Hora Díez. 4:00 A.M.

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Ling se perdió en los ojos mieles de Orm. Comprobó la fuerza con que le agarraba las muñecas y tembló cuando Orm se las apretó un poco más.

"¿Me dejarás?" murmuró Orm, y se agachó para mordisquearle el labio inferior. Sin dejarlo escapar, susurró: "¿Hacerte el amor?"

Ling expiró de manera entrecortada. Se alegraba de estar tumbada, puesto que a aquellas alturas estaba segura de que las piernas habían dejado de funcionarle.

"Wow. No me ha costado mucho convencerte".

Orm se retiró un poco y le lamió el labio superior.

"Es que eres muy convincente".

Le soltó una de las muñecas y le acarició la mejilla con el dorso de la mano.

"Confieso que no tengo nada que hacer contra esos ojos almendrados tan preciosos".

Ling sonrió victoriosa.

"Me alegro de haberte seducido".

"Yo también me alegro".

"Tengo veintiocho años". le dijo Ling doblando los dedos bajo la mano que la agarraba de las muñecas, para disfrutar de la sensación de estar atada. "Ya era hora de empezar a tomar decisiones cuestionables en lo que se refiere al sexo".

Orm rió, aunque su mirada era seria.

"¿Crees que esta decisión es cuestionable?"

Ling sonrió ampliamente.

"No, pero sé que en teoría debería serlo".

Orm se mordió el labio y volvió a agarrarle las muñecas a Ling con las dos manos.

"Me prometes que esto no... Es decir, que tú no..."

"No me espantaré". la cortó Ling. "Y aún te respetaré por la mañana".

"Bien, así pues". Orm frotó sus caderas contra las de Ling. "Supongo que no hay razón para que no te arranque la ropa y hacerte mía aquí y ahora".

"Supongo que no". se mostró de acuerdo Ling. "Así que empieza con lo de la ropa".

Orm se echó a reír, pero al cabo de un segundo paró y miró hacia arriba, a algún punto del rincón superior de la cabina del ascensor, con ojos entrecerrados.

"Mierda".

Ling estiró el cuello para ver qué miraba Orm.

"¿Mierda qué?"

"Esto... ¿Crees que funcionará la cámara?"

Ling se sentó de golpe, quitándose a Orm de encima en el proceso. Con la mano apoyada en la manta, observó boquiabierta la cámara de vigilancia instalada junto a la hilera de botones que había encima de la puerta del ascensor. «¿Pero cómo se me puso olvidar ese importante detalle?»

"Eh..." Ling repasó los acontecimientos con el corazón a cien. «Veamos, tenemos... yo tumbada en el suelo con la cabeza en el regazo de Orm; Orm bailando medio desnuda; yo besándome con otra mujer... y mis pechos.» La cabeza le daba vueltas sólo de pensar en convencer a Jay, el guardia de seguridad, de que tenía que darle una cinta potencialmente embarazosa antes de verla.

"Mierda".

Orm percibió el nerviosismo creciente de Ling y le puso la mano en el brazo para calmarla.

"Seguramente no funciona. Si el ascensor no funciona ¿Cómo va a funcionar la cámara?"

«Pues igual que las luces de emergencia.»
Ling estaba cada vez más horrorizada y parecía incapaz de apartar la vista del lente que las observaba desde su posición elevada.

13 Horas (LingOrm)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora