Capítulo VI

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Hans miraba a Hanna, ella estaba a salvo, Hans aliviado miró a su alrededor y vio a todos los lobos de Albert tranquilos, pero se encontraban dirigiendo unas miradas perdidas y sin vida en una misma dirección, Hans volcó su vista donde ellos veían y era Albert, lleno de sangre acribillado por estacas gigantes que atravesaban todo su cuerpo, Hans corrió hacia donde estaba Albert, pero era en vano, no se movía de su sitio, Hans se sentía muy cansado, resbaló al correr con la sangre que brotaban de sus brazos los cuales estaban llenos de cortaduras, regreso su mirada hacia donde estaba Albert, cuando detrás de Hans apareció una esfera de luz blanca con unas hermosas y delicadas alas translucidas, esta le hacía sentir seguro y caliente, como la luz del sol, la esfera de luz se acercaba a él, haciendo que las heridas de Hans se sanaran frente a sus ojos, pero recordó el estado Albert, y se apartó de la esfera de luz, pero esta no lo dejaba ir.

-Déjame ir -le dijo Hans a luz- Albert necesita mi ayuda.

Este ser iluminó toda la zona tragándose a Hans y alejándolo de la zona llena de oscuridad en donde Albert se encontraba, Hans sentía impotencia al ver como Albert desaparecía frente a sus ojos y no poder hacer nada al respecto, pero esfera de luz se posiciono frente a Hans tocándole su frente. Hans no contaba con su mascara en ese momento, pero la luz del ser blanco iluminaba de tal manera el rostro de Hans que este no se lograba ver.

El ser luminoso se dirigió a Hans diciéndole- Por favor, ayuda a aquella muchacha.

Hans no creía lo que acababa de escuchar -Lo hare, pero si ayudas a Albert- en ese momento todo fue absorbido por una luz blanca.

Hans despertó recibiendo la luz del sol que iba directo en sus ojos, haciendo que se cubra la cara con su brazo.

- ¿Con quién hablas, Hans? -dijo Carbín.

Hans escuchó la pregunta de Carbín, pero no la entendió muy bien, recién había despertado, no sabía dónde estaba y aún estaba confundido con lo que había soñado. Hans se sentó en el mismo sitio donde despertó y miro todo con más detalle. Hans noto que se encontraba a orillas del Estanque Cristini, al lado suyo estaba Albert con el pelaje mojado y sin ninguna herida aparente, sus lobos estaban echados cerca de él, Hans miró sus brazos e igual en perfectas condiciones y también estaba mojado al igual que Albert. Había un tercer lugar mojado en la hierba seguido de un rastro de huellas dando a entender que compartían con alguien la situación.

- ¡Hans! -una dulce voz se acercaba.

Hans levantó la cabeza y vio a Hanna corriendo hacia donde estaba él.

-Por fin despiertas Hans -Hanna abrazo con mucha fuerza a Hans sin importarle mojarse.

-Hanna -dijo Hans devolviéndole el abrazo- estas bien.

-Estoy bien gracias a ti -Hanna seguía abrazando a Hans.

Hans miro los ojos azules de Hanna- No me agradezcas, no podía dejar que los lobos te hagan daño.

-Por mi culpa casi mueres -dijo Hanna que seguía sin soltar a Hans.

Hanna estaba tan cerca de Hans, que su cabeza por poco le quita la máscara, hasta que vino Carbín a apoyarse en su hombro, y se separaron.

-Vi todo desde arriba -dijo Carbín- es increíble que sigas vivo, los mismos lobos dejaron de acercarse por el miedo que les causaba tu presencia y tus ojos.

-Le diste valor un viejo lobo -habló Albert echado al lado de Hans- hace tiempo no veía alguien con tanto valor y determinación para dejar a un lado el dolor y proteger a alguien.

- ¡Albert! -Hans se emocionó- ¡estás vivo!

-Si, este viejo lobo aún vive -Albert se sentó- gracias Hans, si no fuera por ti no hubiera tenido las mismas fuerzas que tuve para pelear.

El HADA, EL LOBO Y LA DAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora