capitulo 48

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Vasilisa.

Los días de diciembre pasaron volando, llenos de emoción y anticipación por las fiestas. La mansión se había transformado en un verdadero paraíso invernal. Con Lucian a mi lado, decoramos el árbol de Navidad, mientras el pequeño Demon gateaba por el suelo, jugando con los adornos que caían de las manos de su hermano mayor.

-Mamá, ¿cómo sabe Santa Claus lo que quiero? -preguntó, sus ojos brillando de curiosidad.

Sonreí, disfrutando de sus preguntas.

-Bueno, cariño, Santa tiene una lista en la que anota quiénes han sido buenos y quiénes no. Él también escucha lo que decimos, así que siempre debemos ser amables y agradecidos.

Lucian frunció el ceño, pensativo.

-¿Y si me porto mal?

-Si te portas mal, puede decidir no traerte lo que pediste, pero siempre hay oportunidades para redimirte -le expliqué mientras colgaba una bola brillante en la rama más baja del árbol.

-¿Y qué pasa si un niño no tiene casa? -su voz era seria, y sentí un nudo en mi estómago.

-Santa siempre encuentra la manera de llegar a todos los niños, sin importar dónde estén. Él se asegura de que todos tengan algo especial en Navidad.

Demon comenzó a balbucear, como si entendiera la conversación, y me hizo reír.

-¿Ves? Incluso él cree en la magia de Santa.

Lucian sonrió, pero aún había una sombra de preocupación en su rostro.

-¿Crees que Santa vendrá a nuestra casa?

-Claro que sí. Nuestra casa está llena de amor, y eso es lo que más le gusta a Santa Claus. -Lo abracé con cariño y le di un beso en la frente-. Ahora, ayúdame con esa estrella.

Mientras levantábamos la estrella para coronar el árbol, me di cuenta de que estos momentos, llenos de risa y complicidad, eran los que verdaderamente hacían que la Navidad fuera especial. Cada pequeño detalle que decorábamos juntos se convertía en un recuerdo, y me sentía agradecida de poder compartirlo con mis hijos.

••••••

Luego de una semana de preparar el árbol, por fin había llegado. La emoción vibraba en el aire mientras entraba a nuestra habitación, donde me encontró buscando el vestido perfecto entre varias prendas nuevas que había comprado para la ocasión.

-Usa el que te regalé -dijo, con una sonrisa segura en su rostro.

-Lo probé, pero no me entra -respondí.

-No te preocupes por eso. Te compraré la tienda entera si es necesario -aspecto, haciéndome reír a pesar de mi incomodidad. Siempre sabía cómo hacerme sentir mejor.

Finalmente, encontré un vestido que me gustaba, pero decidí no mostrárselo aún. Al mirarme en el espejo, sentí un cosquilleo de emoción por el evento.

-Los niños usarán trajes esta noche. Estoy tan ansiosa por verlos -le conté mientras seguía revisando mi atuendo. -Se verán tan hermosos.

-Sí, lo estarán -dijo con orgullo-. Pero también debo avisarte que Philips y Bernardo vendrán a cenar y también Domenico.

-¡Qué bien! Me gusta que estén aquí -respondí, sintiendo que esa noche se llenaría de alegría y risas.

Philips y su primo junto a su pequeño Domenico siempre traían una energía especial, y el hecho de que fuera la Navidad hacía que todo se sintiera aún más mágico.

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