Antoni.
Regresar a Italia siempre me genera una mezcla de emociones. Este país es mi reino, el lugar donde controlo todo, pero también donde mis demonios se sienten más cómodos. Sin embargo, ahora, mientras observo a mi familia en este auto, siento una extraña paz.
Piccolo está mirando por la ventana, absorto en sus pensamientos, quizás recordando sus s aventuras de la villa. Mi corvo está en los brazos de su madre, completamente satisfecho después de alimentarse. Pero mi mirada, mi mente, está completamente en ella... mi ángel.
Vasilisa tiene esa habilidad, esa maldita forma de hacer que todo en mi vida gire en torno a ella sin siquiera darse cuenta. La forma en que sostiene a nuestro hijo, la suavidad con la que lo toca, la paz que irradia mientras lo alimenta... me vuelve loco.
-Sei magnifica, Ángel -murmuro, sin apartar la vista de ella. No necesito más palabras, ella sabe lo que significa cuando la miro así.
Me sonríe, esa sonrisa suave que siempre me ha jodido la cabeza, como si no supiera el poder que tiene sobre mí. Demon se queda dormido, y ella lo acomoda con esa delicadeza que solo una madre tiene. Me inclino hacia Lucian, mi Piccolo, y le acaricio la mejilla.
-Cuando lleguemos a casa, te enseñaré algo nuevo con el piano -le digo en voz baja. Él asiente, aunque el cansancio ya se refleja en su pequeño rostro.
Pero mi mente no tarda en regresar Siempre a ella. La miro una vez más, admirando cada detalle. La curva de su vientre, donde nuestra principessa crece, su piel de porcelana, esa mirada que me desarma cada vez.
-No puedo esperar a tenerte solo para mí, ángel -le susurro, sabiendo exactamente lo que estoy provocando en ella. Lo veo en sus ojos, esa chispa que siempre aparece cuando sabe que mis palabras son más una promesa que una simple frase.
Ella desvía la mirada por un segundo, como si intentara ignorar el calor que se cuela entre nosotros. Pero lo sé. Sé que no puede escapar de lo que soy para ella, de la misma manera que yo nunca podría dejar de adorarla.
Veinte días en lo que no hubo mas que arena, sal y mi esposa. Después de aquella noche en la playa, todo fue un maldito desenfreno. Cada mirada, cada roce.... Me exitaba, vasilisa tenía esa forma de provocarme sin siquiera intentarlo. Una vez que comenzamos, no pude detenerme.
No me basta con solo una vez, la quiero siempre, en la villa, en la ducha, en la cama, contra cualquier pared que encontrara, y ella me seguía el ritmo. Cada gemidos suyo era como gasolina en mi sangre, y yo.... bueno yo me aseguro que cada uno de sus caprichos quede sastifecho.
Veinte días, y ninguno de ellos la dejé descansar.
Nos bajamos del coche, yo con demon en brazos, mientras ella toma de la mano a Lucian. Al cruzar la puerta de la mansión, mi humor se oscurece de inmediato. Allí están. Philips, Bernardo, Domenico, Dalila, Ivanna... y mi maldito padrino Angelo junto a Franchesca. Todos reunidos en mi casa sin que nadie les haya pedido venir. Mi mandíbula se tensa.
-¿Qué carajo hacen aquí?- suelto sin molestia alguna en ocultar mi enojo.
Philips me mira con esa expresión de falsa calma.
-Esperábamos a Lucian para darle los regalos que le prometimos.
Mi hijo corre hacia ellos, abrazando primero a Philips, luego a Bernardo y finalmente a Domenico. Lo veo ir también hacia sus primas Dalila e Ivanna, pero a Franchesca... la ignora por completo. No puedo evitar sonreír internamente. Ha aprendido bien.
Mis ojos se mueven hacia Vasilisa que, siempre tranquila, les devuelve el saludo a las chicas y se sienta en el sillón para ver cómo abre los regalos. Yo tomo asiento junto a ella, con Demon en mi regazo, aún sintiendo la sangre hervir al ver a esta maldita familia en mi hogar.
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Mi obsesión
Fanfiction"Vasilisa, una hermosa diseñadora de modas, se convierte en el objeto de deseo de Antoni, el poderoso y siniestro líder de la organización criminal conocida como La Pirámide. Con un corazón tan frío como el hielo y un alma corrupta, Antoni es el cre...