De regreso a casa, la emoción de la nueva etapa en la vida de Adara estaba palpable. La universidad comenzaba en una semana, y ella se sentía nerviosa pero lista para enfrentar este nuevo desafío. Sin embargo, mientras se preparaba para su primer día, un leve nudo de ansiedad se apoderó de su estómago.
Una mañana, mientras organizaba sus libros y materiales de estudio, María entró en la habitación.
—¿Listas para el gran día? —preguntó, con una sonrisa alentadora.
Adara se detuvo y miró a su amiga, sintiendo la calidez de su apoyo.
—Sí, pero… no puedo evitar sentir un poco de miedo. ¿Y si no encajo? ¿Y si no soy lo suficientemente buena? —confesó, dejando escapar la inseguridad que había estado guardando.
María se acercó y la abrazó con fuerza.
—Escucha, Adara. Este es un nuevo capítulo, y todos experimentan nervios. Recuerda por qué estás aquí: tienes una pasión y un talento único que ofrecer. No dejes que la duda te detenga. Tienes a tus compañeros de clase y a mí, siempre estaré aquí para ti —dijo, con una firmeza que infundió confianza en Adara.
Con esas palabras, Adara se sintió un poco más tranquila. El primer día de clases llegó, y la universidad se llenó de caras nuevas y la emoción de nuevas oportunidades. Se presentó a sus clases con entusiasmo, y aunque la ansiedad la acompañaba, su pasión por el aprendizaje la mantenía enfocada.
Los días se convirtieron en semanas, y Adara se sumergió en su nuevo entorno. Conoció a compañeros de clase que compartían sus intereses y a profesores que la inspiraron a seguir explorando sus ideas. A medida que pasaba el tiempo, comenzó a encontrar su lugar en la universidad, sintiendo que cada experiencia la acercaba más a sus sueños.
Sin embargo, María también estaba lidiando con su propio camino. Con sus proyectos académicos y responsabilidades laborales, se sentía un poco sola a veces. Aunque Adara la apoyaba incondicionalmente, María sabía que su relación estaba cambiando, y no siempre era fácil encontrar el equilibrio.
Una noche, mientras preparaban la cena juntas, María decidió hablar sobre sus sentimientos.
—Adara, estoy muy feliz por ti y todo lo que estás logrando. Pero a veces siento que te estoy perdiendo en este nuevo mundo —dijo, con sinceridad.
Adara se detuvo, mirando a María con preocupación.
—Nunca querría que sintieras eso. Estoy aquí para ti, siempre. ¿Cómo puedo ayudarte a sentirte más conectada? —preguntó, dispuesta a hacer lo que fuera necesario.
María suspiró, sintiendo la carga de sus emociones.
—Solo quiero que sepamos que a pesar de nuestras responsabilidades, seguimos siendo un equipo. A veces siento que estamos tan ocupadas que olvidamos dedicar tiempo a nosotras mismas —explicó, consciente de que necesitaban trabajar juntas en su conexión.
Adara asintió, comprendiendo la importancia de mantener su vínculo fuerte.
—Tienes razón. Quizás podríamos establecer una noche de citas semanal, solo nosotras dos, para reconectar y hacer lo que más nos gusta —sugirió, sintiendo que esa sería una buena manera de cuidar su relación.
María sonrió, sintiéndose aliviada.
—Me encantaría. Así podremos seguir apoyándonos mutuamente, no importa cuán ocupadas estemos —respondió, sintiéndose agradecida por la disposición de Adara.
Con esa promesa, ambas se sintieron más en sintonía. Las noches de citas se convirtieron en un ritual sagrado, donde podían dejar de lado las responsabilidades y disfrutar de la compañía de la otra. Ya sea cocinando juntas, viendo películas o simplemente charlando, esos momentos se convirtieron en una fuente de alegría y renovación.
A medida que avanzaba el semestre, Adara se destacó en sus estudios y comenzó a participar en grupos estudiantiles relacionados con la educación inclusiva. Su pasión por ayudar a otros se hizo evidente, y María no podía estar más orgullosa de ella.
Una tarde, Adara llegó a casa emocionada.
—¡Amor! ¡Hoy me aceptaron como voluntaria en un programa de tutoría para estudiantes con discapacidades de aprendizaje! —exclamó, llena de entusiasmo.
María la abrazó con alegría.
—Eso es increíble, mi niña. Sabía que lo lograrías. Vas a hacer una gran diferencia —respondió, sintiendo una oleada de orgullo por su novia.
Adara sonrió, sintiendo que sus esfuerzos estaban dando frutos. Pero a pesar de sus logros, en su interior, aún existía el miedo a no ser lo suficientemente buena.
Una noche, después de una larga jornada de estudios, Adara se sentó a hablar con María sobre sus inquietudes.
—A veces, siento que estoy haciendo esto solo para cumplir con las expectativas de los demás. Me asusta que, si fallo, decepcionaré a quienes creen en mí —dijo, sintiendo la presión de sus propias expectativas.
María se acercó y la miró a los ojos.
—No estás aquí para satisfacer las expectativas de nadie más que las tuyas. Tienes un fuego dentro de ti, y eso es lo que realmente importa. Siempre estaré a tu lado, sin importar los resultados. Lo que más me importa es que sigas siendo tú misma —dijo, su voz llena de cariño y apoyo.
Con esas palabras, Adara sintió un peso levantarse de su pecho. Sabía que la presión siempre estaría presente, pero tener a María a su lado le daba la confianza para seguir adelante.
Mientras el semestre continuaba, ambas se apoyaron mutuamente en sus caminos. María se dedicó a trabajar en sus propios proyectos y explorar nuevas ideas en su campo, mientras que Adara encontró un propósito renovado en su carrera. Juntas, seguían navegando por los desafíos de la vida, aprendiendo a enfrentar las adversidades y a celebrar los triunfos, por pequeños que fueran.
Al final del semestre, con los exámenes y proyectos culminando, Adara se sintió abrumada pero satisfecha. Una vez más, las noches de citas les permitieron reflexionar sobre sus logros y lo lejos que habían llegado. Mientras compartían una cena en su lugar favorito, Adara miró a María con gratitud.
—No podría haber hecho esto sin ti. Tu apoyo ha sido fundamental para mí —dijo, sintiendo la conexión que las unía.
—Y yo estoy aquí porque creo en ti. Siempre lo haré —respondió María, sintiendo que su amor se fortalecía con cada paso que daban juntas.
Con el corazón lleno de amor y un sentido renovado de propósito, ambas miraron hacia el futuro, listas para enfrentar cualquier desafío que la vida les deparara, siempre unidas.
🌷🌷🎀🌷🌷
Ya falta poco para que la historia acabe
😔
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La profesora-María Corina Machado
RandomMaría Corina Machado siempre había sido una profesora dedicada, amante de la literatura y la enseñanza, viviendo por el bienestar de sus estudiantes y el desafío intelectual que su materia implicaba. En su salón de clases, se mantenía firme y profes...