Capítulo 14

36 5 10
                                    

Pude haber vivido mejor. Hasta ahora, no lo había hecho bien, pienso cambiar.

Antes, pude haber disfrutado más tiempo junto a mis padres mientras me enseñaban sobre las flores. Pude haber jugado con mi hermano o hubiera gritado mientras llovía. Pude haber disfrutado de los días en fiesta con mi pueblo, haber jugado más veces con otros niños. Pude haber hecho justicia de otra forma. Pude haber abierto mi florería frente a la cafetería de Hortense, pude haber conocido a Neuvillette de otra forma, pude haber ido con ella.

Yo pude hacer tanto y no hice nada.

Ahora las cicatrices son la viva imagen de mis errores. El broche en mi mano es la viva imagen de la melusina que no pude salvar, de aquella amiga que no pude salvar.

Otro hogar que también perdí.

Estoy frente a su lápida. Ha pasado un mes desde que esta aquí. En un mes no hice nada más que lo mismo de siempre, sin importar lo enfermo que me sintiera, trabaje sin descanso, afortunadamente Sigewinne no me regañaba, pero siempre se veía desanimada cuando llegaba para aliviar algún dolor de cabeza o demás. Creo que he sido malo con ella, pero ahora, creo, soy capaz de no pensar mucho en distraerme.

—Señor conde —me dice una voz conocida.

Volteo a verla y le sonrió, hace un mes que no la veo.

—Señorita Navia —me acercó un poco.

—No sabía que vendría hoy.

—Tampoco esperaba venir —le digo—, ¿cómo ha estado?

—He estado bien, gracias por preguntar.

Ella mira el cielo, yo imitó la acción, hoy está nublado, parece que puede llover. Debo ir a verlo.

—Este mes ha estado así —me dice, bajo la mirada para verla. Sigue mirando el cielo—, creo que tendré que salir siempre acompañada de mi paraguas.

—Por favor, cuídese mucho —me mira—, y gracias por permitir que Hortense este aquí.

—No se preocupe —me sonríe—, Hortense alguna vez visitó Poisson, solía ir a contar cuentos a los niños, yo alguna vez la escuche. Además, es también para agradecer todo lo mágico que le dieron a mi niñez.

—¿Veía los caminos de flores que suelo hacer?

—Si —asiente un par de veces—, era muy pequeña y salía a caminar por las tardes, algunas veces me quedaba hasta que caía la noche, especialmente cuando, una vez al año, había un hermoso camino de flores que flotaban hasta caer a la cascada, alguna vez le ví poner una última flor, desconozco la mayoría, pero todas eran tan hermosas.

—Me alegra que le gustara.

—Dejemos el lenguaje formal —ríe un poco—, soy menor que usted.

Le doy una sonrisa.

  
  
Ha pasado un mes. Wriothesley no me ha visitado, pero respondió a las dos cartas que le había enviado. He intentado pensar en lo que siento, pero el trabajo me sigue quitando tiempo, especialmente, en el caso de Hortense.

Las pruebas siguen siendo pocas para culpar a todos, el público quiere que todos reciban la misma sentencia, pero no puede ser así, algunos son cómplices y otros los culpables, todo el tema se está complicando.

—Neuvillette —me llaman.

Volteo notando a la señorita Furina, mirándome con curiosidad.

—Tienes mucho en mente, ¿verdad?

—Solo lo de siempre —le digo y regreso a mí asiento.

—¿Hay alguien? —le doy una corta mirada y regreso a mis documentos—, ¿si hay? —la escucho sorprendida—, ¿quién es? Oh, su Señoría, el juez Supremo, Neuvillette, esta enamorado.

El llanto del Dragón ﻌ [Fanfic] ☑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora