Vasilisa.
Un mes después.
Han pasado cuatro meses desde que supe que estoy embarazada, y las cosas han cambiado más de lo que me hubiera gustado admitir.
Antoni y yo apenas nos vemos. Compartimos la misma casa, pero no nuestras vidas. Solo nos cruzamos en la cena, y en esas ocasiones no hay palabras, ni miradas. Es como si fuéramos dos sombras habitando un mismo lugar.
Me duele, claro que sí, pero no voy a permitir que un hombre, ni siquiera Antoni, me destruya. He pasado por demasiado para dejar que su odio me derrumbe.
Estoy en mi estudio, concentrada en terminar un vestido para Esmeralda y para mí. Ella ha sido mi amiga y mi confidente este tiempo, y aunque oficialmente ella dice que es mi sirvienta, nunca la he visto de ese modo. Cada puntada que doy me tranquiliza, es mi forma de desconectarme, de no pensar en lo que me rodea, en lo que duele.
Mi mano se detiene por un momento sobre el tejido. Mi vientre ha crecido, y esta vez todo parece ir bien. El bebé está fuerte. Sonrío un poco al recordar la última visita al médico. Es un alivio saber que ya no es un embarazo débil, Acaricio mi vientre, como si de algún modo pudiera comunicarme con la pequeña vida que crece dentro de mí.
De repente, Ali entra en el estudio. Me mira con la misma expresión tranquila de siempre.
-El auto ya está listo, señora -me dice con voz suave.
Asiento, guardando mis materiales de costura.
-Gracias, Ali. Ya voy.
Salgo de mi estudio, acomodando el vestido mientras bajo las escaleras. No quiero llegar tarde a la cita con mi doctora. Estos chequeos son lo único que me recuerda que aún hay algo positivo en medio de todo este caos.
La consulta es rápida, como siempre, pero esta vez hay algo especial. Estoy acostada en la camilla, mirando la pantalla mientras la doctora pasa el transductor por mi abdomen. El sonido del latido del bebé llena la sala, fuerte y constante. Me estremezco cada vez que lo escucho. Es real, está vivo.
La doctora sonríe.
-Todo está perfecto, Vasilisa. El bebé está sano, y ya podemos ver con claridad el sexo.
Levanto la mirada hacia ella, aunque ya sé lo que viene.
-No quiero saberlo -le digo con una sonrisa suave-. Prefiero esperar hasta el nacimiento.
La doctora asiente, respetando mi decisión.
-De acuerdo. Aquí tienes la ecografía de hoy.
La tomo en mis manos, observando la pequeña figura en la imagen. Es tan diminuto, pero al mismo tiempo, tan increíblemente fuerte.
Salgo del hospital con la ecografía en la mano, sintiéndome más ligera de lo que me había sentido en mucho tiempo. La brisa acaricia mi rostro mientras subo al auto, mirando por la ventana durante todo el camino de regreso. ¿Será que algún día Antoni y yo podremos reconstruir algo? La pregunta flota en mi mente, pero la ignoro. Ya no tengo espacio para suposiciones o sueños rotos.
Al llegar a casa, la primera melodía que escucho es la del piano. Sigo el sonido y encuentro a Lucian, mi pequeño, tocando con la precisión de alguien mucho mayor. Ludovico Einaudi. Me detengo por un momento en la entrada, observándolo. Mi corazón se llena de orgullo.
Me acerco despacio, tomando asiento a su lado en el banco del piano. Él no se detiene, concentrado en cada nota.
-Tocas hermoso, mi pequeño -le susurro.
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Mi obsesión
Fanfiction"Vasilisa, una hermosa diseñadora de modas, se convierte en el objeto de deseo de Antoni, el poderoso y siniestro líder de la organización criminal conocida como La Pirámide. Con un corazón tan frío como el hielo y un alma corrupta, Antoni es el cre...