El suave murmullo de la ciudad de Berlín empezaba a filtrarse por la ventana del hotel. Afuera, la vida continuaba con su ajetreo constante, pero dentro de la habitación, el ambiente era completamente distinto: pesado, cargado de la tensión que aún no se había disipado de la noche anterior.
Chiara fue la primera en despertar. Todavía adormilada, sintió el calor de otro cuerpo junto a ella, la respiración de Violeta calmada, suave. Los labios ligeramente separados e hinchados. El recuerdo de lo ocurrido la noche anterior se hizo presente de inmediato, enviando una descarga de emociones por su cuerpo. Se giró con lentitud, temerosa de que cualquier movimiento brusco despertara a Violeta y se encontró cara a cara con ella. El rostro de Violeta parecía tan pacífico en ese instante, tan diferente de la fuerza contenida que proyectaba cuando estaba despierta y en su papel de guardaespaldas.
Chiara dejó que su mirada se deslizara por los detalles de su rostro, desde las pestañas largas hasta la pequeña curva en sus labios. Vio la marca de su mejilla, cuidadosamente tapada con una gasa con lodopovidona. También el corte del pómulo y el ojo amoratado por los golpes. No pudo evitar el impulso de tocarla, aunque solo fuera de manera sutil. Sus dedos acariciaron el brazo de Violeta, recorriendo con suavidad desde el hombro hasta la mano, donde sus dedos se entrelazaron con los de Violeta sin apenas notarlo. El corazón de Chiara latía con fuerza, pero se obligó a mantener un ritmo controlado en su respiración. Violeta abrió los ojos, sus pupilas encontrándose de inmediato con las de Chiara y adaptándose a la luz. Ninguna dijo una palabra, pero no hacía falta. La energía entre ellas era innegable, casi palpable. Aún así, no podían ceder, no podían permitir que todo lo que habían reprimido explotara en ese momento. Sin embargo, sus cuerpos no respondían igual que sus mentes.
La mano de Chiara se deslizó más abajo, recorriendo la cintura de Violeta hasta el elástico de sus bragas. Chiara contuvo el aliento mientras tiraba suavemente del borde, rozando con sus dedos la piel sensible debajo. Su pulgar hizo un pequeño movimiento, presionando con cuidado el centro del deseo de Violeta a través de la tela. Un gemido suave, ahogado, escapó de los labios de la pelirroja y sus caderas se arquearon en respuesta. Los ojos de Chiara brillaban con deseo contenido, pero antes de perder el control por completo, detuvo el movimiento de su mano. Lentamente, en lugar de avanzar más, se inclinó hacia Violeta, sus labios rozando apenas los de ella, en un beso que fue más casto de lo que ambas deseaban. Se apartó de golpe, con una sonrisa suave pero triste, girándose en la cama, dándole la espalda a Violeta. Sabía que si continuaban, todo cambiaría y no estaba segura de si eso era lo que querían o necesitaban en ese momento.
Violeta quedó en silencio, el cuerpo aún temblando por lo que había sucedido y lo que no. Podía sentir la humedad entre sus piernas, una prueba de lo mucho que la situación la había afectado, pero no dijo nada. Sabía que hablar en ese momento podría romper algo frágil, algo que ambas estaban intentando mantener intacto. Cerró los ojos con fuerza, tratando de ignorar el deseo que aún palpitaba dentro de ella.
El amanecer continuaba deslizándose por la ventana, anunciando el comienzo de otro día de gira. El segundo concierto de la gira europea de Chiara tendría lugar esa noche en Berlín y el equipo no tardó en empezar a moverse.
Horas después, ya con la rutina habitual en marcha, Violeta intentaba concentrarse en su trabajo. El hotel estaba repleto de periodistas y fans esperando un vistazo de Chiara y su trabajo era asegurarse de que todo transcurriera sin problemas. Sin embargo, cada vez que sus ojos se encontraban con los de Chiara, el calor de la mañana y la noche anterior volvía a inundarla.
Chiara, por su parte, intentaba actuar con normalidad, pero la noche anterior había removido algo dentro de ella que no podía ignorar. Durante el desayuno en el salón del hotel, las miradas entre ambas eran furtivas pero intensas. Ninguna había dicho una palabra sobre lo ocurrido, como si fuera un secreto que ambas habían decidido guardar sin siquiera discutirlo. El equipo de Chiara se reunió en el vestíbulo para planificar las entrevistas del día, así como una pequeña sesión de fotos en una conocida plaza de Berlín antes del concierto. Los rumores sobre la relación entre Chiara y Violeta no dejaban de crecer, y aunque ambas intentaban mantenerse profesionales, sabían que no podrían esconderse para siempre. La tensión estaba afectando incluso al equipo.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Ruslana, la coreógrafa, mientras se acercaba a Chiara.
Chiara, distraída, tardó un segundo en reaccionar.
—Sí, estoy bien. Solo un poco cansada —respondió con una sonrisa forzada.
Ruslana la observó con una ceja levantada, pero no dijo nada más. Sabía que, cuando Chiara no quería hablar, era mejor dejarla tranquila.
Violeta se mantenía en un segundo plano, controlando la seguridad y asegurándose de que ningún fan se acercara demasiado. Con la cara bien cubierta con una braga de cuello, gorra y gafas para evitar especulaciones sobre sus heridas, pero cada vez que su mirada se cruzaba con la de Chiara, ambas sentían el mismo temblor en el aire, esa corriente de deseo que, aunque no querían admitirlo, se hacía más difícil de ignorar.
Al mediodía, se llevó a cabo la primera entrevista del día. La periodista, una mujer alemana con una amplia sonrisa, no tardó en sacar el tema que tanto empezaba a molestar a Chiara.
—Hay muchos rumores sobre ti últimamente, Chiara. Algunos dicen que tienes una relación muy cercana con tu guardaespaldas. ¿Qué puedes decirnos al respecto?
Chiara se tensó, pero su experiencia lidiando con la prensa le permitió mantener la calma.
—Violeta es una parte esencial de mi equipo. Me cuida y me protege y confío plenamente en ella. Pero los rumores son solo eso, rumores —respondió con una sonrisa relajada.
—Este es tu momento de negarlo. Mira a tu cámara y niega Kivi.
—Kivi no es real —contestó girándose hacia la sofisticada cámara sujeta en un trípode. —Kivi somos dos amigas muy amigas, ya está. Como lo soy con Ruslana o con Martin, compañeros y amigos. Nada más.
La periodista no insistió, aunque parecía querer hacerlo y pasó a preguntas más superficiales sobre la gira y los próximos proyectos de Chiara. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Chiara sabía que esas palabras no harían desaparecer los rumores; probablemente los alimentarían aún más. Después de la entrevista, Chiara se excusó para ir a su habitación. Necesitaba un momento a solas. Violeta la siguió de cerca, como siempre, y cuando llegaron a la puerta del hotel, la tensión entre ellas era palpable.
—No puedo seguir así —murmuró Chiara, deteniéndose frente a la puerta.
Violeta la miró, sorprendida. Su rostro mostraba preocupación, pero no dijo nada. Chiara se acercó un paso más, quedando a apenas unos centímetros de ella.
—Lo que pasó anoche... —susurró Chiara, pero Violeta negó con la cabeza.
—No tenemos que hablar de eso ahora —respondió con firmeza, aunque su voz traicionaba la emoción que sentía.
Chiara bajó la mirada, incapaz de enfrentarse a lo que sabía que estaba creciendo entre ellas. El sonido de la puerta abriéndose las sacó de ese momento tenso. Uno de los miembros del equipo de gestión había llegado para recordarlas del próximo compromiso. Era hora de seguir con la gira, pero ambas sabían que la tensión no desaparecería tan fácilmente.
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CONDENA Y TULIPANES - KIVI
FanficChiara Oliver es la nueva superestrella del pop-rock en España. No hace tanto que la menorquina se hizo con fama tras participar en un programa de televisión, pero el último año la ha llevado a lo más alto de las listas internacionales. Tanto es as...