo de sacrificio, amor y redención. El sacrificio final había salvado al mundo, y aunque las heridas tardarían en sanar, el legado de luz que dejó permanecería por siempre en el corazón de quienes vivieron para contarlo.

La historia de Evelyn, Aiden, Marcus, y la Guerra de los Cielos había terminado, pero sus ecos resonarían por la eternidad.


Las cosas se pondrán más interesante en el próximo capítulo. Si quieres asegurarte de no perdértelo, deja tu voto y cuéntame en los comentarios qué crees que pasará. Además, si tienes una novela, ¡me encantaría descubrirla! Déjame tu link.

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