—¡Esto es una estupidez! —grita Henrik por lo bajo y sin parar de mirar en todas direcciones—. ¿Vas a golpearlo? ¡Milo ya lo hizo!
El pasillo continúa solitario.
—Pero debí ser yo, no Milo —insisto y levanto el puño para llamar a la puerta. Henrik me detiene.
—¿Estás loco? Esto podría perjudicar a Aura.
—Ella golpeó a Amy.
—¿Quién es Amy?
Pongo los ojos en blanco.
—Como sea, yo no me enojé porque golpeó a esa mujer, entendí... Ella entenderá.
—¿Y esa Amy afectaba en algo tu trabajo?
—Sí...
Esa Amy todavía podría decir su versión de los hechos.
—¿Qué? —Henrik titubea—. ¿Quién demonios es esa mujer? ¿Por qué la golpeó Aura?
—Porque me besó.
El vikingo luce más perplejo que nunca en la vida.
—En serio creo que deberíamos ir por... café, agua, un licuado, lo que sea, y conversar sobre todo lo que ha pasado estos meses, Eric... Yo también tengo cosas qué contarte.
—¿Algo malo?
—No. —Se apresura a decir—. Todo ha sido bastante monótono, pero...
—Entonces puede esperar —interrumpo y trato de llamar a la puerta, otra vez, sin lograrlo porque Henrik me aparta de un empujón—. ¿Qué mierda, Henrik? ¿Vas a apoyarme o no?
—No te ayudaré a llegar a prisión —sisea y señala la puerta de Luca—. ¡No ganarás nada con esto!
—¿Y piensas perdonarle toda la campaña de difamación en tu contra?
Henrik respira hondo y pone las manos sobre la cintura.
—Es una mierda, sí, pero aunque estés en lo cierto, no lo voy a golpear, sino que iré a hablar con Milo y a pedirle perdón de rodillas si es necesario.
—Por cosas que no hiciste, ¿en serio?
—Milo no va a querer que le desfigure el rostro a ese imbécil, te lo aseguro.
Henrik es enorme. Es de mi estatura, pero su complexión es mucho más musculosa que la mía. Si él golpea a Luca, pues probablemente el guionista sí necesitaría una cirugía reconstructiva.
—Tal vez sí. —Juego todas mis cartas—. No siempre puedes ser pacífico, Henrik, a veces tienes que recordarles quién eres.
—Eres un músico, Eric, no el líder de la mafia italiana o lo que sea.
Entorno los ojos.
—Tampoco lo voy a despellejar vivo, Henrik.
—Pues con esa cosa en la mano lo vas a joder bastante.
Suspiro hondo. Quizá está en lo cierto. Dimas me enseñó a usarlo por curiosidad; una noche mirábamos una serie de televisión sobre detectives, creo —ya no recuerdo bien— mientras Aura y Cris conversaban en el balcón del penthouse de ellos. Uno de los personajes usaba una de estas manoplas, tuve curiosidad y pregunté cómo se usaban. Dimas tenía una por ahí, me enseñó la forma de golpear sin hacerme daño, «por si las dudas».
«Gracias, ojitos».
—Quiero que sufra —suelto y flexiono la mano con la manopla—. Esto lo conseguirá.
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La melodía de Auric - Libro 2
RomanceAura ha descubierto las adicciones de Eric. Eric se ha enterado del embarazo de Aura. Su mayor sueño y el peor miedo colisionan. Eric deberá tomar una decisión que podría despertar sus más grandes temores, aquellos que nunca logró superar y, por fin...