Antoni.
El sonido del mar golpeando las rocas y la brisa cálida que me rozaba el rostro me ofrecían una sensación de paz que rara vez experimentaba. Aún así, no podía despejar mi mente por completo. Los negocios seguían acechando, incluso en medio de mi luna de miel. Pero, en esta isla, algo se sentía diferente. El aire aquí parecía estar impregnado de una calma que me permitía ver la felicidad de mis hijos, y de mi esposa, que se movía entre ellos con una dulzura que solo ella poseía.
Lucian corría por la playa con una energía que solo los niños pueden tener, su risa, pura y despreocupada, llenaba el aire. Sus pequeños pies descalzos se hundían en la arena mientras saltaba de un lado a otro, ajeno a cualquier problema, disfrutando la libertad de estar aquí. Yo lo observaba en silencio, la visión de su felicidad me hizo esbozar una leve sonrisa. Siempre había pensado que el era un reflejo de mí en muchos aspectos, pero en este instante, lo veía más como un niño, sin los rastros de la crueldad que tanto había marcado mi vida.
Demon, a pesar de su corta edad, parecía igualmente contento. Siete meses de vida, y ya comenzaba a mostrar curiosidad por el mundo que lo rodeaba. Estaba en los brazos de su mamá, quien lo mecía suavemente, dándole un descanso en el calor del día. Aunque aún no podía disfrutar plenamente de lo que le ofrecía la playa, su pequeña carita reflejaba serenidad, como si también estuviera, de alguna forma, disfrutando de esta paz.
Lo que más me llamaba la atención, sin embargo, era Vasilisa.
Estaba de pie cerca de la orilla, su vestido ligero ondeando con la brisa marina, mientras organizaba las cosas de los niños. La manera en que se movía, tan segura y tan natural, me recordaba lo increíblemente fuerte y, a la vez, delicada que era. Su cabello rubio dorado brillaba bajo los rayos del sol, como si cada rizo estuviera hecho para capturar la luz. Me resultaba imposible no seguir sus movimientos, cada uno de ellos era una obra de arte. Su rostro perfecto, con los rasgos tan delicadamente esculpidos, irradiaba una belleza que no podía ser ignorada. Los ojos azules, tan brillantes y profundos, parecían estar siempre en alerta, como si buscara algo en cada rincón, pero al mismo tiempo, como si todo lo que necesitara lo tuviera justo frente a ella. Era hipnótica. Sus ojos me absorbían con una fuerza que no podía negar, incluso si quisiera.
La veía doblando la ropa de los niños, cada prenda acomodada con una precisión que me hacía sonreír con diversión. Ya le había dicho que dejara que los empleados lo hicieran, pero la terquedad de mi esposa no tenía límites. Nunca seguía mis órdenes, y en el fondo, eso me gustaba. No era una mujer que se dejara guiar sin más; su carácter fuerte y su independencia siempre habían sido cualidades que admiré, incluso si no siempre estaba de acuerdo con ellas.
-Vasilisa, deja que los empleados se encarguen de eso -le dije, mi voz grave resonando en el aire. Pero ella no me escuchó, o más bien, hizo caso omiso, y continuó en lo suyo con la misma concentración. Algo en su actitud me arrancó una sonrisa.
Era un contraste perfecto: ella, siempre tan meticulosa, siempre tan decidida, mientras yo estaba acostumbrado a tener todo bajo control, a tomar las riendas de cada situación. Pero con ella... todo era diferente. Era como si su presencia desafiara mi necesidad de tenerlo todo bajo control, y eso me fascinaba.
Mi mujer, me encanta, me tiene a venerandola cuál diosa.
El atardecer caía lentamente sobre la isla, y la luz dorada bañaba a Vasilisa, haciéndola brillar aún más. Su cuerpo curvilíneo que parecía haber sido hecha para la belleza natural de este lugar. Era imposible no observarla. Era la perfección misma. Y aunque a veces su obstinación me exasperaba, la realidad era que no podía imaginar mi vida sin ella.
La isla, los niños, el atardecer... todo era perfecto. Pero, a pesar de la paz que me rodeaba, yo seguía siendo el mismo Antoni, el hombre que no podía abandonar la mafia ni siquiera en su luna de miel. Aunque en este momento, mirando a mi esposa y a mis hijos, comprendía que tal vez había algo más que podía buscar aquí, algo que nunca había tenido antes: felicidad.
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Mi obsesión
Фанфик"Vasilisa, una hermosa diseñadora de modas, se convierte en el objeto de deseo de Antoni, el poderoso y siniestro líder de la organización criminal conocida como La Pirámide. Con un corazón tan frío como el hielo y un alma corrupta, Antoni es el cre...