Hora nueve. 3:00 A.M.

1.3K 93 11
                                    

"Va a ser malo, ¿Verdad?" preguntó Orm.

"Oh, a mí me parece que va a ser muy bueno". Ling estaba radiante. "Te reto a terminar el baile que me ibas a hacer antes".

"Ay Dios. ¿En serio?"

"Es lo justo. Al fin y al cabo, Jakarin pagó por él".

"¿Y no te parece que ya has conseguido conmigo el dinero que invirtió?"

Ling negó con la cabeza.

"Nada de eso. Llegué a ver esos pechos tan maravillosos, pero te pusiste los tejanos antes de que tuviera tiempo de contemplar el resto de tu cuerpo. ¿De dónde has sacado que el regalo de cumpleaños está completo?"

Señaló el iPhone de Orm que estaba en el otro extremo del ascensor.

"La música ya la tienes".

El rostro de Orm adquirió un tono ruborizado de lo más interesante.

"No va a ser fácil bailar en tu regazo si estás sentada en el suelo". Sacó la lata de crema batida de la mochila con una sonrisa desafiante. "Usaré esto también".

Ling se humedeció los labios. La sola idea hacía que la cabeza le diera vueltas.

"¿Qué tal si la dejamos para luego?"
«Preferiría besarte antes.»

"Muy bien". aceptó Orm.

Parecía que la idea del baile cada vez le gustaba más. Dejó la lata a un lado, se puso en pie, se quitó los zapatos y los dejó en una esquina.

"¿Así que solo quieres quedarte ahí sentada?"

Ling asintió satisfecha. "Y mirar".

"Y mirar". murmuró Orm. "Claro".

Cogió el iPhone y le ajustó el volumen. La música empezó a sonar y Orm comenzó a mover las caderas al ritmo de la melodía. Apoyó el teléfono en la pared, se subió la camiseta hasta justo por debajo de los pechos e inició una danza sensual. Se notaba tranquila y demostraba confianza. Mantuvo las manos sobre el dobladillo de la camiseta color vainilla mientras se lo subía y se lo bajaba durante el baile. Aveces se llegaba a entrever la parte inferior de sus firmes y deseados pechos, pero nunca alcanzaba a vislumbrar los pezones rosados por los que se derretía Ling. Ahora que se había dado permiso para disfrutar del baile de Orm, tenía que admitir que era lo más erótico que había visto nunca. Hasta le sudaban las manos y todo.

"¿Siempre provocas tanto?" preguntó.

"Siempre". respondió Orm, con una voz dulce como la miel.

Seductora, le arqueó una ceja a Ling y luego se sacó la camiseta. Tras tirarla al suelo, se pasó la mano por la suave y rubia melena, y sonrió. En esta ocasión, Ling contempló las formas de Orm a placer y con algo más que simple curiosidad. Observó abiertamente los pechos femeninos más perfectos que había visto nunca al natural. «Feliz cumpleaños» se deseó. Y le devolvió la sonrisa.

"¿Te gusta?"

Orm se cubrió los pechos con las dos manos, tomándolos con firmeza para apretárselos en un gesto seductor. Ling logró asentir, sin despegar los ojos de las manos de Orm.

"¿Quieres ver más?"

Orm se frotó los pechos desnudos unos segundos y después deslizó las manos sobre su estómago, hasta el botón de los tejanos.

"Por favor". susurró Ling. «Gracias, Jakarin. Eres un hijo de puta, pero te amo»

Con una sonrisa perezosa, Orm se desabrochó el pantalón y se bajó la cremallera con una mano. Luego usó las dos para jugar con la cinturilla del pantalón y provocarla un poco más, subiéndola y bajándola muy lentamente. Su prometedora y sensual mirada era embriagadora.

13 Horas (LingOrm)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora