Capítulo XXIV

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"Tuc-tuc-tuc" se escuchaba fuera de la casa de Hanna, esta se levantó con el sonido de un martillo golpeando madera, Hanna se asomó por la ventana y vio a Hans martillar arduamente una escultura de madera en el jardín de su casa. A prisa Hanna fue a ver lo que pasaba.

-Buenos días Hans -Hanna se acercó.

-Buenos días Hanna -Hans beso a Hanna- ¿te desperté con el sonido del martillo?

-Si, pero... no te preocupes, me está gustando como está quedando.

Hans seguía hundiendo la escultura en el centro de su jardín. Cuando llega Lamy acompañado de otro kalima mapache.

-Miren nada más -Hanna se emocionó- si son Lamy y Jenny.

-Hola -dijo Lamy subiendo al hombro de Hans- ¿necesitas ayuda?

-No gracias, casi termino.

- ¿Quieres algo para tomar Jenny? -pregunto Hanna.

-Si gracias -dijo Jenny- eres muy amable Hanna.

Hanna fue a traer una jarra de limonada con vasos para invitarle a sus amigos. Al rato llegó doña Bernarda con don Bernardo y sus hijos Jim y Greg.

-Buenos días a mis pequeños -saludo doña Bernarda- les traigo un pie recién hecho.

-Gracias, no tenía por qué molestarse -le respondió Hans.

-Si que tienes buena mano Hans -dijo don Bernardo- que escultura tan bonita, sino fuera por el color de la madera diría que es real.

-Algún día deberías hacer una escultura de mi -dijo Greg.

-Primero hará una mía -dijo Carl.

-No, primero será una mía -dijo Greg acercándose molesto a golpear a Carl, pero se detuvo al ver a su padre mirándolos con una mirada llena de presión.

- ¡Guau!, mira mami -es escucharon unas voces aguas que venían del cielo- esa estuatua se parece a mí papito.

Del cielo bajaron tres halcones pequeños y una adulta.

-Hola Margaret, llegan justo a tiempo -dijo Hanna.

-Si, tuve una demora con estos tres pequeños -dijo Margaret mientras se asentaba en la verja del jardín de la casa de Hanna y de Hans.

-Listo termine -Hans tomó su martillo y el hacha que estaba en el suelo la cual tenía una "D" inscrita en su mango, y alejándose de lo que parecía ser la escultura de madera de un halcón.

-Que lindo, seguramente a Carbín le encantaría ver esto -dijo Margaret junto a sus hijos.

-Señor Hans, ¿Por qué hizo una estuatua de nuesto papito? -preguntaron los pajarillos que recién aprendían a hablar.

-Porque necesitamos de un gran héroe para cuidar nuestra casa -dijo Hans recibiendo un vaso de limonada de Hanna.

-Y qué mejor héroe que el mismísimo Alguacil del pueblo -otra voz se escuchó de lo alto.

- ¡Papito! -los tres halconcillos volaron al cielo.

- ¿Cómo estás Carbín? -pregunto Hans.

-Feliz de verlos -Carbín se posó sobre su propia escultura de madera- vaya que te quedó muy bonita la escultura, sobre todo lograste esculpir a la perfección lo atractivo de mi pico.

Después de un largo tiempo, después de todo lo vivido, en la montaña blanca, Lamy, Carbín, Hans y Hanna, habían vuelto a casa, Hans se mudó con Hanna a Pueblo Verdi y ahora vivían tranquilos y felices, rodeados de sus seres queridos, y Albert de vez en cuando iba a visitarlos, pero Hanna y Hans no se fueron con las manos vacías de su viaje, ellos aprendieron una valiosa lección, "En ocasiones, las acciones más valientes son las que requieren humildad y honestidad consigo mismo y con los demás, como lo son el pedir ayuda en tiempos difíciles y el pedir perdón cuando hemos causado dolor". 

El HADA, EL LOBO Y LA DAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora