Antoni.
Una semana en la isla había pasado rápidamente. Demasiado rápido para mi gusto. Lucian y Demon estaban felices, y Vasilisa... mi ángel, brillaba en este paraíso. La veía disfrutar de cada momento en la playa, los juegos con los niños y nuestras noches de sexo, pero también notaba la sombra en sus ojos cada vez que mencionaba nuestro regreso a la mansión Mascherano. Sabía lo que significaba para ella, lo que temía. Sabía que asociaba la mansión con un encierro, con la pérdida de libertad.
No podía culparla. El comienzo de nuestra vida juntos no había sido fácil. Aún tenía que enfrentarme a ciertos problemas con la FEMF, y ese retorno a la rutina sería difícil para ella. Pero no había otra opción. Debíamos volver. Los negocios nunca se detenían.
La mañana de nuestro regreso, el cielo estaba despejado y el sol brillaba con fuerza mientras nos subíamos al barco. Lucian corría de un lado a otro del puerto, emocionado por el viaje. Demon, en brazos de su madre, miraba curioso todo lo que lo rodeaba, aunque apenas entendía lo que estaba sucediendo a su alrededor.
Vasilisa no decía mucho, pero la conocía lo suficiente para notar su reticencia. Mientras el barco surcaba las olas, me acerqué a ella y tomé su mano. No quería que sintiera que la volvía a meter en una jaula, pero sabía que así lo percibía.
-No estarás encerrada, mi ángel. Confía en mí. -susurré.
Ella me miró, esbozando una pequeña sonrisa que no llegó a sus ojos. Sabía que tenía que hacer más que palabras para ganarme su confianza completa.
El viaje continuó hasta que desembarcamos y nos subimos al coche que nos llevaría a la mansión. Lucian estaba emocionado, jugando con Demon en el asiento trasero, mientras ella miraba por la ventana, absorta en sus pensamientos.
-Vas a estar bien. -repetí, sabiendo que era un pobre intento de tranquilizarla.
Finalmente, llegamos a la mansión Mascherano. A lo lejos, las grandes puertas de hierro se abrieron para recibirnos. bajó del coche con Demon en brazos y Lucian corriendo a su alrededor. La tensión que ella tenía se notaba, aunque intentaba mantener la calma. Quería sorprenderla, darle algo que fuera completamente suyo, algo que demostrara que no solo la veía como una posesión, sino como alguien con sus propios sueños.
Le tomé la mano y la guié a través de los largos pasillos hasta una puerta que antes siempre había estado cerrada. Con una sonrisa ladeada, abrí la puerta y la dejé pasar primero.
El espacio que había preparado para ella era un estudio de diseño, con todas las herramientas que pudiera necesitar. Un lugar donde su creatividad pudiera volar, donde no habría límites ni cadenas. Los materiales, los colores, cada detalle había sido pensado para que fuera su refugio.
-Esto es para ti, mi ángel. Tu espacio.
Se quedó en silencio por un momento, mirando alrededor con los ojos llenos de asombro y emoción. Luego, lentamente, se volvió hacia mí, una sonrisa genuina curvando sus labios.
-Es... perfecto, Antoni. -susurró, sus ojos brillando.
Antes de que pudiera decir algo más, ella se acercó y me besó, con una intensidad que no esperaba. Era un beso de agradecimiento, pero también uno que llevaba consigo la promesa de que, al menos por un momento, había logrado que se sintiera libre.
-Gracias... -murmuró contra mis labios.
-Te amo esposa, te daría absolutamente todo lo que quisieras.
No mentía, le daría hasta mi jodido corazón que solo le pertenece a ella y a mis hijos.
Soy devoto a mi mujer en cuerpo y alma, la venero como se venera a lo más sagrado, y cada latido de mi corazón está destinado a ella y a su voluntad. No hay más poder sobre mí que el que ella tiene.
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Mi obsesión
Fanfiction"Vasilisa, una hermosa diseñadora de modas, se convierte en el objeto de deseo de Antoni, el poderoso y siniestro líder de la organización criminal conocida como La Pirámide. Con un corazón tan frío como el hielo y un alma corrupta, Antoni es el cre...