CONDENA Y TULIPANES - KIVI

7: El primer concierto de la gira

Violeta permanecía en las sombras, oculta entre los bastidores, observando cómo el espectáculo llegaba a su fin. Chiara, aún resplandeciente bajo las luces del escenario, levantaba los brazos con entusiasmo, despidiéndose del público francés. El rugido de la multitud llenaba el espacio, los aplausos eran ensordecedores y Chiara parecía absorber toda esa energía con una sonrisa radiante.

—Merci, París! —gritó la cantante, su voz emocionada mientras lanzaba besos al aire—. ¡Gracias por este espectacular comienzo de gira! Je t'aime! ¡Os quiero!

El telón cayó y Chiara salió trotando del escenario con una risa que resonaba de pura felicidad. El equipo, ya reunido en el backstage, la recibió con gritos de emoción. Abrazos, saltos y felicitaciones llenaban el espacio mientras todos celebraban el éxito del primer concierto de la gira. Violeta se mantuvo al margen por unos momentos, observando cómo Chiara abrazaba a Ruslana y Martin, cómo las risas se mezclaban con el sudor y el agotamiento. Aunque sabía que era solo un trabajo, una parte de ella no podía evitar sentir un orgullo silencioso. Había sido un espectáculo impresionante y ver a Chiara brillar sobre el escenario le provocaba una mezcla de admiración y una emoción más profunda, más compleja.

Cuando el bullicio comenzó a calmarse un poco, Violeta se acercó a Chiara, con la intención de felicitarla. La cantante estaba de espaldas, bebiendo agua y hablando con Ruslana, pero al girarse y ver a Violeta, su rostro se iluminó aún más.

—Lo has hecho increíble, Chiara —dijo Violeta con su tono habitual, aunque había un matiz suave en su voz.

Chiara, todavía llena de adrenalina, no pudo contenerse. Antes de que Violeta pudiera siquiera reaccionar, Chiara la abrazó con fuerza, apretándola contra su cuerpo.

—Gracias, Vivi —le susurró al oído, su voz entrecortada por la emoción.

Antes de que Violeta pudiera responder, sintió los labios de Chiara rozando su mejilla en un gesto efusivo. No fue un beso completo, solo un contacto rápido y accidental cerca de la comisura de sus labios, pero fue suficiente para hacer que el estómago de Violeta se revolviera. Un leve calor subió desde su cuello hasta sus mejillas y la sorpresa la dejó sin palabras por un segundo. Pero antes de que pudiera reaccionar o decir algo, Martin apareció de repente, tirando de Chiara con una risa desbordante.

—¡Tía, lo has hecho de lujo! —gritó Martin, sacudiéndola con emoción mientras ambos empezaban a saltar como niños—. ¡París es nuestro!

Chiara se dejó llevar, soltando a Violeta y sumándose al caos festivo del equipo. Violeta observó la escena, aún procesando el momento que acababa de compartir con Chiara, ese roce inesperado que la había dejado con una extraña mezcla de emociones. Justo en ese momento, Noemí apareció a su lado. Siempre con su carácter pragmático, aunque también satisfecha por el resultado del concierto.

—Violeta, vas a tener que quedarte unas horas más —dijo Noemí en voz baja, mientras observaba a Chiara rodeada de su equipo—. Hemos reservado una nave cerca para cenar y celebrar un poco. Nada muy loco, porque el vuelo a Berlín es mañana temprano, pero ya sabes cómo son estas cosas. Alguien tiene que mantener todo en orden.

Violeta asintió sin protestar. Sabía que era parte de su trabajo, pero tras la intensidad del concierto y los momentos de tensión previos, sentía el cansancio acumulándose en su cuerpo. Aun así, no iba a dejar que se notara. Su deber era claro y lo cumpliría como siempre.

—Entendido. Me encargaré de que todo esté bajo control —respondió, recuperando su habitual profesionalismo.

Noemí le dio una palmada en el hombro antes de alejarse para unirse a la celebración. Violeta volvió a fijar la mirada en Chiara, quien seguía en el centro del grupo, riendo y compartiendo la alegría con los demás. Pero ya no era solo su artista la que veía frente a ella. Había algo más que no podía ignorar. El eco del beso en su mejilla, ese contacto fugaz pero eléctrico, seguía presente en su mente, ineludible.