Capítulo 6: La Brecha

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Desde el baile de primavera, algo había cambiado entre Elisabeth y Ethan. Su relación, que antes parecía llena de promesas, ahora estaba plagada de silencios incómodos y miradas que evitaban lo evidente. Las pequeñas discusiones que antes terminaban en risas ahora dejaban un eco de tensión que ninguno de los dos sabía cómo disipar.


Una tarde, al salir de clase, ambos decidieron caminar juntos hacia el parque cercano al instituto, algo que había empezado a volverse costumbre. Sin embargo, en lugar de su habitual charla ligera, un silencio pesado llenaba el aire.


Elisabeth fue la primera en romperlo.


—He notado que últimamente estás... distante —dijo, sin rodeos, como siempre solía hacer.Ethan, que caminaba con las manos en los bolsillos, evitó mirarla de inmediato. Finalmente, soltó un suspiro y la miró de reojo.


—No estoy distante, simplemente tengo muchas cosas en la cabeza.


—¿Y no puedes hablar conmigo sobre eso? —replicó Elisabeth, sin poder evitar que un tono de frustración se filtrara en su voz.


Ethan se detuvo, girándose hacia ella con una mirada más seria de lo habitual.


—No es tan fácil, Lizzie —respondió, usando su apodo como si eso pudiera suavizar el impacto de sus palabras—. No todo se soluciona hablando.


Elisabeth lo miró con incredulidad. Estaba acostumbrada a la confianza de Ethan, a su seguridad en sí mismo. Pero ahora, sentía que había una pared entre ellos, algo que él no quería o no sabía cómo derribar.


—No estoy diciendo que tengas que solucionar todo en este momento —dijo ella, tratando de mantener la calma—. Pero no me gusta sentir que me estás alejando. ¿Por qué no puedes confiar en mí?


Ethan apretó la mandíbula, como si intentara contener lo que realmente quería decir. Durante unos segundos, ambos se quedaron en silencio, hasta que finalmente explotó.


—¡Es que no quiero arrastrarte a esto! —soltó, levantando un poco la voz—. Tengo mis propios problemas, y no es justo que tú te veas involucrada. No quiero ser una carga para ti.


Elisabeth lo miró, sus ojos marrones brillando con una mezcla de confusión y enojo. No entendía por qué Ethan insistía en cargar con todo solo, como si su relación fuera una lucha solitaria en lugar de algo que pudieran enfrentar juntos.


—¿Una carga? —repitió, incrédula—. ¿De verdad piensas que estar contigo es una carga para mí? ¡No soy una niña, Ethan! Sé que la vida no es fácil, pero estamos en esto juntos, o al menos, eso creía.


Ethan apartó la mirada, frotándose la nuca con nerviosismo. No estaba acostumbrado a verse vulnerable, y ahora, bajo la mirada insistente de Elisabeth, sentía como si todas sus inseguridades estuvieran saliendo a la superficie.


—Mira, simplemente no sé cómo manejar esto. Mi familia... mis padres apenas se hablan, y siento que todo se está derrumbando. No quiero que tú tengas que lidiar con eso.

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