Capítulo IX

3 1 0
                                    

El sonido del agua se podía oír entre los árboles del bosque, el cual causaba mucha tranquilidad y tan solo escucharlo se podía sentir la frescura del agua.

-Ya estamos llegando al puente -dijo Carbín alegremente- por si no sabias Hanna, Pueblo Cascada está cruzando el Rio Cascada y usaremos el viejo puente que está saliendo de bosque verdi.

-No puedo creer que me hayan alcanzado esta mañana -Hanna ignoro lo que Carbín le había dicho, porque sonaba como un sabelotodo fastidioso- salí lo más temprano que pude cuando todos aún estaban dormidos, no entiendo como llevaban la delantera.

-No debiste de dudar de Albert -Carbín se sentó el hombro de Hanna.

-El guardabosque sabe todos los atajos de su propio bosque -Hans miraba los árboles del camino.

- ¿Por qué se quedó? -pregunto Hanna.

-Ya sabes -Hans no dejaba de mirar los árboles- cosas de guardabosques.

-Cosas de guardabosques... -repitió Hanna.

Hans seguía mirando los árboles.

- ¿Qué pasa Hans? -pregunto Carbín.

- ¿Qué pasa con qué? -Hans miró a Carbín.

- ¿Por qué no dejas de mirar los árboles?

-Alguien nos sigue -dijo Hans con mucha seriedad.

Todos se detuvieron.

- ¿Serán Albert o Jartho? -pregunto Hanna.

-No, no tendrían por qué esconderse -respondió Hans.

-Hans tiene razón -Carbín comenzó a mirar los árboles- si fueran ellos ya habrían llamado nuestra atención.

Las enramadas de los árboles comenzaron a hacer un ruido como si alguien estuviera moviéndose sobre ellas.

- ¿Escucharon eso? -Hanna apuntó a los árboles con su arco.

-Si -Hans se acercó a Hanna- será mejor que no nos detengamos y permanezcamos juntos.

- ¿No será un lobo de los de Albert? -Hanna miró los árboles.

-No, esto es algo más pequeño que un lobo -Hans avanzaba con una mano apoyada sobre la empuñadura de su machete.

-Parece que no tiene intenciones de bajar de los árboles -Carbín estaba atento ante cualquier ataque.

-Sea lo que sea aumentemos la velocidad del paso -Hans y el resto comenzaron a acelerar su marcha- ya sabe que nos dimos cuenta de su presencia, así que sería muy estúpido que nos atacara.

Caminaron un largo rato más, hasta que dieron con el puente, pero el sol comenzaba a esconderse así que decidieron acampar en la orilla del rio. Hans trajo leña para hacer una fogata y donde cocinaron y comieron un delicioso estofado con los ingredientes que trajeron de la casa de Albert.

-Deberíamos apagar el fuego -sugirió Hanna- aquella cosa que estaba en el bosque nos puede encontrar.

-De seguro ya sabe dónde estamos -dijo Carbín convencido- después de todo estamos en al lado del puente.

-Entonces ¿Por qué no lo atrapamos? -pregunto Hanna.

-Gastaríamos energía siguiéndolo -dijo Hans echado junto al fuego.

- ¿Y si nos ataca mientras que estamos distraídos? -Hanna seguía preocupada.

-Somos tres y el uno -Hans estaba tranquilo- sería un suicidio atacarnos en este momento, no tiene oportunidad.

El HADA, EL LOBO Y LA DAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora