Capítulo 33
Puzzle.
Marta de la Reina.
El nuevo día comenzaba a filtrarse por las cortinas de la ventana de la cocina, y yo, como siempre, llevaba ya casi un par de horas despierta. El reloj en la pared parecía moverse con una lentitud insoportable. Faltaban apenas unos minutos para que marcaran las ocho, el momento en que, como cada mañana, iría a ver a Fina. Mi impaciencia crecía a cada segundo, no solo por la rutina que habíamos creado, sino por todo lo que había ocurrido la noche anterior.
Me resultaba difícil borrar de mi mente la conversación que tuvimos. Fina había sido mi refugio, mi confidente. Después de soltar la carga que llevaba tanto tiempo guardada sobre Jaime, me había sentido vulnerable, expuesta, pero a la vez aliviada. No había sido fácil para mi hablar de mi acuerdo con Jaime, de cómo nuestro matrimonio se había convertido en una mentira que me iba a servir de protección conveniente. Sin embargo, Fina, con esa calma tan suya, me escuchó sin juzgar, y me consoló como nadie lo había hecho antes. Sus manos, sus palabras, su cercanía... todo me había dado una paz que llevaba mucho tiempo sin sentir.
Pero la noche no terminó ahí para mí. A pesar de su consuelo, el insomnio se apoderó de mí en cuanto me quedé sola. Mientras Fina se hundía en el sueño, yo me sumergí en el libro que había estado leyendo buscando algo que me ayudara a desconectar de mis pensamientos. Página tras página, hasta que, ya entrada la madrugada, encontré un pasaje que me hizo detenerme. Las palabras parecían resonar en mi cabeza, como si de repente todo comenzara a tomar forma. No era una respuesta definitiva, pero sí una pista, una que podría ayudarme a encajar las piezas sueltas de todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor.
Durante la noche, mientras leía y daba vueltas a lo que había descubierto, sentí la tentación de despertar a Fina. De presentarme en su habitación sin que nadie me viese, y romper su sueño. Quería compartir con ella lo que había encontrado, hablar, desahogarme, tal vez incluso buscar su interpretación de esas líneas que me habían perturbado y fascinado al mismo tiempo. Pero me contuve. Sabía que ella necesitaba descansar, y que, por mucho que me urgiera compartirlo, el momento adecuado llegaría con la luz del día.
Cuando el reloj finalmente marcó las ocho, no pude esperar ni un segundo más. Agarré la bandeja con el desayuno que había preparado con esmero, café recién hecho, unas tostadas con mermelada y algo de fruta, y, sin olvidar el libro que había estado leyendo hasta altas horas, me dirigí hacia la habitación de Fina.
La puerta estaba cerrada como siempre, y la ausencia de respuesta tras mi breve llamada, me obligó a abrir, y entrar. La encontré aún entre las sábanas, con el cabello despeinado y los ojos entrecerrados, adormilada. Al verme entrar, dejó escapar un pequeño gemido de queja.
—Es muy temprano, Marta —dijo con un tono infantil que me arrancó una sonrisa. Había algo en esa forma despreocupada de quejarse que me fascinaba, como si por un momento todo el caos a nuestro alrededor desapareciera, y solo existiera ese instante entre nosotras.
—Vamos, dormilona, te he traído el desayuno —le dije, sin ocultar la diversión en mi voz.
Fina, aunque perezosa, levantó la cabeza y me miró con una mezcla de sorpresa y ternura. Colocando la bandeja sobre la mesita que tenía en el pequeño porche junto al jardín, le hice un gesto para que se levantara.
—No me dejes desayunar sola —la insté mientras abría las ventanas para dejar entrar la fresca brisa de la mañana.
—Está bien, está bien —respondió al final, estirándose antes de salir de la cama. Aún con su camisón y los pies descalzos, el izquierdo perfectamente vendado, parecía que había traído consigo un pedazo de la quietud nocturna. Pero no había tiempo que perder.
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CRUSH
RomanceFina, una joven del 2024, y Marta, una mujer de 1958, se encuentran inesperadamente en el presente debido a un inexplicable viaje en el tiempo. A pesar de venir de épocas tan diferentes, sus caminos se cruzan en un mundo contemporáneo que les result...