Narradora omnisciente
Los habitantes abrían sus ojos perezosamente. Algunos aún con la almohada pegada a sus rostros, arrastraban sus pies a la cocina o a los baños.
El día era precioso. El sol brillaba, trayendo con él un calor sofocante. Los clarianos ya acostumbrados al clima cálido, se dedicaban solamente a desayunar y disociar un momento antes de empezar con sus rutinas. Algunos como la peli negra y alguno que otro carnicero tenían días especiales, en los que era importante no hablarles durante el desayuno si no querían ganarse alguna mala mirada o comentario fuera de lugar del que más tarde se arrepentirán. Todo esto por no poder dormir bien.
La chica disfrutaba su sopa en completo silencio, ignorando las conversaciones de los demás. El pelirrojo ya se estaba acoplando a los demás, por lo que cada vez se despegaba más de la peli negra, disfrutaba la compañía del novato, pero ya era demasiado sofocante para ella el tenerlo siempre como su sombra.
El grandote por otro lado había tomado una decisión, le daría algo de espacio a la chica para no presionarla, aún así seguiría vigilándola de lejos. Si iba a enamorarla lo haría bien.
En medio de las charlas matutinas, un grito de ayuda se escuchó a los lejos. Un silencio ensordecedor se formó en el lugar. La peli negra y el líder fueron los primeros en tomar la iniciativa de salir corriendo para ver que sucedía.
Pronto los demás los siguieron. Los dos primeros estaban adelante. Cerca de las puertas divisaron al asiático arrastrando algo, más bien a alguien. Ambos ya imaginaban la situación, pero no querían admitirlo, al menos no hasta tenerlo de frente.
Al llegar hasta el asiático, observaron el cuerpo del rubio inconsciente. El peli negro se dejó caer de rodillas totalmente exhausto por haber arrastrado a su hermano fuera del laberinto.
—¿que ocurrió? —preguntó Sartén, quien llegaba junto a los demás.
El líder se había quedado inmóvil. El rubio se encontraba de ojos cerrados, inmóvil. Su ropa estaba más sucia que de costumbre. Su cabello rubio tenía destellos rojos gracias a la sangre, alguna herida en su cabeza posiblemente, pero no fue eso lo que alarmó a la chica. Si no que al bajar la mirada hacia sus piernas, observó que una de ellas estaba extraña. La chica se acercó al cuerpo moribundo de su amigo, el cuerpo le temblaba a más no poder. Se arrodilló frente a él y levantó su pantalón lentamente, dejando ver la pierna rota en tres pedazos. Desvió la mirada rápidamente y cerró los ojos con fuerza por la impresión.
—no lo veas —dijo el asiático acercándose a ella y levantándola del suelo. Este la rodeo con sus brazos y escondió su rostro en su cuello.
Uno de los enfermeros se acercó al rubio y le tocó el cuello con dos dedos, asegurándose de que aún tuviera pulso.
—esta respirando, pero poco —balbuceó el moreno
—hay que llevarlo a la enfermería ahora —ordenó el mayor. Gally fue quien se encargó de levantar a su amigo con extremo cuidado y llevarlo a la enfermería.
Todos se miraban los unos a los otros sin entender que había ocurrido, pero nadie parecía querer sumirse en esa pregunta, al menos no ahora.
—bien, todos vuelvan a lo suyo —habló el líder. Poco a poco los habitantes fueron desapareciendo.
La chica se alejó un poco del asiático, revelando las lágrimas que habían caído de sus ojos, empapando sus mejillas. Suceso que le rompió el corazón al asiático
—Minho, ¿estás bien? —preguntó el líder. El chico asintió —¿que fue lo que pasó? —la chica miró al peli negro. Se secó las lágrimas y se cruzó de brazos, buscando verse relajada, lo cual no funcionó, pues sus lágrimas salían sin permiso
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I'm going to find them [GallyxTnxMinho]
FanfictionNo en todas las historias existen los finales felices, pero ¿qué pasa si en esta se alteran las cosas?...