El Cartel de Luna 🌙

24. La bañera

Salgo de la casa como poseída por mis emociones y me acerco a ellos.

Camino en dirección a ellos pero ellos ni notan mi presencia lo cual me enoja aún más.

No entiendo que hace aquí, si su padre está muerto.

—Buongiorno Mr Increíble.

Le doy los buenos días con la sonrisa más falsa que tengo, Giovanni me mira a la expectativa, termino de acercarme a él y con mi mano izquierda mostrando mi anillo de diamantes rosados, acaricio el pecho de Giovanni por encima de su ropa, hasta llegar a su barbilla y lo atraigo a mi para besarlo.

Giovanni me rodea la cintura con un de sus brazos y me corresponde el beso como siempre, lo aparto un poco y me mira con esa sonrisa hermosa.

—Ciao Bellissima...—me deja pegada a su cuerpo, y aunque sigo un poco enojada, lo permito solo porque ver la cara de Estrella enojada vale el precio—Que bueno que estás aqui, le estaba explicando a mi futura cuñada que no puede estar en este lado de la propiedad.

—Gian Marco ha dicho que yo puedo ir a dónde yo quiera siempre y cuando no salga de aquí—habla la rubia, su cara se ve demacrada, se ve que ha llorado y no ha dormido—Asi que tú no me puedes prohibir nada Gio.

—Señor Zannier—ataco.

—¿Que?—ella me mira como si fuera una tonta que no sabe lo que dice.

—No es Gio, ni Giovanni, para ti es el señor Zannier—aclaro—No quiero que vuelvas a dirigirte a mi querido esposo por su nombre mucho menos por algún diminutivo.

Ella se ríe.

Es que le hace gracia a la muy estúpida.

—No seas ridícula Bettina, Giovanni y yo tenemos historia, no pretenderas que lo voy a tratar...

—Señora De Luna—la interrumpo mirandole a los ojos intimidando—O Señora de Zannier para ti, no somos amigas, y no me importa su historia pasada, mi esposo no permite que nadie en esta casa lo llame por su nombre excepto yo y mucho menos permite que me llamen por mi nombre, así que ubícate tú o lo haré yo.

—No soy cualquier persona, sere parte de esta familia también, Giovanni no voy a llamarte así—esta ofendida y busca apoyo en el pelinegro.

—Si vives en esta casa y no tienes dinero eres un empleado más—responde Giovanni mirandola—Asi que haz lo que dice mi mujer, todo lo que diga mi mujer es la ley.

Me quedo pasmada, no esperaba oír eso de Giovanni y mucho menos esperaba decirle algo así a Estrella, jamás he tratado mal a nadie, ni siquiera a Jasira que tantas veces me amargo la existencia.

Creo que vivir aquí está sacando mi lado más hostil, una personalidad que ni siquiera sabía que tenía.

—Es gracioso que ahora hagas esto—mira a mi esposo—Te deben estar pagando tanto por esta alianza matrimonial, antes nadie te decía que hacer Giovanni, eras capaz de matar a cualquiera que se atravesará en tu camino, y ahora te doblegas ante una mujer que no siente ni el más mínimo afecto, ni respeto por ti, eso sí es caer bajo, y estoy segura de que tú tampoco sientes nada por ella, hace poco más de un mes estabas besandote conmigo en tu propia cena de compromiso—me mira desafiante—Si tú no hubieras aparecido estaría yo ocupando tu lugar.

Me hierve la sangre de la molestia.

No entiendo porque me afecta tanto, yo sabía todo eso, es solo la manera en que intenta restregarme en la cara que ella estuvo con Giovanni mucho antes que yo es lo que me molesta.

—Tu me besaste Estrella, te lo recuerdo, y no me importa lo que pienses de mi o mi relación o lo que pienses en absoluto, tampoco tengo que demostrarte nada, pero estoy en todo el derecho de exigirte que no vuelvas a poner un pie en este lado de la propiedad... Te recuerdo que aún no tienes el favor de mi padre y que tú permanencia aquí dependera de tu comportamiento, si no quieres terminar como tú padre obedece de una puta vez.