El aire estaba cargado de energía y satisfacción después del concierto en Berlín. Todo había salido a la perfección: el público había respondido con euforia, las luces y el sonido habían funcionado sin problemas y Chiara había brillado en el escenario como de costumbre. Aun así, a pesar del éxito, algo en Chiara se sentía apagado. Quizás era el cansancio acumulado de la gira, o tal vez era la constante presión que sentía tanto en el trabajo como en su vida personal.
—¡Increíble actuación! —dijo Ruslana, aún emocionada, mientras salían del backstage.
—Estuviste brutal, Chiara. No sé cómo lo haces, cada noche te superas —añadió Martin, maquillador y amigo cercano de la cantante. —Esto hay que celebrarlo.
Chiara, normalmente animada tras un show, apenas esbozó una sonrisa. Sentía su cuerpo pesado y el estómago revuelto, como si estuviera a punto de enfermar.
—Gracias, chicos, pero creo que voy a ir al hotel directamente. Estoy cansada y no me encuentro bien —respondió mientras se apoyaba ligeramente en Violeta, que siempre estaba a su lado.
El equipo solía tener la tradición de salir a celebrar después de cada concierto, ya fuera con una cena o alguna fiesta privada, pero esta vez, Chiara no estaba de humor.
—¿Seguro? —Ruslana la miró con preocupación—. Podemos ir a algún lugar tranquilo, no tiene que ser una locura.
—De verdad, prefiero descansar —insistió Chiara, apretando ligeramente los labios.
—Vale, entonces yo voy contigo —respondió Ruslana, sin dudar.
—Yo también —añadió Martin, levantando una mano—. No te preocupes, haremos guardia en el hotel mientras descansas.
—Yo me encargaré de que no te molesten —comentó Violeta, de manera automática.
Sin embargo, Noemí, la jefa de seguridad, intervino rápidamente.
—Ven con nosotros, Violeta. Tu jornada ya ha terminado —dijo, con tono firme pero suave—. Has estado al pie del cañón todo el día.
Violeta abrió la boca para replicar, pero Chiara se adelantó.
—No pasa nada, Noemí. Tampoco tengo muchas ganas de fiesta. Estoy cansada —dijo, su voz tranquila pero decidida.
La mirada de Noemí pasó de Chiara a Violeta, y luego de nuevo a Chiara. No estaba convencida, pero tampoco quería insistir demasiado delante de todo el equipo. Asintió una vez y se dispuso a organizar la salida.
—Vale, pero antes de que os vayáis... Violeta, necesito hablar contigo un momento.
Violeta miró a Chiara, quien asintió para darle permiso. Martin y Ruslana ya estaban llamando al chófer para organizar el regreso al hotel. Chiara comenzó a caminar hacia la salida con ellos, dejando a Violeta y Noemí unos pasos atrás, en una esquina más discreta. Una vez que se aseguraron de que nadie las estaba observando, Noemí habló, con el rostro más serio de lo habitual.
—¿Qué te ha pasado en la cara? —preguntó, señalando las marcas y cortes que aún se podían ver en el rostro de Violeta. Las heridas, hechas por Nikolay durante el secuestro, eran visibles aunque las había cubierto lo mejor que pudo.
Violeta sonrió con ese aire de seguridad que siempre proyectaba, intentando minimizar el asunto.
—Nada grave. Un tipo intentaba colarse en el hotel hace unos días. Me aseguré de que no volviera a intentarlo. Tendrías que haber visto cómo quedó su cara. —Soltó una pequeña risa, fingiendo normalidad, como si fuera una anécdota más de su trabajo.
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CONDENA Y TULIPANES - KIVI
FanfictionChiara Oliver es la nueva superestrella del pop-rock en España. No hace tanto que la menorquina se hizo con fama tras participar en un programa de televisión, pero el último año la ha llevado a lo más alto de las listas internacionales. Tanto es as...