Capítulo 9

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Adara escuchó las palabras de María Corina con una mezcla de alivio y miedo. La confesión la llenó de una alegría que nunca había experimentado, pero al mismo tiempo, un escalofrío recorrió su cuerpo. El peso de la elección que María Corina acababa de hacer recaía sobre ambas, y aunque sabía que el amor que compartían era real, también sabía que la situación era mucho más complicada de lo que había imaginado.

—María Corina, no quiero que te arrepientas de esto —dijo Adara, tratando de mantener la voz firme—. No quiero ser la razón por la que destruyes tu vida.

—No es solo por ti, Adara. Mi relación con Gerardo ha estado rota durante mucho tiempo. No es tu culpa. Esto iba a suceder tarde o temprano, pero ahora… sé que te amo. Y no puedo seguir mintiéndome ni a él ni a mí misma.

Adara se quedó en silencio, procesando lo que había escuchado. Hasta ese momento, no había sabido la magnitud de lo que estaba ocurriendo entre María Corina y Gerardo. Para ella, su conexión había sido un refugio de emociones, algo que surgió entre las sombras de la recuperación, pero nunca imaginó que María Corina estuviera casada o que tuviera que elegir entre dos vidas.

—¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó Adara, sintiendo cómo la realidad de la situación empezaba a asentarse.

María Corina miró a la ciudad en silencio por un momento antes de responder.

—Voy a hablar con Gerardo. Le diré que esto no puede continuar. No es solo por ti y por mí, Adara; él merece saber la verdad y seguir adelante con su vida. No puedo seguir arrastrándolo en una relación que ya no tiene futuro.

Adara tomó la mano de María Corina con fuerza. El miedo de perder lo que habían construido entre ellas la invadía, pero sabía que esto era lo correcto. Sin embargo, una parte de ella temía que la conversación con Gerardo pudiera desmoronar todo lo que había llegado a significar para María Corina.

—¿Y si cambia de opinión? —susurró Adara, temerosa—. ¿Y si decide luchar por ti?

—No va a cambiar lo que siento —respondió María Corina con suavidad y dandole un beso sueve a Adara—. Esto ya no se trata de decisiones externas. Mi corazón ya eligió. Ahora es cuestión de terminar con lo que está roto.

Al día siguiente, María Corina se preparó para enfrentar la realidad. Sabía que la conversación con Gerardo sería difícil, pero no podía aplazarla más. Mientras tanto, Adara decidió quedarse al margen, intentando darle el espacio que necesitaba para resolver su vida con Gerardo.

Cuando llegó la noche, María Corina encontró a Gerardo sentado en el estudio, revisando unos documentos de trabajo. Su presencia llenaba la habitación con una tensión silenciosa. Él sabía que la conversación era inevitable, y la expectativa hacía que el ambiente fuera casi insoportable.

—Gerardo —dijo María Corina suavemente, atrayendo su atención.

Él dejó los papeles sobre el escritorio y la miró con una expresión sombría. Sabía lo que estaba por venir, pero no estaba preparado para escucharlo.

—Tenemos que hablar.

"El típico tenemos que hablar"

Gerardo asintió lentamente, gesticulando para que continuara.

—Lo que pasó anoche... lo que te dije... es la verdad. Esto entre nosotros no puede continuar. No es justo para ninguno de los dos. Yo... yo te he fallado, pero también sé que esto es lo mejor. No puedo seguir viviendo esta mentira.

Los ojos de Gerardo se oscurecieron, pero no habló inmediatamente. Se tomó unos segundos, y luego finalmente, con una voz fría, dijo:

—Así que eliges a Adara.

María Corina se tensó ante la frialdad en su voz, pero mantuvo la mirada.

—Esto no es solo sobre Adara. Nuestra relación ha estado rota por mucho tiempo. No hay vuelta atrás para nosotros, Gerardo.

Él se levantó lentamente, cruzando la habitación hasta pararse frente a ella. La observó por un largo momento, buscando algo en sus ojos, algo que le diera una razón para luchar. Pero lo único que vio fue determinación y un atisbo de tristeza. Entonces, comprendió que había perdido. Y no solo a María Corina, sino algo más profundo, algo que ya nunca podría recuperar.

—Siempre supe que había algo más entre ustedes —dijo finalmente, su voz cargada de resignación—. Quise ignorarlo. Fingir que no estaba allí. Pero lo supe desde el principio. Ella no era solo una amiga, ¿verdad?

María Corina no respondió de inmediato. Las lágrimas comenzaban a arremolinarse en sus ojos, pero no podía negarlo más.

—No —admitió en un susurro—. No lo era.

Gerardo asintió, su rostro endurecido, y luego se volvió hacia la puerta.

—Entonces no hay nada más que decir.

Salió de la habitación sin mirar atrás, y María Corina se quedó sola, sabiendo que el capítulo más doloroso de su vida acababa de cerrarse.

🎀🎀🦋🎀🎀

Mi corazón se rompió al ver a Cori así 🥲😔

La profesora-María Corina Machado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora