La cita

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Orm se paseó por el apartamento, nerviosa como una adolescente que estuviera preparándose para un baile, en lugar de la mujer adulta y segura de sí misma que se enorgullecía de ser.

Todavía estaba en ropa interior, porque llevaba media hora tratando de decidir qué ponerse. Uni estaba tumbada en la cama y la observaba con elegancia perruna mientras Orm se dejaba dominar por el pánico. Pensar en Ling hacía que pasara de las ganas terribles de verla al terror absoluto de que las cosas entre ellas hubieran sido un espejismo, y aquellos cambios de humor se sucedían a una velocidad de vértigo.

El fin de semana había sido perfecto. No había otra manera de describirlo. Sencillamente perfecto. Si hubiera podido, Orm se habría quedado con Ling para siempre, y así las dos seguirían en el mundo de fantasía que habían creado. Durante un fin de semana entero, habían sido las únicas personas que existían en el mundo; el sexo había sido toda una revelación, pero la compañía todavía más. Sin embargo, habían tenido que volver al mundo real, y Orm no estaba segura de que pudieran retomar lo suyo donde lo habían dejado. Se paró delante del espejo de su habitación y estudió su rostro inquieto con ojo crítico. Nada tan maravilloso podía durar. Tras haber pasado por dos relaciones fallidas, una de las cuales la había dejado destrozada, Orm había aprendido un hecho indiscutible: la vida iba más allá de una noche en un ascensor, y en cuanto te despistabas te daba una puñalada.

Con un suspiro, Orm se probó otros boyfriends.

"¿Qué me pasa?" le preguntó a Uni. "Y yo que estaba preocupada de que a Ling le diera miedo..."

La pomerania levantó la cabeza y bostezó.

"Para que veas lo poco que me entero de las cosas". Orm volvió a mirarse en el espejo. "¿Crees que le gustará cómo me ajustan el culo estos boyfriends?"

Por supuesto que a Ling le gustaría su trasero. Aquella no era la cuestión. Lo que Orm quería saber era si a Ling le gustaría ella lo suficiente como para abandonar su vida en soledad a largo plazo. Si la respuesta era sí, ¿Estaría ella preparada para otra relación?

Finalmente, Orm decidió que no iba a ser capaz de elegir la camiseta adecuada hasta que le abriera el corazón a su mejo ramiga, de manera que se apartó del espejo y se dejó caer sobre la cama junto a su querida perrita.

"Cuando estábamos metidas en aquel ascensor, yo estaba segura de que las cosas funcionarían". le explicó a Uni, mientras la acariciaba con ternura. "Sabía que estaba asustada, pero pensé... bueno, era normal que estuviera asustada, prácticamente era virgen". Orm cerró los ojos y con una sonrisa evocó aquel sábado por la noche. La primera vez que lo habían hecho en una cama de verdad. De alguna manera, por imposible que pudiera parecer, Ling era la mejor amante que había tenido nunca.

"Te lo juro". murmuró. "Si no hubiera sabido que era casi su primera vez, no me habría dado cuenta para nada".

Uni ladró y Orm lo interpretó como un signo de protesta. "Lo sé, lo sé. No necesitas saber los detalles".

Le rascó la cabeza y volvió al armario. De entre su colección de camisetas, escogió una de sus favoritas: le marcaba los pechos de tal manera que se creía capaz de conquistar el mundo. Cuando Ling la viera, tendrían suerte si lograban llegar al restaurante. La idea hizo que le flaquearan las rodillas, y volvió a sentarse en la cama.

¿Qué diablos estaba haciendo? Orm ocultó el rostro entre las manos y expiró. Estaba en pleno semestre crítico y quedaba poco para los exámenes. Por fin, su sueño de poder ayudar a los animales se había hecho realidad. Y de repente, después de años de lucha, de bailar para pagar las facturas y estudiar en cuanto encontraba un momento de paz, lo único que se le ocurría era lanzarse de cabeza a algo que amenazaba con destruirla por completo. Si no funcionaba, ¿Qué? ¿Sería lo bastante fuerte como para soportar que volvieran a romperle el corazón, sin echar a perder el resto de su vida? ¿Tantas ganas tenía de complicarse la vida enamorándose de Ling?

13 Horas (LingOrm)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora