Capítulo XXIII

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-Hans, Hans, despierta Hans, Hans.

Hans abrió los ojos, vio a Lamy y los volvió a cerrar.

-Hans, despierta Hans -Lamy no entendió porque Hans hizo eso.

Hans volvió a abrir los ojos y rio al ver a Lamy.

- ¿Qué te ríes?

-Me da chiste.

- ¿Me ves con cara de payaso o qué?

-Tu eres mi despertador, así como Carbín es el despertador de Hanna.

Lamy rio -Visto de ese modo, se podría decir que sí.

-Oh... no... -Hans se levantó con ímpetu- ¿Cómo está Carbín?

-El esta con Hanna.

Hans se puso de pie y fue en dirección de la puerta con mucha prisa.

-Tú también estás en mal estado Hans, deberías guardar la calma, el peligro ya pasó.

Algo raro pasaba con el cuerpo de Hans, este no sintió ningún dolor, pero noto que tenía vendas por varias partes de su cuerpo.

-Muéstrame dónde está Carbín.

Lamy guio a Hans por la casa, y al ver su interior Hans solo pensó <<no es más que una simple casa de abuela>> siguieron hasta dar con el cuarto donde estaba Carbín.

-Hanna -dijo Hans al ver como esta salía de la habitación- me alegro que ya estés bien.

-Hans -Hana fue a abrazarlo.

- ¿Cómo esta Carbín? -pregunto Hans.

-El... -Hanna miró la camita donde estaba Carbín, esta camita estaba sobre una cama más grande- el aún respira, pero con dificultad.

- ¿Quieren pasar? -dijo siguió Hanna, viendo como Hans mirando a Carbín cubierto de vendas y acostado en su camita.

-No, será mejor que lo dejemos descansar un rato -dijo Hans disimulando muy mal su tristeza- necesita dormir.

Todos callaron por un rato, hasta que Hanna comenzó a llorar.

-Hanna... -Hans acerco a Hanna a su pecho- todo va a estar bien, no llores.

-Yo también le debo una disculpa a Carbín -la voz de Hanna estaba rota- por mi culpa él está así.

-Shhh, no digas eso Hanna -Hans intentó calmarla- no es tu culpa.

-Si lo es... durante todo el viaje, lo he tratado mal, a pesar de que él siempre estuvo conmigo, nunca le he dicho un gracias -Hanna tenía todo el rostro cubierto de lágrimas- quiero disculparme.

Hans abrazo a Hanna -Hanna, todo lo que hacía Carbín, lo hacía porque te quería y se preocupaba por ti, y aunque no se lo hayas demostrado él sabe lo agradecida que estás con él.

-Si Hanna -hablo Lamy- Carbín te acompaño a todo este viaje, porque le importas mucho y a Carbín no le gustaría que lloraras.

Todos callaron hasta que Lamy noto por la ventada que comenzaba a nevar.

-Miren chicos -dijo Lamy señalando la ventana- está nevando.

Todos vieron como caía nieve por la ventana. Sin decir nada más salieron al jardín de la casa, ya era de noche, las nubes comenzaban a nublar lo que quedaba de cielo despejado. El grupo se sentó a ver como nevaba. Todos estaban en silencio.

-Así que esto es prueba de que lograste liberar al espíritu -Hans habló para romper el silencio triste que se formaba.

-Al parecer si -dijo Hanna- fue todo un éxito. Pero resulto que se trataba de un Hada.

- ¿Un Hada? -pregunto Lamy.

-Si, tenía forma de esfera blanca -explico Hanna.

-Así es todo este tiempo – dijo Hans- aquella esfera era el Hada de la montaña.

- ¿Ya conocías al Hada? -pregunto Hanna.

-Si -Hans miraba como las hojas de los árboles se cubrían de nieve- según algunos libros que leí, la Hadas eran seres puros.

- Entonces ¿Cómo fue posible que causara tanto daño? -dijo Lamy recordando el actuar del leñador.

-No fue era el Hada -respondió Hanna.

- ¿Entonces quien fue? -Lamy no entendía nada.

-Un ser lleno de maldad -Hanna recordó aquel ente maligno que la ataco en el santuario.

- ¿A qué te refieres? -pregunto Lamy.

-No lo sé -dijo Hanna algo preocupada- no lo sé...

-El leñador dijo algo así antes de dormir -Hans no quería usar la palabra morir.

Todos callaron un rato.

- Y pudiste esparcir las cenizas de tu abuela -pregunta Lamy.

- ¿Cómo sabias lo de mi abuela? -pregunto Hanna sabiendo que ella nunca le conto a Lamy- ¿Tu dijiste algo Hans? -Hanna miro a Hans.

Antes de que Hans se excuse Lamy hablo -Siempre lo supe, una vez revise tu mochila y supe de lo que se trataba, Carbín igual estaba al tanto.

A Hanna no le gusto oír eso y frunció el ceño.

- ¿Y por qué tenías que esparcirlas en este lugar tan peligroso? -siguió hablando Lamy.

La misión había terminado, así que a Hanna ya no le molestaba hablar del tema -Cuando mis padres trajeron las cenizas de la abuela, también trajeron una carta de mi abuela, la cual decía:

"Querida Hanna,

Te dejo una encomienda especial. Cuando cumplas veinte años, quiero que subas a Montaña Blanca y liberes al espíritu que allí habita, porque ha llegado el momento de que la era de los espíritus termine. Al hacerlo causaras un movimiento en todo el mundo y así comenzara el principio del fin de esta era. También, me gustaría que esparzas mis cenizas en esa montaña, para que mi espíritu pueda partir en paz junto a mi amigo. Sé que esto lo hará muy feliz.

Tal vez cuando leas esto, tus padres ya no estén contigo, porque, como cualquier padre, harán lo imposible por protegerte y llevarán a cabo esta misión en tu lugar. Solo quiero decirte que seas fuerte, Hanna, y no te rindas.

P.D.: Espero que en tu viaje conozcas nuevas personas que te ayuden.

P.D.D.: Siempre estaré contigo. Con amor, tu abuela."

Ni Lamy ni Hans comentaron algo sobre la carta que Hanna les acababa de leer.

-Todo resulto ser un plan de la abuela, la idea principal siempre fue liberar al hada.

-Entonces ya terminamos la misión -dijo Lamy alegre.

-No terminamos hasta que volvamos a casa -dijo Hans.

-Tienes razón -Hanna pensó un rato- esperaremos hasta que Carbín se recupere y volveremos.

-Esa me parece una buena idea -dijo Hans.

Los tres quedaron apreciando como la última parte de cielo era tapada con una nube. Esa misma noche aquel punto verde de la montaña, se llenó de nieve, porque ya no había ningún espíritu que haga habitable la cima de la montaña.

El HADA, EL LOBO Y LA DAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora