Vasilisa.
Desperté lentamente, sintiendo la suave luz del sol filtrarse a través de la ventana. Miré a mis hijos, todavía dormidos, y decidí dejarlos descansar un poco más. Sabía que el día sería largo y complicado. Me levanté con cuidado, intentando no hacer ruido, y me dirigí al baño. El agua caliente del grifo me abrazó al instante, y dejé que el vapor me envolviera mientras me duchaba. La sensación del agua deslizándose por mi piel me ayudaba a despejar la mente, aunque cada pensamiento se convertía en un eco de la angustia que llevaban mis entrañas.
Una vez que terminé, me vestí con la ropa que mi madre había dejado para mí. Opté por una blusa sencilla y unos pantalones cómodos; no tenía ganas de pensar en nada elaborado. Cuando finalmente bajé a la cocina, el aroma del desayuno recién hecho llenaba el aire, y allí estaban mis padres, sentados frente a la televisión. Sin embargo, algo en su postura me pareció extraño, como si ocultaran algo.
Al acercarme, noté que el televisor estaba sintonizado en una noticia de última hora. Mi corazón se aceleró al escuchar el nombre de la mafia, y antes de que pudiera procesarlo, mis padres apagaron rápidamente la pantalla. Una oleada de pánico me recorrió el cuerpo, y sin pensar, les quité el control remoto de las manos, encendiendo la televisión de nuevo.
Lo que vi me heló la sangre. La imagen era perturbadora, el rostro de una niña censurado, pero el dolor era palpable. El video mostraba el momento del asesinato, y en mi mente, todo se desmoronó. La niña, tan inocente, había sido un peón en este juego cruel. Me sentí atrapada en una pesadilla.
El control se me cayó de las manos, el sonido del impacto resonó en el silencio de la habitación. Sin poder contenerme, corrí hacia el baño, donde la angustia que había estado reprimiendo salió a raudales. Me arrodillé frente al inodoro, y cada arcada parecía llevarse un pedazo de mí. El horror de la situación me inundaba, y mientras vomitaba.
Me enjuago la boca apresuradamente, el sabor amargo en mi lengua no se disipa del todo. Intento calmarme, pero la presión en mi pecho me recuerda lo que acabo de ver. Justo cuando estoy secándome la cara, escucho los golpes suaves en la puerta.
-Vasi, por favor, abre -su voz es una mezcla de preocupación y urgencia.
Abro la puerta, sintiendo el aire pesado entre nosotras. No hace falta que diga nada para que vea el estado en el que me encuentro.
-Tengo que volver con Antoni -digo de golpe, sintiendo las palabras salir antes de poder detenerlas-. Si no lo hago, seguirá matando a más personas.
Los ojos de mi madre se ensanchan y rápidamente sacude la cabeza.
-No. No te vamos a perder otra vez. No dos veces -dice con firmeza. Las palabras son como un latigazo, pero no puedo dejarlo pasar.
-¿Perderme? ¿De verdad? -mi voz se eleva, llena de un dolor que ha estado acumulándose desde hace tiempo-. ¿Me perdieron cuando se alejaron de mí? Desde que Demon entró en mi vida, ustedes... -mi voz se rompe al recordar esos días en los que me sentí tan sola-. Ustedes decidieron apartarse. No me digan ahora que me "perdieron."
Mi padre aparece detrás de mi madre, su rostro duro, pero sus ojos muestran un dolor igual al mío. Mamá me mira, su expresión suavizándose, pero sus palabras siguen siendo firmes.
-Fue por eso mismo que no vamos a cometer el mismo error dos veces. No vamos a dejarte regresar a esa vida. No a él.
Mis labios tiemblan al escuchar a mi madre, pero antes de que pueda decir nada, las palabras salen atropelladas de mi boca.
-Mis hijos tampoco pueden soportar estar lejos de su padre. es más difícil para ellos.
Mi madre frunce el ceño y sus ojos se llenan de una frialdad que no había visto en mucho tiempo.
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Mi obsesión
Fanfiction"Vasilisa, una hermosa diseñadora de modas, se convierte en el objeto de deseo de Antoni, el poderoso y siniestro líder de la organización criminal conocida como La Pirámide. Con un corazón tan frío como el hielo y un alma corrupta, Antoni es el cre...