Capítulo XX

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Después de la separación de Lamy y Hans, comenzó a nevar y Hans avanzaba con mucha dificultada luchando contra una voz que trataba de corromperle la mente.

-Déjame -decía Hans mientras avanzaba- ¿acaso no ves que trato de ayudar a que te liberen?

Lleno de cansancio, Hans combatía con la voz que le hablaba. Hasta que llego a la arboleda donde se habían encontrado con el leñador.

-Tengo suficiente munición para acabar con un par de osos, yo creo que bastara para acabar con el leñador -se decía Hans así mismo revisando su equipo- y tengo un tiro por pistola -Hans tenía dos Cañones de pistola- si fallo uno tengo una segunda oportunidad, pero si fallo mis dos intentos, sólo tendré mi machete -Hans se apoyó en un pino- en ese caso debo crearme una oportunidad para recargar los cañones -Hans miró a su alrededor, algo se acerca...

Hans caminaba por la nieve, este se había quedado con el candil rojo de Hanna para tener algo de luz. Hans comenzó a caminar despacio, estaba atento al ruido de las pisadas que estaban cada vez más cerca. Hasta que a una velocidad increíble un hachazo paso al lado suyo. Hans lo esquivo con algo de dificultad por la nieve, al iluminar el rostro vio que se trataba del leñador.

-Por fin nos volvemos a encontrar -dijo el leñador- y esta vez solos.

Hans ignoró al Leñador y tomó su machete para atacar al leñador, el leñador lo esquivó y le devolvió el ataque, el hacha del leñador y el machete de Hans chocaron, el choque hizo retroceder a Hans, el leñador tenía una gran fuerza, Hans estaba acostumbrado a pelear con adversarios con mucha más fuerza que él, pero esto era diferente, con cada choque que tenía su machete con su hacha, sentía que no si este lograba acertar lo iba a matar, estaba metido en una pelea contra el diablo en la montaña. Hans comenzó a correr entre los árboles.

-No volverás a escapar de mi -el leñador seguía a Hans, cortando cada árbol sin ningún problema con su hacha hasta dar con Hans y patearlo al suelo.

Hans se encontraba tirado en la nieve, intentado ponerse de pie mientras también luchaba contra la voz de su cabeza. El leñado salto sobre Hans y este rodo esquivándolo. Hans se puso de rodilla mientras se agarraba la cabeza.

-Así que a ti también te esta llamando -dijo el leñador- solo acéptalo y ayúdame a matar a todo aquel que quiera desterrar al espíritu de montaña blanca de este mundo.

-Cállate -Hans se alejó levanto con el candil rojo y salió corriendo de ahí.

El leñador alcanzaba a Hans con demasiada facilidad, Hans se cubría de los golpes como podía, pero si seguía de esa manera Hans iba a terminar cansándose.

-No puedes huir todo el rato de mí -el leñador reía mientras intentaba acertarle un hachazo a Hans.

-No me subestimes, puedo hacer esto todo el día -Hans estaba muy agotado, ya estaba llegando a su límite.

El leñador lanzó una carcajada. Hans tropezó con la nieve y el leñador se puso sobre él, con la velocidad de un rayo Hans tomó una bola de nieve y la lanzo directo a la cara del leñador haciendo que este quede sin visión por un momento, aprovechando esto, Hans salto a cortarlo, pero al impactar con su machete al pecho del leñador, el machete rebotó produciendo un sonido metálico, haciendo retroceder a Hans con una sacudida en todo su cuerpo, el leñador se limpió los ojos, y tomo la muñeca de Hans aprovechando que este estaba aturdido.

-Suéltame -dijo Hans tratando de zafarse de las manos del leñador.

-Vaya, menos mal que me puse esta placa metálica -el leñador hizo sonar su placa metálica con su hacha.

Hans de puro instinto sacó su cuchillo que siempre traía en el pecho, clavándolo en la mano que lo tenía sujeto, pero esta no lo soltó.

-No es tan fácil Hans -el leñador bajo a toda velocidad su hacha directo a la cara de Hans.

El HADA, EL LOBO Y LA DAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora