Hora Ocho. 2:00 A.M.

943 101 24
                                    

"¿Te encendí?" preguntó Orm, con tanta inocencia que a Ling ni se le pasó por la cabeza disimular.

"Sí. ¿Cómo no podría?" respondió con sinceridad. Ser ella misma para variar era arriesgado pero emocionante.

"Te toca". le dijo Orm.

Ling se tomó un segundo para pensarlo. Ah, mierda. ¿Qué era lo que verdaderamente quería saber? Nerviosa y expectante, preguntó.

"¿Qué te gusta? Sexualmente, digo".

Orm sonrió de oreja a oreja.

"Acabaré antes diciéndote lo que nome gusta".

¿Podía haber algo más seductor?

"Tenemos tiempo". afirmó Ling, sorprendida del tono ronco y sugerente de su voz. "¿Qué te gusta de verdad?
¿Cuáles son tus cosas favoritas?"

"Me gusta comérselo a una mujer. Me encanta".

Ling apenas podía respirar, solo de imaginarse a una entusiasta Orm dedicada a ese acto en particular. «Entre mis piernas.» Se permitió disfrutar de la fantasía.

"¿Y qué te gusta que te hagan a ti?" Era imposible que fuera ella. No podía creer que le estuviera haciendo una pregunta tan íntima y explícita a una extraña. Casi le daba miedo preguntarse a sí misma lo que le gustaba. Lo que necesitaba. Ling no estaba segura del momento exacto en que había decidido negar que estar sola para siempre fuera inevitable. Después de tanto tiempo de ignorar sus propios deseos y vivir la vida solo en sus fantasías, no en el mundo real, de repente se sentía dispuesta a aprovechar cualquier oportunidad que pudiera presentarse aquella noche. Era su cumpleaños, así que soltarse sería como un autorregalo. Estaba atrapada en un ascensor con una mujer de espíritu libre, brillante y hermosa, y se sentía feliz, cómoda y dolorosamente caliente. Ya no había nada que hacer, lo único que deseaba era ver hasta dónde llegaría aquello.

"También me gusta que me lo coman". dijo Orm. "¿Buscabas algo más caliente?"

«¿Puede haber algo más caliente?»

Como no estaba dispuesta a desaprovechar la menor oportunidad, Ling asintió vigorosamente.

"Cuanto más caliente, mejor".

"Me gusta..." Orm la miró provocativamente. "Que me azoten".

Ling tuvo que hacer un esfuerzo para no desmayarse ahí mismo.

"¿Que te azoten?"

Orm paseó sus largos y esbeltos dedos por la manta de lana gris y se puso a juguetear con una esquina. Al parecer, tenía que hacer un gran esfuerzo para no sonreír.

"Cuando me follan. O como juegos preliminares, ¿Sabes?"

Las fosas nasales de Ling se llenaron de pura excitación. La mera idea hacía que le faltara el aire.

"¿Quieres decir que te azoten el trasero?"

"No solo en el trasero. Me gusta..." Se tapó la cara con la mano y soltó una risita. "¿Por qué me da tanta vergüenza hablar de esto ahora?"

«A la mierda la vergüenza» pensó Ling.. «Necesito oírlo.»

"¿Dónde más te gusta que te azoten?"

Ojalá tuviera su agenda Franklin para tomar notas.

"En los pechos". Orm se rodeó con los brazos. El gesto le dio un aspecto dolorosamente vulnerable. "Y en mi vagina". murmuró tan bajito que Ling tuvo que acercarse para oírlo. Menos mal que estaba sentada. Ling estaba mareándose.

13 Horas (LingOrm)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora