Capítulo 30: Perspectiva de Ethan

1 0 0
                                    

Ethan estaba sentado en su habitación, rodeado de libros abiertos y notas dispersas. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor. Sin embargo, en su interior, había un frío que no podía ignorar. Desde su conversación con Elisabeth, su mente no había dejado de dar vueltas a lo que había sucedido entre ellos. La distancia que había crecido parecía cada vez más insalvable.

La imagen de Elisabeth llorando en el jardín lo perseguía. Nunca había querido lastimarla, pero sentía que no podía ofrecerle lo que ella necesitaba en ese momento. Había estado tan atrapado en sus propios problemas y en la presión de la universidad que había descuidado su relación. Ahora, se preguntaba si había hecho lo correcto al sugerir que tomaran un tiempo separados.

¿Cómo había llegado a este punto? Se sentía como si hubiera fallado en su deber de ser el apoyo que ella necesitaba. La idea de verla con alguien más lo llenaba de celos, y sabía que no debería sentir eso. Pero cada vez que pensaba en ella, su corazón se llenaba de una mezcla de tristeza y desesperación.

Ethan se levantó y caminó hacia la ventana, mirando a los estudiantes que pasaban por el campus, riendo y disfrutando de la vida. Su mente se desvió hacia los recuerdos de momentos felices con Elisabeth. La primera vez que la conoció, su risa contagiosa, los largos paseos por el parque, las noches de charlas interminables. Todo parecía tan perfecto en ese entonces. ¿Cómo se había desvanecido todo tan rápidamente?

La última vez que la vio, su corazón se rompió al escuchar la tristeza en su voz. Sabía que ella había estado sufriendo, y eso lo devastaba. A pesar de que había tomado la decisión de separarse, lo había hecho pensando que sería lo mejor para ambos. Pero ahora, se sentía como un cobarde, escapando de la realidad en lugar de enfrentarse a ella.

Ethan decidió salir a dar un paseo. Necesitaba despejar su mente. A medida que caminaba por el campus, la imagen de Elisabeth se apoderaba de su mente. Cada rincón le recordaba a ella: el café donde solían ir, el banco en el parque donde compartieron su primer beso, y el aula donde habían estudiado juntos. Era como si todo lo que lo rodeaba estuviera impregnado de su esencia.

Finalmente, llegó a un jardín apartado, uno que sabía que Elisabeth frecuentaba. Cuando entró, se detuvo en seco. Allí estaba ella, sentada en un banco, con la cabeza gacha y las lágrimas corriendo por su rostro. Su corazón se hundió al verla en ese estado, y un impulso inmediato lo llevó a acercarse.

—Elisabeth... —susurró, su voz temblorosa.

Ella levantó la vista, y en sus ojos vio un torbellino de emociones.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, tratando de limpiar sus lágrimas, pero la tristeza aún estaba presente en su rostro.

—Vine a buscarte. No puedo dejar de pensar en ti —admitió Ethan, sintiendo la urgencia de explicar lo que había sentido desde su separación.

—¿Pensar en mí? ¿Eso es todo lo que puedes hacer? —respondió Elisabeth, su tono cargado de frustración y dolor.

Ethan sintió una punzada de culpa.

—No quería que esto sucediera. Necesitaba espacio para aclarar mis pensamientos. Sabes que las cosas han sido difíciles para mí también —dijo, intentando encontrar las palabras adecuadas.

—¿Difíciles? ¿Tú? —dijo Elisabeth, su voz alzándose con incredulidad. —No tienes idea de lo difícil que ha sido para mí. Cada día que pasa sin ti me duele más.

Las palabras de Elisabeth fueron como un puñetazo en el estómago. Ethan sentía que su corazón se rompía un poco más con cada palabra que ella decía.

—Lo sé, pero no supe cómo manejarlo. La universidad, la presión... me sentía perdido y no quería arrastrarte a mi caos —dijo, sintiendo que su voz temblaba.

—¿Y qué? ¿Decidiste que era mejor dejarme de lado? —preguntó Elisabeth, sus ojos llenos de lágrimas. —Tú me prometiste que siempre estarías ahí. ¿Dónde está esa promesa ahora?

Ethan sintió que la situación se tornaba más intensa.

—No quise lastimarte. Solo pensé que necesitábamos tiempo para respirar. Quizás podríamos encontrarnos más tarde, cuando las cosas se calmaran —propuso, aunque sabía que sus palabras no sonaban sinceras.

—¿Y si nunca se calman, Ethan? —dijo Elisabeth, su voz quebrándose. —¿Y si este es el final? Me duele pensar que no puedes ver lo que estamos perdiendo.

El corazón de Ethan se rompió al escuchar su dolor.

—No quiero que esto termine. Me importas más de lo que puedo expresar —dijo, sintiendo que la urgencia de sus palabras era vital. —Pero no sé cómo volver a lo que éramos.

Elisabeth lo miró, y en sus ojos vio la confusión y el dolor que también él sentía. Fue entonces cuando, en medio de la tensión, algo cambió. Fue un momento efímero, pero suficiente. Sin pensarlo, Ethan se acercó y la tomó de la mano, sintiendo que había una conexión que aún persistía.

—¿Y si... y si empezamos de nuevo? —sugirió, su voz temblando mientras buscaba su mirada.

Pero antes de que pudiera decir más, Elisabeth se inclinó hacia él, y en un instante, sus labios se encontraron en un beso desesperado y lleno de emociones reprimidas. Era un beso que hablaba de añoranza, dolor y amor. Un beso que prometía un nuevo comienzo.

Pero antes de que se dieran cuenta de lo que estaban haciendo, se separaron, ambos con la respiración entrecortada.

—Ethan... —comenzó Elisabeth, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta.

La distancia que había crecido entre ellos parecía desvanecerse en ese momento, pero el temor de perderse de nuevo también era abrumador. Ethan miró a Elisabeth a los ojos, sintiendo que era el momento de sincerarse.

—No quiero perderte, Elisabeth. Te necesito en mi vida, y estoy dispuesto a luchar por lo que tenemos —dijo, sintiendo que su corazón se abría, a pesar del miedo que lo rodeaba.

Elisabeth asintió, y en sus ojos vio un destello de esperanza.

—Tal vez podamos encontrar una manera de reconstruir lo que teníamos. No será fácil, pero estoy dispuesta a intentarlo —respondió, su voz llena de determinación.

Mientras se miraban, ambos sintieron que, aunque el camino por delante sería complicado, al menos no estarían solos en su viaje. La conexión que habían compartido aún permanecía, y aunque había lágrimas y dolor, también había amor.

Ethan sabía que este era solo el comienzo de una nueva etapa. Aunque la distancia aún estaba presente, estaban dispuestos a luchar por lo que significaban el uno para el otro.

---

---

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Chispas de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora