capitulo 27

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Vasilisa.

Al llegar, sentí el frío aire cortante en mi rostro, pero ni eso lograba calmar el huracán dentro de mí. Bajamos del avión, rodeados por los soldados, y Lucian caminaba pegado a mí, sus pequeños puños cerrados con fuerza, listo para pelear si fuera necesario. Demon lloraba en mis brazos, cada gemido suyo era una daga en mi corazón, pero traté de mantener la calma, por ellos. Siempre por ellos.

Un soldado se acercó para tomarme del brazo, pero antes de que pudiera reaccionar, Lucian se abalanzó sobre él con una fuerza que no sabía que tenía, golpeándolo con todas sus fuerzas.

-¡No toques a mi madre! -gritó, sus ojos ardiendo de furia.

-¡Lucian! -grité, tratando de detenerlo, pero él no retrocedió.

No lo había visto antes, esa furia. Era igual a la de su padre. Era la herencia de Antoni, esa rabia salvaje que brotaba de él cuando sentía que algo le arrebataban.

Jackson, quien había estado observando todo en silencio, se acercó y puso una mano en el hombro del soldado.

-Déjalo. No toques al niño -ordenó, su tono firme. El hombre soltó mi muñeca de inmediato, retrocediendo.

Sin soltar a Demon, me agaché frente a Lucian, rodeándolo con un brazo.

-Estoy bien, cariño. Todo está bien, ¿sí? -Le dije, besando su frente. Su cuerpo temblaba, pero no era solo por el frío. Era la rabia, el miedo... y algo más. Algo que no podía controlar.

Mi pequeño me miró con los ojos llenos de lágrimas, pero asintió, permitiéndome calmarlo. Lo alcé, como si su peso no significara nada para mí, aferrándolo junto a Demon. Caminamos hacia el auto que nos esperaba, y subimos sin decir una palabra.

El viaje fue silencioso, con solo los llantos ahogados de mi bebé rompiendo el silencio sepulcral que nos envolvía.

Cuando llegamos a la cabaña, el paisaje gélido y desolado se alzaba como un recordatorio de lo lejos que estaba de todo lo que conocía. Me sentí más sola que nunca, rodeada de aquellos que no eran mi familia, sin saber qué esperar. ¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo permití que esto sucediera?

Al entrar en la cabaña, lo primero que vi fueron sus rostros.

Mi padre y mi madre.

Ambos se levantaron tan pronto como crucé el umbral, sus rostros llenos de emoción. A pesar de todo lo que habían pasado, a pesar del tiempo y la distancia, su mirada aún era la misma: llena de preocupación y amor por mí. Mi madre fue la primera en acercarse, las lágrimas llenando sus ojos, mientras mi padre la seguía con pasos rápidos.

-Vasilisa -murmuró mi madre, extendiendo sus brazos para abrazarme, pero Lucian se interpuso entre nosotras, sus manos levantadas en un gesto de protección, mirando a mis padres con desconfianza.

-¡No, la toquen! -gritó, y lo sentí temblar en mis brazos, aferrándose a mí con toda su fuerza.

-cariño, está bien... -susurré, tratando de calmarlo, mientras mi corazón latía dolorosamente en mi pecho.

Mis padres de detuvieron en seco, intercambiaron miradas, sabían que las cosas habia cambiando Pero no tenían idea de cuanto.

Gracias por el dato, ahora que comprendo mejor la relación entre Vasilisa y Antoni, puedo ajustar la narración para que refleje sus sentimientos y el conflicto interno que experimenta por haber aceptado su ayuda.

El sonido del viento helado golpeando la ventana de la cabaña era un reflejo de la tormenta en mi interior. Estaba aquí, rodeada de mi familia, pero mi corazón latía con un dolor sordo, lejos de este lugar, lejos de Jackson y de sus promesas vacías de protección. Más que nada, lejos de Antoni.

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