Capítulo 18

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Pasó el tiempo, poco a poco, Fontaine empezó a levantarse. En el fuerte Merópide no hubo mucho problema y, después de ordenar un poco las cosas, voy directo a la superficie para ayudar a la reconstrucción. Neuvillette no había aparecido en ningún lado, no lo he visto desde que ocurrió la tragedia. Tan sólo me enteré de que había tomado el puesto de arconte, seguramente por su poder como rey dragón hydro. Desde ese día, cuando lo ví sobre la ópera, no he pensado mucho respecto a la culpa que sentía, es raro de decir, pero parece que he pedido disculpas y me han dado su perdón.

Camino de regreso al fuerte, he pasado todo el día fuera y necesito terminar de acomodar algunos expedientes, la justicia jamás descansa, por fortuna, pero a veces deseo que los crímenes cesaran por unos segundos, al menos. Bostezo un poco mientras estiro mis brazos y camino por el puente. Bajo mis brazos, notó una silueta que distingo en un segundo. Me detengo, no estoy listo para acercarme, quizá he pensado mucho en todo lo que ha pasado, pero no sé exactamente cómo actuar, nunca sé cómo actuar cuando se trata de él.

Sigo caminando. Me acercó, estoy seguro de que me verá en cualquier momento. Una vez que estoy cerca, voltea, me mira atentamente y yo intento sonreír.

—Estás aquí —me dice.

—Si —miro a un lado y vuelvo a él, no sé exactamente qué quiso decir con eso.

—¿Estás libre el fin de semana?

Pienso un poco, aún falta para el fin de semana así que puedo arreglar unas cosas para tenerlo libre, parece que sí, estaré libre.

—Sí, un poco.

Así, logró hablar con él, espero poder contarle todo.

—Bien —se acerca más a mí—, este fin de semana, los dos días, estarás fuera del fuerte.

—¿Qué?

—Tengo una promesa que cumplir —suspira—, tranquilo, dejaré a alguien de confianza para que cuide del Fuerte Merópide en tu ausencia.

—Oh, me parece bien.

No supe que más decir, la invitación y todo me había tomado por sorpresa. Muy de sorpresa.

Ese mismo día arregle todo, organice los pendientes y le conté a Sigewinne, tenía que contarle. En poco tiempo se hizo el fin de semana. Arregle una mochila pequeña, como me había pedido Neuvillette esta mañana cuando envió a mi reemplazó temporal. Él me agrada, es un abogado muy listo y que me agrada bastante, ayudó en el caso de Hortense. Le doy algunas indicaciones y Sigewinne me promete que cuidara de él hasta mi regreso. Me quedo tranquilo sabiendo que Clorinde dará unas vueltas cuando tenga tiempo, estoy muy agradecido con ella.

—Cuídate —me dice ella.

Estoy en el puerto, esperando la llegada de Neuvillette.

—Si, ustedes también —respondí.

—No te presiones y espero que todo salga bien —sonríe ligeramente.

Sonrió un poco en respuesta, pero dejó de hacerlo. Doy una ligera mirada al mar, me sigue asustando, si soy sincero, todos los desastres de mi vida ocurrieron ahí. Estoy muerto de miedo.

—¿Pasa algo? —rompe el hielo.

—Tengo una idea de adonde iremos —volteo a verla—, me asusta un poco.

—¿Tú? ¿Asustado? —se cruza de brazos—, solo no lo pienses demasiado, si lo haces, vas a echar a perder esta oportunidad.

—Lo sé —suspiro.

Sé bien lo que quiso decir. Le doy una última sonrisa antes de despedirnos. Ella se va y, en cuanto la pierdo de vista, Neuvillette aparece. Soy un mar de emociones. Mejor dicho, un revoltijo. ¿Un mar picado? ¿Por qué todo lo que pienso tiene que ver con el mar? ¿Estoy loco? Nah, solo sobrepensando, como siempre.

—Wriothesley.

No saben lo mucho que mi corazón ama que él me llame por mi nombre. Late al mil por hora, hace que mi cuerpo reaccione antes que mi mente se dé cuenta.

—Hola —digo.

—¿Vamos?

Asiento lentamente. Camina a mi lado y empiezo a seguirlo. Se dirige a un pequeño barco, no hay mucha tripulación y parece que lo conocen muy bien. Sin dudarlo mucho, tomó su brazo, haciendo que me miré, antes de poner un pie sobre la embarcación.

—Puedo saber, ¿a dónde vamos? —digo, seguramente delate mi miedo con lo quebrada que sonó mi voz.

—Es sorpresa —sonríe.

Se acerca unos pasos, me quita mi mochila y toma mi mano, subiéndome con cuidado, no me jala, tan sólo me guía como si yo fuera un niño pequeño, como si recién aprendiera a dar mis primeros pasos, su mano tan sólo es el apoyo que necesito para subir, para seguir caminando y enfrentar este miedo que sigue dentro de mí. Sin soltarme, me guía a unos asientos junto al borde. Le damos la espalda. El resto de los tripulantes terminan de arreglar todo lo necesario y zarpan en cuestión de minutos. Me acerco un poco más hacia él, dejó que mi cabeza caiga en su hombro y cierro los ojos. Nuestras manos están juntas, el aire nos trae el olor a sal, en el ambiente se escuchan las gaviotas junto al ligero choque de las olas al barco y el sol es cálido, no parece quemar mi piel.

—¿Quieres escuchar una historia? —le pregunto.

—Las extrañaba demasiado —me responde—, cuéntame una.

Sonrió de forma inconsciente, me alegra saber que le gustan tanto.

—Te contaré la historia de la flor de loto —la recordé repentinamente—, es la historia de una joven niña que solía jugar cerca de los lagos, ahí nacían los lotos.

Neuvillette me mira lleno de curiosidad.

—Solía visitarlos y cantar junto a su armoniosa voz —continuo—, los lotos estaban contentos y cuando ella los miraba, algunos se pintaban de rosado, y los más tímidos se tiñaban en un rojo intenso. Se dice que existió una gran tormenta, que revolvió los lagos, lastimando a los lotos, la joven niña corría entre los vientos, se acercaba a los lagos para ver qué todos estuvieran presentes y los curaba pasando al siguiente. Sin embargo, en el último lago, faltaba aquel loto más joven, aquel que ligeros sonrojos le mostraba. Corría y le buscaba a los alrededores, pero señal no encontraba.

Pasaron algunas horas, seguía sin saber a dónde íbamos, pero al notar el movimiento que había en el barco, sabía que estábamos llegando. Trago en seco, sigo nervioso, no sé qué hacer, estoy...

—Tranquilo —interrumpe mis pensamientos.

—E-estoy tranquilo —siento que mi corazón saldrá en cualquier momento, late con tanta fuerza que me duele, me duele tanto el pecho.

—Wriothesley —con sus manos toma mi cara, me hace verlo a los ojos—, necesito que te calmes, todo irá bien.

—¿Estoy listo para volver?

—Siempre lo has estado —sonríe. Una de sus manos la lleva a mi pecho—, solo ten calma, no lo pienses mucho.

Siento que algo calma mi corazón. Siento una cálida brisa que me llena de consuelo, tal como ese día.

—Sonríe.

Intento hacerlo, pero aún no puedo. El barco toma su lugar en el puerto, al darle una pequeña mirada, puedo reconocerlo, aquí es donde solía despedir a mis padres cuando iban de viaje.

Neuvillette me ayuda a levantarme, tome mi mochila para colgarla sobre mi hombro. Me guía con sumo cuidado hasta que vuelvo a estar sobre este puerto. La madera parece seguir intacta, pero hay algunas que están desgastadas por tantos años bajo el mar. Alzó la mirada y los recuerdos llegan a mi como una bomba.

Aquel camino sigue en forma, guiando la mirada hasta la primera casa de mi pueblo. Esa casa pertenecía al líder de nuestra ciudad, era un joven adulto, un hombre amable y lleno de energía. Siempre quise ser como él.

—En esa casa vivía nuestro líder —empiezo a hablar mientras volteo a verlo—, ¿quieres oir un poco?

Él no duda en aceptar. No puedo decir que me sienta más tranquilo, tan sólo, me siento capaz de seguir avanzando para contarle sobre mi antigua vida.

El llanto del Dragón ﻌ [Fanfic] ☑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora