Vasilisa.
El sol del jardín caía suave sobre nosotras mientras me acomodaba en la silla frente a mi madre.
-¿Por qué no me contaste que estabas embarazada, Vasi? -preguntó, su voz suave pero cargada de dolor. Sus ojos se clavaban en los míos, buscando respuestas.
Suspiré, mirando mi taza de té, sin saber cómo explicarle todo lo que había pasado.
-Tenía otras cosas como prioridad, mamá -respondí, llevándome la taza a los labios.
El simple acto de beber el té me daba un segundo de tiempo, tiempo para pensar cómo explicarle lo que había vivido en la cabaña, lo que había sobrevivido. Allí, mis hijos, mi propia vida, estaban en peligro constante.
El embarazo... aunque importante, no podía ser mi preocupación principal.
Mi madre rompió en llanto, inesperadamente, sus lágrimas cayendo sobre el mantel. La vi temblar un poco, como si hubiera estado conteniéndose durante tanto tiempo, y ahora todo se derrumbaba.
-Perdóname -murmuró, su voz quebrada. Luego, me miró con una mezcla de tristeza y desconcierto-. No entiendo, Vasilisa. No entiendo cómo puedes vivir con Antoni, después de lo que te hizo. ¿Cómo puedes perdonarlo después de lo que sufriste?
Sentí como si me golpeara el pecho. Sabía lo que mi madre pensaba. Creía que me había abusado, que mi relación con él era una prisión impuesta. No era la primera vez que alguien lo asumía.
-Mamá, no es así -le dije en voz baja, pero firme-. Nunca me obligó a nada. Lo que pasó entre nosotros... fue porque yo también lo quería.
Ella negó con la cabeza, sin poder creerlo. Sus manos se aferraron a la taza, con fuerza.
-¿Cómo puedes decir eso? Él es el líder de la pirámide, un hombre peligroso... y tú... -Su voz se apagó, llena de amargura-. Te has convertido en la dama de la mafia.
-Mamá, yo no me meto en esos asuntos -le dije, mirando hacia el horizonte, intentando mantener la calma-. No tengo nada que ver con su vida... con ese lado de su vida. Y no quiero hacerlo, nunca lo quise.
No dijo nada por un momento, su mirada seguía fija en mí, pero algo en su expresión cambió. Podía sentirlo.
-¿Estás feliz, cariño? -preguntó finalmente, su voz baja y cansada, como si el peso de todo le estuviera quitando la energía.
Le sonreí, aunque fuera una sonrisa pequeña.
-Sí, estoy feliz. Estoy feliz de estar embarazada. Y aunque Antoni cree que es una niña, yo siento que es un niño. Si es así, lo llamaré Maximilian. Y si es niña, será Kiara.
La tristeza en los ojos de mi madre dio paso a una leve sonrisa. Sus lágrimas habían cesado, aunque todavía se podían ver los rastros en su rostro.
-Ser abuela... a pesar de todo... me hace feliz -dijo finalmente, dejando escapar un suspiro.
Me acerqué a ella, tomando su mano entre las mías. Sentí la calidez de su piel, el temblor de sus dedos.
De repente, vi a mi padre salir de la casa y unirse a nosotras. Su postura rígida y seria, como siempre, irradiaba esa autoridad que le era natural. Se sentó junto a mi madre, y por un momento, el silencio nos envolvió.
-Vasilisa -dijo finalmente, rompiendo la calma-. Las cosas en tus empresas van bien. Tu madre y yo hemos estado manejando todo desde que... bueno, desde que desapareciste.
Lo miré con atención, esperando más.
-Nicole -continuó- ya sacó la colección en la que estabas trabajando antes de... todo esto. Fue un éxito rotundo.
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Mi obsesión
Hayran Kurgu"Vasilisa, una hermosa diseñadora de modas, se convierte en el objeto de deseo de Antoni, el poderoso y siniestro líder de la organización criminal conocida como La Pirámide. Con un corazón tan frío como el hielo y un alma corrupta, Antoni es el cre...