𝖇𝖑𝖊𝖊𝖉𝖎𝖓𝖌 𝖍𝖊𝖆𝖗𝖙𝖘 (𝙰𝚕𝚊𝚜𝚝𝚘𝚛 𝚡 𝙻𝚎𝚌𝚝𝚘𝚛𝚊) [1]

| 𝓘𝓷𝓯𝓪𝓷𝓬𝓲𝓪 |

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Los recuerdos de Alastor a menudo se entremezclaban con la violencia, con los gritos y el sonido de vidrios rompiéndose.

Desde muy pequeño, su vida había sido una constante tormenta, un ciclo de gritos y silencios insoportables que acechaban cada rincón de su hogar.

Su padre, un hombre blanco de temperamento cruel, y su madre, una mujer de color fuerte pero atrapada, eran el reflejo de todo lo que estaba mal en su mundo.

Alastor, apenas un niño, veía cómo su madre era sometida al abuso constante. Cada vez que su padre volvía ebrio, las sombras de la noche parecían alargarse más.

Pero en medio de ese caos, estaba su madre.

Una mujer fuerte, de piel suave como la caoba y ojos llenos de una bondad inquebrantable.

A pesar de todo lo que sufría, ella siempre encontraba una forma de sonreírle a Alastor.
Su cariño era lo único que mantenía al niño cuerdo en ese infierno.

A pesar de todo lo que sufría, ella siempre encontraba una forma de sonreírle a Alastor. Su cariño era lo único que mantenía al niño cuerdo en ese infierno.

"Nunca olvides que eres especial, Alastor"

Le decía mientras le acariciaba el rostro después de cada una de las brutales peleas con su padre.

"Tienes una luz dentro de ti que nadie puede apagar."

Él se aferraba a ese amor, buscando refugio en el calor de sus abrazos, en la dulzura de su voz. Alastor l era un niño de mamá, y para él, su madre lo era todo.

Cada vez que su padre lo golpeaba, su madre estaba allí, sanando sus heridas, prometiéndole que algún día todo mejoraría.

Pero Alastor sabía que esas promesas eran vacías, que el mundo nunca cambiaría para ellos.

Una noche, cuando Alastor era apenas un adolescente, su vida dio un giro definitivo.

Su padre llegó más ebrio que de costumbre, tambaleándose por la puerta con los ojos enrojecidos y las manos temblorosas.

Alastor lo vio desde el rincón de la habitación, intentando desaparecer entre las sombras.

Sabía lo que venía.

"¡Maldita sea, mujer!"

Gruñó su padre, buscando a su madre con una furia incontrolable.

" ¡No puedes esconderlo de mí!"

Su madre intentó protegerlo, como siempre lo hacía, interponiéndose entre él y la furia de su padre.

Pero esa noche fue diferente.

El hombre había dejado a su madre inconsciente en el suelo,con tantos golpes mientras que había un enorme charco rojo debajo de su cabeza.

Cuando el hombre levantó la mano para golpear a su Alastor, el lo detuvo, tomando un cuchillo de la cocina con manos temblorosas.