capitulo 22

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Vasilisa.

Me desperté antes que los niños, disfrutando de esos breves momentos de calma antes de que el día comenzara en serio. Me deslicé fuera de la cama, asegurándome de no hacer ruido para no despertar a Lucian ni a Demon. El agua caliente de la ducha me ayudó a despejarme, pero mi mente seguía ocupada con lo sucedido la noche anterior. Traté de sacudir esos pensamientos y concentrarme en la rutina.

Después de vestirme y cepillarme los dientes, regresé a la habitación y me acerqué a ellos. Me incliné primero sobre Lucian, que dormía profundamente, y lo desperté con suaves besos en la frente. Parpadeó, aún adormilado, y luego sonrió al verme.

-Buenos días, mi amor -le dije en voz baja, y él, como siempre, respondió con su sonrisa soñolienta.

Luego fue el turno de Demon. Apenas lo toqué, comenzó a retorcerse y a quejarse, su pequeño rostro enrojeciendo. Siempre odiaba que lo despertara. Le sonreí con ternura mientras lo levantaba en brazos, aunque su llanto comenzaba a llenar la habitación.

-Ya, ya, Demon... -le susurré, meciéndolo suavemente mientras me acomodaba para amamantarlo.

Luego de alimentarlo, me dediqué a bañar a Lucian, quien insistió en hacer casi todo solo, pero aún necesitaba mi ayuda con algunos detalles. Él, tan independiente, estaba creciendo tan rápido que a veces me costaba seguirle el ritmo. Cuando terminamos, los tres bajamos a desayunar.

La mesa ya estaba lista, y mientras Lucian se sentaba emocionado por lo que le habían preparado, yo seguía con Demon en brazos. A los pocos minutos, escuché pasos en la puerta. Miré hacia arriba y vi a Antoni entrando al comedor. Tan pronto como Lucian lo vio, su cara se iluminó y saltó de su asiento para correr hacia su padre.

-¡Papá! -gritó, y Demon, al ver la reacción de su hermano, comenzó a agitar sus pequeñas manos, claramente feliz también.

Se inclinó para recibir a Lucian en un abrazo y luego se acercó a mí para besar a Demon en la frente. Yo observé la escena con una sonrisa.

-Estás más hermosa cada día, mi ángel- susurro para mí.

No pude evitar sonreír y le di un beso suave en los labios, pero apenas me separé, escuché a Lucian refunfuñar desde su asiento.

-¡Mamá, no lo beses! -dijo, cruzando los brazos con el ceño fruncido, claramente molesto.

Antoni soltó una risa y le lanzó una mirada juguetona a nuestro hijo.

- Piccolo ¿estás celoso? -bromeó, inclinándose hacia el-. ¿No sabías que tu mamá es mía?

Lucian, sin dudarlo, continuó con su pequeño arranque de celos y me miró con ojos expectantes.

-Mamá, ¿tú eres mía, verdad? -preguntó, esperando mi respuesta.

Me reí suavemente ante su insistencia, y decidí seguirle el juego, acariciando su cabeza con cariño.

-Claro que sí, mi amor -dije, mirándolo con ternura-. Soy tuya y de Demon, los dos tienen a mamá.

Lucian sonrió triunfante mientras su padre lo observaba, divertido.

-Tienes suerte, pequeño -dijo Antoni, aún con una sonrisa-. Pero no te olvides de que yo también la cuido.

Lucian, satisfecho con la respuesta, se volvió hacia su desayuno, mientras Antoni y yo intercambiamos una mirada cómplice.

••••••

Antoni.

Entré en mi laboratorio, Este era el lugar donde los traidores pagaban con su sangre. Observé los informes de mi última operación en Rusia, recordando cómo había acabado con la Bratva, una serpiente a la que corté la cabeza. Cada asesinato había sido un deleite, un ritual de poder y dominio que me llenaba de satisfacción. La brutalidad que había infligido sobre ellos era solo un eco de mi esencia: el Demonio.

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