Capítulo 1

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El primer día de clases en el nuevo semestre, Adara llegó emocionada a su curso de Teoría del Arte Moderno. Desde hacía meses había escuchado hablar sobre la profesora María Corina, famosa no solo por su profundo conocimiento en historia del arte, sino también por su rigurosidad en las evaluaciones. A Adara le emocionaba la idea de aprender de alguien tan respetada en el ámbito académico, pero no podía evitar sentir un leve nerviosismo.

Al entrar al salón, notó una figura imponente de pie frente a la pizarra. María Corina, con su característico estilo elegante y su expresión serena, estaba revisando unos papeles antes de comenzar la clase. Llevaba un vestido negro sencillo, y su cabello, oscuro y brillante, estaba recogido en una coleta alta que le daba un aire sofisticado. Adara, aunque acostumbrada a ser extrovertida, se sintió intimidada. Nunca había visto a alguien con tanta presencia. Sin embargo, algo en la manera en que María Corina la miró cuando sus ojos se cruzaron le dejó una sensación extraña, como si ya la conociera de antes.

La clase comenzó sin contratiempos. María Corina explicó el plan del curso, y su tono firme y seguro mantuvo a todos los estudiantes en un estado de atención absoluta. Adara, sentada en la primera fila, no podía dejar de admirar no solo su conocimiento, sino también la pasión con la que hablaba sobre el arte. Había una chispa en su mirada cada vez que mencionaba algún pintor o corriente artística, algo que despertaba en Adara una curiosidad aún mayor.

Conforme pasaban las semanas, Adara notaba que, aunque María Corina mantenía una distancia profesional, había algo en su trato que le resultaba especial. Un día, después de una clase particularmente intensa sobre el expresionismo abstracto, Adara se acercó al escritorio de la profesora.

—Profesora, disculpe —dijo tímidamente—. Me fascina cómo habla de Rothko, pero me cuesta un poco entender la conexión emocional que él buscaba transmitir en sus obras. ¿Cree que podríamos hablar más sobre eso?

María Corina la miró por un instante, como si la estuviera evaluando, y luego asintió.

—Claro, Adara. Es un tema profundo. Podemos hablar al respecto después de clases si gustas —respondió con su característico tono calmado.

Así comenzó una serie de encuentros donde Adara y María Corina se encontraron fuera del aula. Lo que comenzó como simples conversaciones sobre arte pronto se transformó en diálogos más personales. María Corina, que siempre había mantenido una fachada estricta y reservada, se permitía ser más abierta en estas charlas. Y Adara, con su encanto natural, lograba hacer que la profesora bajara la guardia.

La profesora-María Corina Machado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora