29. La Profecía ❤️‍🔥

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Miro a Giovanni encima de mi.

Sus ojos azules me devoran, me aferro a su cuerpo.

Me está haciendo suya, gimo su nombre.

Miro a mi alrededor y veo la playa, el establo está al fondo de nuestra casa en la bahía.

Giovanni, me besa, y yo no puedo contenerlo más.

—Te quiero—lo miro a los ojos y el parece confundido al oírme—Te quiero Giovanni .

...

Abro mis ojos.

Dios, estaba soñando.

Y que clase de sueño.

Miro a mi alrededor aún está oscuro, no ha amanecido aún, es que nos dormimos temprano.

Gio está a mi lado, dormido boca arriba y las sábanas lo cubren a penas de la cadera hacia abajo.

Joder. Que sueño.

Y se ha sentido tan real, me ha dejado encendida, hasta estoy sudando, y el hombre casi desnudo a mi lado no esta colaborando con los pensamientos indecentes.

Me acomodo quedando de lado, así puedo mirarlo.

Veo su brazo lleno de tatuajes y jamás había tenido tiempo de detallarlos, tiene muchos elementos.

Hay un gladiador, tan bien hecho, y en el fondo de él se ve una parte del Coliseo romano, hay un gladiador más pequeño luchando contra un león, más abajo, en su brazo hay un reloj y una balanza, en la balanza hay un serpiente enredada, tiene un pequeño texto que dice: Jeremias 17:5.

En su antebrazo tiene tatuada una venus de botticelli, y debajo de ella una Luna, brillante y con muchos detalles.

Veo el nombre de su madre cerca de su muñeca.

Son demasiados tatuajes pero todos son preciosos, muy bien hechos.

Estoy segura de que tiene más, le he visto un par en su otro brazo y alguno en su pierna.

Levanto la mirada para ver su cara y me doy cuenta de que me está mirando.

Ciao Bella—me sonríe.

—¿Te desperté?—el niega.

—¿Te divertías viendo mis tatuajes?—yo me sonrojo, me descubrió.

—Un poco—miro su cuerpo y veo la sabana levantada más abajo de su cadera.

—Eso es normal, por las mañanas—dice sin ningún tipo de vergüenza—Solo ignoralo.

—Yo no dije nada—me sonrojo.

—Pero lo pensaste—lo miro a los ojos—¿Como dormiste?.

—Bien, ¿y tú?—subo mi manos por su pecho hasta su cuello.

—He descansado—me mira los labios—¿Te puedo dar un beso de buenos días?.

Yo niego con una sonrisa y el se acerca igual.

Yo acorto la distancia, y nos besamos, Giovanni me toma con su brazo y me atrae más a él, puedo besarlo mejor, baja su mano a una de mis nalgas.

Y me invaden los recuerdos de mi sueño.

—Gio—gimo contra sus labios, ni siquiera me está tocando y ya estoy entregada a él.

Dejaría que haga conmigo lo que quiera

—¿Que quieres mi amor?—me mira, yo no soy capaz de responder.

El me regresa a mi posición anterior, acostada a su lado, me mira esperando una respuesta pero yo no me atrevo a hablar.

El Cartel de Luna 🌙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora