Capítulo 22: Enfrentando la Tormenta

1 0 0
                                    

Elisabeth y Ethan pasaron la mañana en la playa, disfrutando del sol y la brisa marina, pero a medida que avanzaba el día, una nube oscura comenzó a formarse en el horizonte. El aire se volvió pesado y cargado de electricidad, y aunque los rayos de sol aún brillaban, ambos sabían que una tormenta se acercaba.

Mientras recogían sus cosas para ir a explorar, Elisabeth miró hacia el mar y frunció el ceño.

—Parece que se viene una tormenta —dijo, señalando las nubes que se acumulaban rápidamente.

—No te preocupes, probablemente solo sea una lluvia pasajera —respondió Ethan, aunque su voz reflejaba una preocupación que no podía ocultar.

Decidieron aventurarse hacia un pequeño sendero que conducía a un mirador en la cima de una colina. Mientras caminaban, el viento comenzó a soplar con más fuerza, y el cielo se oscureció, cubriendo el paisaje con una sombra inquietante. Elisabeth no podía ignorar la creciente tensión entre ellos.

—¿Te molesta que haya jugado con Marco? —preguntó de repente, rompiendo el silencio.

Ethan se detuvo y la miró, su expresión se tornó seria.

—No se trata de eso, Elisabeth. Sabes que confío en ti. Es solo que... —hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. No me gusta la idea de que te diviertas con otros chicos.

Elisabeth frunció el ceño, sintiendo que la conversación se tornaba incómoda.

—Es solo un juego. No significa nada. Además, tú también has estado coqueteando con otras chicas —replicó, sintiéndose defensiva.

Ethan la miró, su mirada se endureció.

—Eso no es lo mismo. Solo intento disfrutar de la compañía de mis amigos. No estoy coqueteando —respondió, un tono de frustración en su voz.

La tensión entre ellos creció mientras continuaban su camino. El aire se sentía tenso, y los relámpagos comenzaron a iluminar el cielo en la distancia.

—Ethan, lo que hacemos aquí no se trata de jugar a ser novios. Necesitamos ser capaces de disfrutar de nuestras vidas, incluso si eso significa que otros estén alrededor —dijo Elisabeth, sintiéndose cada vez más molesta.

—¿Y qué pasa si eso significa que otros chicos comienzan a meterse entre nosotros? —preguntó Ethan, su voz elevada.

Elisabeth se detuvo en seco, su corazón latiendo rápidamente.

—¿Estás diciendo que crees que debería limitar mis interacciones solo porque te pones celoso? —preguntó, sintiéndose herida.

—No estoy diciendo eso, pero... —Ethan suspiró, su frustración y confusión eran evidentes—. Solo quiero que estemos en la misma página. No quiero perder lo que tenemos.

—¿Y qué tienes en mente? ¿Limitar mi vida social? Porque eso no va a funcionar para mí —dijo Elisabeth, con una mezcla de ira y tristeza.

Ethan se quedó en silencio, mirando hacia el mar. La tormenta estaba ahora más cerca, el viento comenzaba a soplar con fuerza y el cielo se oscurecía rápidamente.

—No estoy tratando de controlarte. Solo... quiero que sepas que te valoro —dijo, su voz más suave.

Elisabeth sintió un torbellino de emociones.

—Lo sé, pero no puedes dejar que los celos interfieran en nuestra relación. Necesitamos confianza, no sospechas —respondió, sintiéndose agotada por la discusión.

De repente, un fuerte trueno resonó en el aire, haciendo que ambos se sobresaltaran. Miraron hacia el cielo, que ahora estaba completamente cubierto de nubes oscuras. La lluvia comenzó a caer, primero como un ligero chisporroteo y luego como un torrente.

—¡Vámonos! —gritó Elisabeth, comenzando a correr hacia la playa, tratando de encontrar refugio.

Ethan la siguió, ambos riendo nerviosamente mientras corrían bajo la lluvia. Sin embargo, la tensión de la discusión seguía pesando en el aire entre ellos.

Cuando llegaron a un pequeño refugio, se encontraron empapados y sin aliento, pero la risa pronto se desvaneció. Ambos miraron el mar tormentoso a través del refugio, y Elisabeth sintió que la preocupación se apoderaba de ella.

—Esto es una locura —dijo Ethan, mirando hacia el océano rugiente.

Elisabeth sintió la angustia en su pecho.

—Lo sé, y lo siento. No quería que nuestra discusión arruinara el día. Pero no puedo evitar sentir que esto es importante —respondió, sus ojos llenos de sinceridad.

—Tienes razón. No debería dejar que esto se interponga entre nosotros. Pero a veces, siento que no sé cómo manejarlo —dijo Ethan, su voz cargada de vulnerabilidad.

Elisabeth dio un paso hacia él, sus corazones aún latiendo con fuerza por la adrenalina de la tormenta y la discusión.

—Tal vez deberíamos tratar de hablarlo de nuevo cuando las cosas se calmen. Hay muchas cosas que necesito entender, y no quiero perder lo que tenemos —dijo, su tono suave.

Ethan asintió, su mirada se suavizó.

—Yo tampoco quiero perderte. Quizás deberíamos dejar que la tormenta pase antes de intentar resolverlo.

Justo en ese momento, una racha de relámpago iluminó el cielo, seguido de un trueno que resonó como un eco en el aire. Elisabeth sintió que su corazón se aceleraba, no solo por la tormenta, sino también por la conexión que todavía existía entre ellos.

—Tal vez lo mejor que podemos hacer ahora es quedarnos aquí un rato y esperar a que todo se calme —sugirió Elisabeth, sintiendo que, a pesar de las dificultades, aún había algo fuerte entre ellos.

Ethan sonrió ligeramente.

—Sí, eso suena bien. —Dijo, mientras se acomodaban en el refugio, sintiendo que, a pesar de la tormenta, podían encontrar un poco de paz en su compañía.

Mientras las gotas de lluvia caían sobre el techo del refugio, Elisabeth y Ethan se sentaron juntos, ambos conscientes de que la tempestad, tanto dentro como fuera, no había terminado. Pero en ese momento, decidieron enfrentarla juntos, sabiendo que cada tormenta eventualmente pasa, dejando espacio para la luz del sol y un nuevo comienzo.

---

---

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Chispas de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora