Las semanas se convirtieron en meses, y la distancia entre Elisabeth y Ethan se volvió más palpable que nunca. Aunque habían hablado de sus sentimientos y acordado pasar más tiempo juntos, la realidad era que sus caminos estaban cada vez más separados. Las clases, las actividades y sus respectivas vidas parecían consumirles, dejando poco espacio para lo que alguna vez había sido una conexión vibrante.
Elisabeth se encontraba a menudo sola en la biblioteca, rodeada de libros y de compañeros de clase, pero su mente no podía concentrarse. Miraba por la ventana, observando cómo otros estudiantes se reían y disfrutaban de la compañía de sus amigos. Sin embargo, siempre que sus ojos se posaban en Ethan, rodeado de un grupo de personas, su corazón se hundía un poco más.
Una noche, en su dormitorio, Elisabeth revisó las redes sociales y se encontró con una foto de Ethan y Mia. Estaban en una fiesta, sonriendo y disfrutando de la compañía de otros, y ella se sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. Había algo en la forma en que se miraban que la incomodaba profundamente.
Decidida a no dejar que sus emociones la consumieran, trató de distraerse. Se unió a un club de arte y comenzó a pasar tiempo con nuevos amigos, pero había un vacío que no podía llenar. La chispa que alguna vez había tenido con Ethan seguía latente en su corazón, pero la distancia emocional era cada vez más abrumadora.
Una tarde, durante un almuerzo con Clara, no pudo evitar mencionarlo.
—No sé cómo pasó, pero siento que he perdido a Ethan. Cada vez que intento acercarme, parece que se aleja más —dijo, mirando su plato de comida, sin ganas de comer.
Clara frunció el ceño.
—Quizás deberías hablar con él de nuevo. A veces, la gente no se da cuenta de cómo sus acciones afectan a otros. No esperes a que él dé el primer paso —sugirió, intentando ofrecer apoyo.
—Lo sé, pero cada vez que lo veo con Mia, siento que es inútil. Es como si no pudiera competir con ella. No quiero ser la chica celosa, pero no puedo evitarlo —confesó, sintiendo las lágrimas asomarse a sus ojos.
Clara la miró con compasión.
—A veces, el amor significa dejar ir. Si sientes que ya no hay nada entre ustedes, tal vez sea el momento de seguir adelante —dijo, su voz suave pero firme.
Esa noche, Elisabeth se sentó en su cama, reflexionando sobre las palabras de Clara. ¿Era realmente el momento de dejar ir? A pesar de lo que había pasado entre ella y Ethan, no podía imaginar su vida sin él. Pero también sabía que no podía seguir así, sintiendo que su conexión se desvanecía.
Finalmente, decidió que no podía soportar más la incertidumbre. Se armó de valor y le envió un mensaje a Ethan.
"Necesitamos hablar. Siento que nos estamos alejando y quiero entender lo que está pasando."
Esperó con ansias una respuesta, pero las horas pasaron y nada llegó. La angustia creció en su pecho, y una sensación de desesperación la invadió. En algún lugar de su mente, comenzó a aceptar que quizás lo que tenían estaba destinado a desvanecerse.
Días después, mientras caminaba por el campus, vio a Ethan con Mia, riendo y conversando animadamente. Esa imagen se grabó en su mente, y un dolor punzante se apoderó de ella. Sin poder contenerse, se dio la vuelta y se dirigió a la salida del campus.
Las semanas pasaron, y Elisabeth empezó a centrarse en sus estudios y en sus nuevos amigos. Se convirtió en una estudiante dedicada, pero la sonrisa que solía iluminar su rostro se había desvanecido. Sus amigas notaron su tristeza, pero no sabían cómo ayudarla.
Un día, mientras estaba en la biblioteca, recibió un mensaje de Ethan. "¿Puedes venir a hablar? He estado pensando en nosotros."
El corazón de Elisabeth se aceleró. Tal vez aún había esperanza. Se encontró con él en el café de la universidad, sintiendo que el nudo en su estómago se intensificaba.
Al llegar, vio a Ethan sentado en una mesa, su expresión seria y preocupada. Se sentó frente a él, y el silencio se apoderó del lugar.
—Gracias por venir —dijo Ethan, rompiendo la tensión.
—Claro. Quería saber qué piensas —respondió Elisabeth, sintiendo que el nerviosismo le hacía perder el hilo de la conversación.
—He estado sintiendo que hay una distancia entre nosotros, y me duele. Pero he estado tan atrapado en mis propias cosas que no he hecho mucho para solucionarlo. Te he fallado —admitió Ethan, su voz grave.
Elisabeth sintió que su corazón se deslizaba entre sus costillas.
—He sentido lo mismo. Pero también siento que es difícil volver a lo que éramos. Hay tanto que ha cambiado —respondió, su voz temblorosa.
Ethan asintió, sus ojos reflejando una tristeza profunda.
—Me gustaría que pudiéramos volver, pero tal vez necesitamos tiempo. A veces pienso que te he estado utilizando como un refugio de mis problemas, y eso no es justo —dijo Ethan, su sinceridad atravesando el aire como un rayo.
Las palabras de Ethan la golpearon con fuerza.
—¿Es eso lo que piensas? Porque yo también he sentido que ya no eres la misma persona —dijo Elisabeth, sintiendo que las lágrimas amenazaban con salir.
—No quise hacerte daño. A veces, me siento perdido y no sé cómo regresar a lo que teníamos. Pero tampoco quiero seguir adelante sin ti —dijo Ethan, su voz llena de sinceridad.
Elisabeth sintió que el peso de sus palabras caía sobre ella.
—Tal vez deberíamos dar un paso atrás. Si es necesario, tal vez deberíamos distanciarnos de verdad, para darnos espacio y tiempo para reflexionar —propuso, sintiendo que esa era la única opción viable.
Ethan la miró, su rostro lleno de dolor y comprensión.
—Tienes razón. Quizás lo mejor sea que tomemos un tiempo separados para reevaluar lo que queremos. Quiero que seas feliz, incluso si eso significa estar lejos de mí —dijo, la tristeza evidente en su mirada.
Elisabeth sintió que su corazón se rompía al escuchar esas palabras.
—Quizás este es el final de lo que teníamos. No quiero que nuestra historia termine así, pero siento que hemos llegado a un punto en el que no hay vuelta atrás —dijo, la voz quebrada.
Ambos se quedaron en silencio, conscientes de que estaban a punto de cruzar un umbral del que no podrían regresar. Sin palabras, Elisabeth se levantó, dejando atrás la conversación que había sido la última chispa de su relación.
Mientras caminaba de regreso a su habitación, el dolor la acompañaba, pero también una extraña sensación de alivio. Aceptar que la distancia era irreversible era un paso difícil, pero era necesario. El camino hacia adelante se sentía incierto, pero quizás, solo quizás, había una oportunidad para comenzar de nuevo, aunque fuera por separado.
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Chispas de orgullo
Roman pour AdolescentsElisabeth y Ethan siempre fueron el centro de atención en el instituto, pero no por ser el típico dúo de guapos populares que todos admiraban. No. Ellos eran rivales. Rivales en todo, desde las mejores notas hasta quién tenía más seguidores en redes...