| 𝓢𝓪𝓷𝓪 𝓒𝓸𝓷𝓿𝓲𝓿𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 |

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El ambiente en la casa de Charles y _____ se había vuelto denso, como si el aire mismo estuviera cargado de electricidad estática, esperando el momento para desatar una tormenta.

Charles, con su carácter afable de siempre, trataba de mantener la calma y seguir con la rutina habitual, pero incluso él no podía ignorar la creciente tensión entre ellos.

Los días que habían pasado juntos desde su regreso eran un constante tira y afloja, cada conversación parecía un campo minado.

En la mesa, durante las comidas, las palabras que antes fluían con naturalidad ahora estaban llenas de subtextos y reproches disfrazados de trivialidades.

"_____, ¿podrías pasarme la sal?"

Pidió Charles con un tono controlado, aunque su mirada reflejaba su irritación por la atmósfera incómoda que los rodeaba.

Ella asintió en silencio, pasando el salero sin siquiera mirarlo a los ojos.

Charles suspiró, sus dedos tamborileando sobre la mesa.

"¿Es que no puedes decirme lo que te molesta, _____? ¿Por qué estamos así?"

_____ lo miró fugazmente, pero su respuesta no llegó. La frustración de Charles era palpable, y con cada día que pasaba, parecía acumularse más y más.

"¡Por el amor de Dios, _____!"

Explotó finalmente, dejando caer los cubiertos en la mesa.

"¿Qué te pasa? ¿Es que ya no soy suficiente para ti?"

_____ se levantó abruptamente, su silla chirriando en el suelo.

"No es eso, Charles. Es... es todo esto, nosotros. Ya no sé cómo lidiar con esta situación."

Charles la miró con una mezcla de dolor y furia.

"¿Y qué situación es esa? ¿El hecho de que trato de ser el mejor esposo posible para ti? ¿De que hago todo lo que puedo para que estés feliz?"

Pero _____ ya no quería discutir más.

La misma escena se repetía una y otra vez: una confrontación que terminaba en un silencio incómodo y doloroso.

Necesitaba espacio, aire.

Sin decir una palabra más, se dirigió hacia la puerta.

"¿A dónde vas ahora?"

Preguntó Charles, su tono cargado de resignación.

"Voy a caminar,"

Respondió _____ con la voz apagada, sin volverse a mirarlo.

"Necesito pensar."

Salió de la casa, sintiendo cómo la tensión comenzaba a desvanecerse con cada paso que daba.

La noche había caído sobre la ciudad, y el aire fresco le ayudó a aclarar un poco sus pensamientos, aunque el torbellino de emociones seguía presente.

Mientras caminaba por las calles adoquinadas, _____ trataba de ordenar sus sentimientos.

Sabía que las cosas con Charles estaban llegando a un punto de quiebre, pero tampoco podía dejar de pensar en Alastor y en cómo había evitado enfrentarse a lo que realmente sentía por él.

De repente, lo vio.

A unos metros frente a ella, Alastor estaba allí, bajo la luz tenue de una farola, con las manos en los bolsillos y una expresión inescrutable.

El encuentro era inevitable.

_____ sintió su corazón acelerarse, pero hizo un esfuerzo consciente por no demostrarlo.

Con la cabeza en alto, pasó por su lado, fingiendo no verlo.

Sin embargo, no llegó muy lejos.

La mano de Alastor se cerró firmemente alrededor de su muñeca, deteniéndola en seco.

"_____,"

Dijo su voz baja, casi un susurro en la noche.

"Déjame ir, Alastor,"

Respondió ella, su tono frío pero tembloroso.

Alastor la observó en silencio por un momento, sus ojos oscuros reflejando algo que ella no podía descifrar.

"No. No te irás hasta que hablemos."

_____ trató de zafarse, pero la firmeza de su agarre le hizo comprender que no se lo permitiría.

Finalmente, exhaló un suspiro resignado.

"¿Qué quieres, Alastor? No hay nada que decir."

"Al contrario,"

Replicó él, suavizando un poco su agarre pero sin soltarla.

"Hay mucho que decir, _____. Y no puedes seguir huyendo de mí... ni de lo que sientes."

La intensidad en la voz de Alastor hizo que _____ levantara la vista para mirarlo a los ojos, y por un momento, el mundo a su alrededor desapareció.

Todo lo que existía eran ellos dos, atrapados en esa encrucijada emocional.

"Alastor, no puedo..."

Comenzó _____, pero su voz se apagó.

"¿No puedes o no quieres?"

La desafió él, sin apartar la mirada.

"Ambas,"

Admitió finalmente, sintiendo que la verdad salía a la luz, desnuda y vulnerable.

"No puedo porque... no es correcto. Y no quiero porque... porque sé que si lo hago, no habrá vuelta atrás."

Alastor se acercó un poco más, sus dedos aún aferrados a su muñeca, pero esta vez con una suavidad que la sorprendió.

"_____, ya hemos cruzado esa línea. Negarlo no cambiará nada. Lo que sientes, lo que siento... no desaparecerá porque lo ignores."

_____ sintió una lágrima rodar por su mejilla, y rápidamente la limpió con la mano libre.

"Es complicado, Alastor. No puedo simplemente..."

"Sí puedes,"

La interrumpió él, con una determinación que le dio fuerzas.

"Y lo harás, cuando estés lista. Pero no voy a dejarte escapar tan fácilmente."

Finalmente, _____ asintió lentamente, aceptando la realidad de lo que Alastor decía.

No era una conversación que pudieran resolver en un instante, pero al menos era un comienzo.

Alastor soltó su muñeca, dándole espacio para respirar.

"Está bien,"

Dijo _____, bajando la mirada.

"Hablemos... pero no aquí."

Alastor asintió, entendiendo que esto era un paso importante.

Juntos, caminaron hacia un lugar más privado, donde las sombras de la noche podrían ocultar lo que se avecinaba entre ellos.


Juntos, caminaron hacia un lugar más privado, donde las sombras de la noche podrían ocultar lo que se avecinaba entre ellos

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𝖇𝖑𝖊𝖊𝖉𝖎𝖓𝖌 𝖍𝖊𝖆𝖗𝖙𝖘 (𝙰𝚕𝚊𝚜𝚝𝚘𝚛 𝚡 𝙻𝚎𝚌𝚝𝚘𝚛𝚊) [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora