Capítulo 20 - Final

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Se dice que existió una joven princesa que estaba enamorada de un campesino, su amor era imposible, pero las negaciones de su padre le llevaron a que su atracción hacia ese joven fuera aún mayor, se dice, que un día escapo del castillo y recorrió largos campos de flores blancas, sin embargo, pasar por el camino rompían las telas de sus preciados vestidos, y así fue hasta que llegaron a su piel, haciendo que muchas flores terminarán teñidas de un intenso color rojo. Cuando la joven no pudo más, cayó de rodillas, sintiendo que sería imposible andar por esos caminos. Fue cuando sus esperanzas se esfumaron de que apareció una niña que usaba un vestido blanco y tenía una canasta en mano, la princesa la miro como intensidad, cuestionando el porque la niña no tenía herida alguna y su vestido estaba intacto. La niña se le acercó, junto a unas tijeras empezó a cortar las flores que lastimaban a la princesa y le permitió ser libre.

—¿Por qué no estas herida?

La niña no respondió, tan sólo le señalo tras ella, mostrando el campo que había cruzado, lleno de flores, muchas, ya pintadas de rojo, y al volver a ella, le mostraba que recién empezaba un camino, parecía que la niña no podía hablar. Al mirarla bien, la princesa noto que ambas tenían un parecido, pero, a diferencia de ella, la niña parecía pura, sin codicia alguna. Fue entonces que le pidió a la niña que cambiarán sus ropas, la joven no tardó en aceptar. La niña llevo a la princesa hasta su cabaña, ahí intercambiaron sus ropas e incluso la niña recibió una hermosa tiara de perlas. La princesa no dudó en buscar al campesino, contándole sobre la niña.

Se dice que la princesa fue entregada a su hogar, luego de su escape, por una joven pareja de campesinos. La princesa parecía no recordar nada, negaba constantemente no ser ella y, lo más importante, no podía hablar, tan sólo, movia sus manos y cabeza para poder expresarse.

  
—La historia de las rosas blancas y rojas —cuenta Wriothesley.

—Ya no me gustan las rosas rojas.

Él empieza a reír mientras mira sus llaves, las cuales tienen el llavero de su madre. Estamos en mi oficina, han pasado tres semanas desde que estuvimos en su pueblo que, por cierto, era un proyecto de reconstrucción, fue difícil para mí que se hiciera eso, tenía que empezar desde cero, pero Wriothesley no tuvo problema alguno.

—Dijiste lo mismo que Wilfried cuando escucho la historia.

—Pues tiene toda la razón.

—Oye —lo miro, esta sonriendo con más fuerza que antes, sus ojos podrían estar cerrados y no lo noto por la distancia—, ¿no crees que fue lo mejor? Lo sé, quizás no debieron hacer eso, pero la niña tuvo una oportunidad de vivir mejor a pesar de su discapacidad y la princesa estaba con el amor que tanto deseo.

—Pero hubo abuso de su inocencia.

—Olvide que eres Juez y te tomas las historias muy en serio.

—Es parte de mi trabajo.

Wriothesley se me acerca.

—Bueno, me tengo que ir, el deber me llama.

—Nos vemos la siguiente semana.

—Quizás antes, me daré una vuelta para los preparativos.

Se me acerca aún más y deja un corto beso sobre mis labios, me sonríe y antes que se aleje, vuelvo a acercar su cuerpo jalando de su brazo, uniendo nuestros labios en un beso más duradero. Uno donde no sólo puedo sentir sus suaves y delicados labios, también puedo explorar sus sabores.

Nos alejamos al poco tiempo y ríe mientras se despide de mi, últimamente puedo verlo más relajado.

  
  
Nuevamente vamos de camino a Possion, tenemos varias canastas de flores, Wriothesley aun conserva la que le hizo Hortense. Me plática un poco sobre sus días de trabajo y yo intento evitar que quiera mirar la bolsa de su regalo, no pienso dejar que me arruine el plan. Llegamos al mismo lugar para dejar las flores.

El llanto del Dragón ﻌ [Fanfic] ☑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora