Las semanas se convirtieron en meses y, aunque Elisabeth se sentía más cómoda en su nueva vida universitaria, la ausencia de Ethan seguía pesando en su corazón. Había momentos en los que lograba disfrutar de la compañía de sus nuevos amigos, como Luca, quien se había convertido en una figura constante en su vida social.
Luca era carismático y siempre sabía cómo hacerla reír, pero a veces se preguntaba si lo que estaba sintiendo por él era algo más que amistad. Sus interacciones eran divertidas y ligeras, pero en el fondo, Elisabeth sabía que su corazón aún anhelaba lo que había perdido.
Una tarde, mientras estudiaban en la biblioteca, Luca rompió el silencio con una sonrisa.
—Oye, ¿qué tal si hacemos una pausa? He escuchado de un nuevo café que acaba de abrir en la esquina. Podríamos ir a probarlo —sugirió, su entusiasmo palpable.
Elisabeth dudó un momento. La idea de salir con Luca la emocionaba, pero al mismo tiempo, le inquietaba la idea de estar rompiendo alguna especie de lealtad hacia Ethan.
—Está bien, suena bien —respondió finalmente, tratando de ahogar la culpa que se asentaba en su pecho.
Cuando llegaron al café, el aroma del café recién hecho y los pasteles recién horneados llenaron el aire, y Elisabeth sintió que su ansiedad se desvanecía un poco. Se sentaron en una mesa en la esquina, riendo y charlando de trivialidades. Pero en el fondo, un pensamiento persistente la inquietaba: ¿Era correcto seguir adelante sin Ethan?
—¿Cómo va la relación con tu chico? —preguntó Luca, observando su reacción.
Elisabeth sintió que su corazón se encogía al escuchar la pregunta.
—No estoy con él... Ya no estamos juntos. Solo... es complicado —respondió, su voz vacilante. La mención de Ethan aún la afectaba.
Luca se inclinó hacia adelante, con una expresión seria en su rostro.
—Elisabeth, está bien que te duela, pero no puedes quedarte atrapada en lo que ya no es. Te mereces ser feliz, ya sea con él o con alguien más —dijo, su tono firme pero comprensivo.
Ella asintió, sintiendo que esas palabras resonaban en su interior. Aún así, la tristeza era difícil de sacudir. Mientras hablaban, se dio cuenta de que, aunque había empezado a abrirse a nuevas experiencias, Ethan siempre sería parte de su historia.
En otro lugar de la ciudad, Ethan luchaba con sus propios demonios. Había intentado mantenerse enfocado en sus estudios, pero su mente siempre se desviaba hacia Elisabeth. A menudo se encontraba en su habitación, viendo fotografías viejas de ellos juntos, recordando momentos que parecían tan lejanos.
Aunque había hecho nuevos amigos en su universidad, como Maya, una chica inteligente y divertida que rápidamente se convirtió en su compañera de estudio, sentía que nada podía llenar el vacío que había dejado Elisabeth.
Una tarde, mientras estudiaban en una cafetería del campus, Maya notó que Ethan estaba distraído.
—Oye, ¿qué te pasa? Te noto pensativo. ¿Todavía piensas en ella? —preguntó, su tono directo pero amable.
Ethan suspiró, sabiendo que no podía ocultarlo más.
—Sí, pienso en Elisabeth. No sé cómo dejarlo atrás. Es como si siempre estuviera en mi mente —admitió, sintiendo que la frustración lo consumía.
—Entiendo. Es normal. Pero, ¿realmente crees que deberías aferrarte a eso? ¿No crees que deberías hablar con ella? —sugirió Maya, inclinándose hacia él.
Ethan se quedó en silencio, contemplando sus palabras. Había considerado llamarla, pero la idea de abrir viejas heridas lo aterrorizaba.
—No sé si sería una buena idea. Tal vez lo mejor sea seguir adelante —dijo finalmente, con una tristeza palpable en su voz.
Mientras tanto, Elisabeth intentaba concentrarse en sus estudios, pero la realidad de su relación con Luca comenzaba a volverse confusa. Había días en que se sentía atraída por él, pero también había momentos en que la sombra de Ethan la envolvía. Cada vez que Luca intentaba acercarse un poco más, ella se retiraba, asustada de dar un paso que pudiera resultar irreversible.
Una tarde, mientras estudiaban juntos en la biblioteca, Luca intentó tomar su mano. Elisabeth se apartó rápidamente, alarmada por su reacción.
—Lo siento, no quiero presionarte. Solo pensé que tal vez podríamos ser más que amigos —dijo, su voz tensa.
Elisabeth sintió que el corazón se le encogía.
—Es solo que... no estoy lista. Aún tengo muchas cosas que resolver en mi vida —respondió, sintiéndose abrumada.
Luca asintió, pero Elisabeth pudo ver la decepción en sus ojos.
—Está bien, solo no quiero que pienses que estoy presionándote. Quiero que estés feliz, y si eso significa que necesitas tiempo, lo respeto —dijo, apartándose ligeramente.
A pesar de que Elisabeth apreciaba su comprensión, la culpa la invadió. ¿Por qué no podía dejar ir a Ethan? En su mente, una voz le decía que estaba siendo injusta con Luca, quien solo quería hacerla feliz. Pero el recuerdo de Ethan seguía presente, un amor que se había forjado en medio de risas y peleas, un amor que todavía la desarmaba.
Los días pasaron, y aunque Elisabeth y Ethan estaban distanciados físicamente, la conexión emocional seguía viva. A menudo se preguntaban si algún día podrían superar el pasado y encontrar una manera de estar juntos de nuevo. Pero mientras tanto, ambos intentaban navegar en un nuevo mundo lleno de nuevas personas y experiencias.
Sin embargo, el amor no siempre se desvanecía tan fácilmente. Mientras nuevos rostros entraban en sus vidas, la pregunta seguía en el aire: ¿podrían realmente avanzar sin olvidar lo que habían compartido?
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Chispas de orgullo
Teen FictionElisabeth y Ethan siempre fueron el centro de atención en el instituto, pero no por ser el típico dúo de guapos populares que todos admiraban. No. Ellos eran rivales. Rivales en todo, desde las mejores notas hasta quién tenía más seguidores en redes...