Capítulo IV

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A la mañana siguiente Hanna daba vueltas y vueltas en su cama, ella estaba tan cómoda que no quería despertar, pero un sonido fuera de la cabaña no la dejaba dormir, tomo su almohada y se la colocó en su cabeza para no escuchar nada, sin ningún resultado, Hanna aún seguía escuchando un "¡chop!" "¡chop!" que provenía de afuera de la casa, era tan molesto que se hartó de intentar dormir, así que abrió sus ojos, al abrirlos se llevó una triste decepción, porque no estaba en su habitación, tristemente recordó que ya no estaba en su casa. Pero el sonido seguía y seguía, Hanna se cansó, así que se saltó de la cama, para abrir las cortinas para ver qué pasaba afuera, la luz mañanera se apodero de toda la habitación. Ya mirando por la ventana pudo observar a un chico sin camisa fuera de la cabaña cortando leña con un hacha, era Hans y por lo que se veía estaba sin máscara, Hanna hizo todo el esfuerzo que pudo para verle el rostro, pero no consiguió nada, Hans tenía el cabello largo el cual le tapaba parcialmente el rostro, tenía un cabello muy bien cuidado, Hanna deseaba que se gire para poder verle la cara. Hans tenía un físico delgado pero definido, un cuerpo cuidado y trabajado, Hanna se sonrojo al ver detalladamente el cuerpo de Hans.

-Bonita vista ¿eh? -Carbín estaba parado en la ventana de Hanna.

Hanna lanzó un pequeño grito y se tapó la boca. Hans se puso la máscara y dirigió su atención a la ventana donde Carbín y Hanna lo miraban, por puro reflejo Hanna se agacho para que Hans no la viera, Carbín se escondió junto a ella.

- ¿Qué pasó? Pensé que te gustaba lo que veías -Carbín se burló- hasta estabas sonrojada.

-Cállate y no vuelvas a hacer eso -Hanna estaba tan roja como un tomate- casi me da un infarto.

-Es lo que mereces, espiar a la gente es de mala educación.

-Y aparecer sin previo aviso igual -Hanna se levantó- sal de aquí pajarraco tengo que vestirme.

-No te enojes Hanna, es normal que a las chicas le gusten los chicos -Carbín seguía molestando- solo venía a despertarte.

-Cállate, no me gusta Hans, desconfió de él y no necesito que seas mi despertador.

Ambos callaron un rato, hasta que Hanna decidió asomar su cabeza para ver si Hans seguía ahí y al ver que este ya no estaba, Hanna se puso de pie y se tranquilizó.

Hanna miró a Carbín confundida - ¿Qué hora es?

-Seis de la mañana.

¿Qué haces despierto tan temprano? -Hanna estaba confundida

-Bueno ya sabes lo que dicen "pájaro madruga... -Carbín no termino su frase.

-Ni se te ocurra terminar esa frase -dijo Hanna algo molesta.

-Como desees- Carbín voló hacia una repisa en la habitación de Hanna.

-No entiendo cómo puedes estar despierto a esta hora, si anoche estabas pasado de copas.

-Solo aceptaba la hospitalidad del chico Hans, pero no sé porque me duele la cabeza.

-De seguro tienes resaca o fue por el palazo que recibiste en la cabeza por la persona que nos atacó -Hanna no pensaba confesarle que fue ella quien lo mando a dormir de un golpe.

Carbín se tocó con sus alas su cabeza y se puso a recordar un poco de lo que había pasado el día anterior y lo que Hans le había contado ayer mientras Hanna dormía.

-Oye no te pongas cómodo -Hanna cambio de tema antes de que Carbín también recuerde que ella le golpeó en la cabeza- y si tanto hablas de hospitalidad ve y pide el desayuno.

-No te aproveches de la amabilidad de las personas.

-No entiendo cómo se ganó tu confianza tan rápido -Hanna buscaba en su mochila la otra ropa que tenía.

El HADA, EL LOBO Y LA DAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora