25. La habitación

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Giovanni me lleva a la cama, ambos estamos empapados pues acabamos de salir de la bañera.

Se sienta en la cama de mi habitación dejándome sentada sobre el.

Me mira a los ojos y no entiendo porque siento estas cosquillas en el estómago cuando el me mira así.

Este hombre me ha dicho que ha matado personas, que su trabajo es ilegal. Hasta existe la posibilidad de que solo me quiera por mi dinero y aún así, yo estoy aquí, dejando que me haga lo que quiera, que me toque, que me bese a su antojo.

Antes una vida lejos de él y era todo lo que podía desear, pero ahora no quiero que sus brazos me suelten, y quiero que me complazca de todas las maneras posibles.

Le rodeo el cuello con mis brazos y el sonríe, sonríe de verdad antes de besarme.

Acaricia mis pechos como si tuviera todo el tiempo del mundo, como si no quisiera que el tiempo pasara.

—Hazme lo que tú quieras—me habla con esa voz.

Gracias a Dios no lo ha dicho en Italiano.

Me sonrojo, mis mejillas arden, queman.

No podría, me da tanta vergüenza.

—No tengo tanta experiencia—admito.

—Sal de tu zona de confort, nunca sabrás que es lo que te gusta si no lo descubres—me mira los labios mientras me habla.

—Me gusta como tú me tocas—digo con el tono de voz mas bajo que consigo, aunque de lo cerca que estamos Gio podría escuchar hasta mis pensamientos.

Una sonrisa se dibuja en su rostro.

Lleva su mano a mi entrepierna y comienza a tocarme.

—¿Así?—habla contra mis labios sin apartar sus manos—¿Te gusta cuando te toco así?.

Yo asiento.

Junto mis labios con los suyos y unos segundos más tarde el se separa, sin dejar de tocarme.

—A mi también me gustaría sentir tus manos sobre mi piel—me habla al oído erizandome.

—No sé cómo hacerlo...

—Lo importante no es que sepas hacerlo, lo importante es: ¿Quieres hacerlo?.

Yo asiento con algo de timidez.

El pone toma una de mis manos libres la lleva hasta su miembro, que está duro y caliente.

Nunca había tocado a nadie, mis manos tiemblan un poco, es muy grande mis manos pequeñas no logran rodearlo por completo y es largo, es extraño sentir con mi mano lo que solo había tocado mi coño y el me enseña como hacerlo, su mano sobre la mía marcando el ritmo y la presión.

Miro su cara, el placer se refleja en esos ojos, está caliente, duro y pegajoso por mi reciente orgasmo.

Muevo mi mano sin ninguna dificultad y cuando quiero darme cuenta su mano ya no está junto a la mía, lo estoy haciendo yo sola, el se apoya sobre el colchon sus manos detrás de él y me mira.

Me mira y siento en su mirada el placer que le estoy dando, gime suavecito y su respiración está entrecortada.

—¿Te gusta?—pregunto...

—Si, sigue así preciosa.

Sus palabras me dan valor, es que me intimida un poco hacer esto, imagino que Giovanni ha estado con tantas chicas que de seguro sabían lo que hacían y ahora está aquí, atrapado conmigo.

—¿Lo estoy haciendo bien?.

—Perfecto—su voz sale más como un gemido—No te cohibas, haz lo que quieras conmigo, si quieres tocarme hazlo, si quieres besarme, si quieres montarme... Hoy eres dueña de mi placer.

El Cartel de Luna 🌙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora