Capítulo 16: Nuevos Horizontes

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Las primeras semanas en la universidad fueron un torbellino de emociones para Elisabeth. El campus era vasto y lleno de vida, con estudiantes de todas partes, cada uno con su propia historia y sueños. Sin embargo, la emoción de comenzar un nuevo capítulo de su vida se veía ensombrecida por la ausencia de Ethan. Cada vez que veía a una pareja caminando de la mano, un vacío se instalaba en su pecho.

A medida que se adaptaba a su nueva rutina, Elisabeth comenzó a hacer amigos. Conoció a Clara, una chica extrovertida con una sonrisa contagiosa que rápidamente se convirtió en su compañera inseparable. Clara era todo lo que Elisabeth no era: despreocupada, aventurera y siempre lista para probar algo nuevo.

—Vamos a la fiesta de bienvenida el viernes. ¡Te va a encantar! —exclamó Clara un día mientras se acomodaban en la cafetería.

Elisabeth sonrió, agradecida por la invitación, pero en el fondo, su mente seguía volviendo a Ethan.

—No estoy segura si debería... —dijo, dudando. La idea de salir y socializar le causaba cierta ansiedad.

—¡Por favor! Necesitas distraerte. Además, es una buena oportunidad para conocer gente nueva. No te puedes quedar encerrada pensando en él —insistió Clara, mientras revolvía su café.

Esa noche, Elisabeth se sintió obligada a asistir. Mientras se preparaba, se miró al espejo y notó que la sonrisa que alguna vez había sido su sello distintivo comenzaba a desvanecerse. Con un suspiro, se puso un vestido que hacía tiempo no usaba y salió de su habitación, decidida a disfrutar la noche.

La fiesta estaba llena de música y risas, y al entrar, Elisabeth se sintió abrumada por la energía que la rodeaba. Clara rápidamente la llevó a conocer a otros estudiantes, y aunque al principio se sintió fuera de lugar, comenzó a relajarse.

Mientras se movían entre las multitudes, conoció a Alex, un chico de cabello rizado y ojos brillantes que parecía tener un sentido del humor contagioso. Él era el tipo de persona que iluminaba la habitación con su risa, y Elisabeth no pudo evitar sentirse atraída por su personalidad chispeante.

—Así que, ¿dónde está tu chico? —le preguntó Mateo con una sonrisa juguetona, al notar que su mirada vagaba entre la multitud.

Elisabeth sintió un pequeño golpe en el corazón al escuchar esa pregunta, pero decidió no dejar que su tristeza la afectara.

—No estoy con él. Es... complicado —respondió, sintiendo que su voz se apagaba.

—Oh, los complicados siempre son los más interesantes —dijo Mateo, guiñándole un ojo—. Ven, ¡bailamos!

Ella se rió, sorprendida por su audacia, y decidió seguir su impulso. Juntos se unieron al grupo que estaba bailando, y Elisabeth sintió una oleada de libertad. Durante unos momentos, se olvidó de Ethan, dejándose llevar por la música.

Mientras bailaban, vio a Clara charlando con algunos chicos, riendo y disfrutando del momento. Sin embargo, en el fondo, Elisabeth seguía sintiendo una punzada de nostalgia. ¿Era esto lo que quería? ¿Reemplazar lo que había perdido con nuevas experiencias?

Más tarde esa noche, mientras se servían bebidas en una esquina, se encontró de nuevo con Alex.

—¿Quieres salir a tomar aire fresco? —sugirió él, mirando a su alrededor. La música estaba un poco más tranquila afuera.

Elisabeth asintió y lo siguió. Al salir, el aire fresco de la noche le dio un respiro necesario. Se apoyó en la barandilla mientras contemplaba el cielo estrellado, su mente aún divagando entre lo que había dejado atrás y lo que podía ser.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Mateo, su voz más suave ahora.

Elisabeth giró la cabeza y lo miró.

—Sí, solo... a veces es difícil dejar ir a las personas que amamos, ¿sabes? —respondió, sintiendo que su corazón se abría un poco más.

—Lo entiendo. A veces es complicado, pero también es importante avanzar y encontrar nuevas oportunidades. La vida sigue, ¿verdad? —dijo él, dándole un leve toque en el brazo.

Elisabeth sonrió, apreciando su sinceridad. Pero justo en ese momento, su teléfono sonó. Era un mensaje de Clara: "¡Vamos, Elisabeth! ¡Bailamos de nuevo!".

—Tengo que volver —dijo, sintiendo una mezcla de alivio y decepción. No estaba lista para profundizar en sus sentimientos con Mateo, pero al mismo tiempo, disfrutaba de su compañía.

—Está bien, yo iré contigo. Pero recuerda, no dejes que tu pasado te frene. La vida está llena de nuevas experiencias esperando por ti —dijo Mateo, guiñándole un ojo mientras regresaban al interior.

La fiesta continuó, y aunque Elisabeth bailó y se rió con sus nuevos amigos, en su corazón seguía resonando la ausencia de Ethan. La conexión que había comenzado a construir con Mateo era emocionante, pero la sombra de su antiguo amor no la dejaba del todo.

A medida que pasaban los días, Elisabeth se sumergió en su nueva vida universitaria. Las clases eran desafiantes, y poco a poco, comenzó a encontrar su lugar en este nuevo mundo. Pero el eco de su relación con Ethan permanecía, una herida que aún no sanaba del todo.

Mientras tanto, Ethan también estaba lidiando con su propia transformación. Había llegado a la universidad decidido a enfocarse en sus estudios y no dejarse distraer por el pasado. Sin embargo, la distancia y los nuevos rostros a su alrededor no podían llenar el vacío que había dejado Elisabeth.

Ambos se encontraban en la misma ciudad, pero sus caminos parecían cada vez más lejanos. La vida continuaba, y con ella, la inevitable realidad de que quizás era hora de dejar atrás lo que una vez fue y abrirse a las posibilidades que les ofrecía el futuro. Pero en el fondo, ambos sabían que la conexión que habían forjado era única, y que encontrar un nuevo amor podría ser más difícil de lo que imaginaban.

Las nuevas experiencias les ofrecían emoción y distracción, pero la pregunta seguía en el aire: ¿podrían realmente avanzar sin olvidar lo que habían compartido?

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