1: Antes de la gira

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El sol caía despacio sobre la ciudad de Madrid, cubriendo los edificios de una cálida luz dorada mientras el coche negro avanzaba por las avenidas llenas de tráfico. En la parte trasera, Chiara Oliver observaba distraídamente su reflejo en la ventana. Los últimos meses habían sido vertiginosos: conciertos, entrevistas, sesiones de fotos, sin apenas un respiro. Y ahora, camino al ensayo general para su primera gira internacional, sentía cómo la presión comenzaba a apretar en su pecho.

Su teléfono vibró en el asiento de al lado. Jasmine, su hermana menor, le había enviado una foto de Joey, el pequeño de la familia, con una sonrisa de oreja a oreja, sosteniendo un dibujo de una guitarra eléctrica. "Quiere ser como tú," decía el mensaje, seguido de emojis de corazones y flores. Chiara sonrió, pero su expresión se desvaneció tan rápido como había aparecido. Había pasado meses sin ver a sus hermanos, ocupada con la fama que, aunque deseada, a veces la dejaba sintiéndose sola.

El coche se detuvo frente a un edificio industrial. Antes de que pudiera tomar el bolso, la puerta del coche se abrió. Al otro lado estaba Violeta, su guardaespaldas. Desde que la menorquina había alcanzado la fama, Violeta había sido la sombra constante en su vida. Pero no era solo una cuestión de seguridad. Violeta, con su pelo rojo brillante y su mirada firme, mantenía una distancia casi fría. Era profesional, imperturbable.

—Gracias —dijo Chiara mientras salía del coche, buscando la mirada de su guardaespaldas, pero los ojos marrones de Violeta estaban enfocados en otra cosa. Su postura tensa, como siempre, analizaba cada rincón a su alrededor.

—El equipo ya está dentro —informó Violeta con tono firme, sin dejar que su mirada se posara en Chiara por mucho tiempo. La guardaespaldas siempre había sido reservada, enfocada en su tarea, casi inaccesible. A veces, Chiara sentía curiosidad por saber más de ella, pero sabía que sería un terreno prohibido.

Dentro del edificio, el eco de la música retumbaba en las paredes. Ruslana, la coreógrafa, estaba en pleno trabajo. Su cabello ondulado y anaranjado recogido en un moño desordenado, daba órdenes con energía. A su alrededor, los bailarines seguían cada uno de sus movimientos con precisión.

—¡Kiki! —gritó Ruslana al verla entrar, corriendo hacia ella con una sonrisa amplia—. ¡Hoy te vamos a exprimir!

Chiara forzó una sonrisa, disimulando su agotamiento. Le gustaba la energía de Ruslana, pero había días en que todo el mundo a su alrededor parecía tener más control sobre su vida que ella misma. Violeta, mientras tanto, se movía discretamente hacia un lado de la sala, tomando su lugar habitual: cerca, pero siempre a una prudente distancia. Martin, el maquillador, apareció poco después, saludando con una sonrisa amable.

—¿Lista para brillar? —bromeó, haciendo un gesto para que se sentara frente al espejo. —No me mires así. Me ha llamado Noemí y me ha dicho que tienes que subir una historia con los ensayos hoy. ¿No querrás salir con esa cara de haber sido asesinada hace una semana, verdad?

Mientras Martin comenzaba a trabajar, Chiara dejó que el brillo de las luces del tocador la distrajera. Aunque su atención se desvió, por un segundo, hacia Violeta. Su mente vagó, pensando en lo poco que sabía de la mujer que había estado protegiéndola durante meses. Violeta no hablaba mucho, y cuando lo hacía, siempre era sobre temas relacionados con el trabajo. No sabía prácticamente nada de su vida personal ni cómo se relacionaba con gente como Denna y Álex, quienes formaban parte de su propio círculo de amistades. Fue a través de eventos y conciertos que Chiara los había conocido, y aunque no era algo que sucediera a menudo, siempre le había parecido curioso cómo se movían en mundos distintos pero cercanos.

Martin continuaba charlando sobre los preparativos para la sesión de fotos que tenían esa semana, pero Chiara solo asentía distraídamente. Su mente no paraba de darle vueltas a Violeta, como si hubiera algo detrás de aquella actitud distante que la intrigaba más de lo que quería admitir.

CONDENA Y TULIPANES - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora