Mark tragó saliva antes de entrar al dormitorio, sabía que estaba en problemas. Ah, eso le pasaba por quedarse tomando con sus amigos. Se supone que todos debían estar en el dormitorio a las 11 a menos que su trabajo se los impidiera, eran pasadas las dos de la mañana, y definitivamente no estaba trabajando.
La idea de recibir un castigo seguía incomodándolo, él era el mayor y que alguien menor lo disciplinara era simplemente absurdo, se supone que él era más maduro que los demás. Sin embargo accedió cuando Jaebeom le preguntó si debía encargarse en caso de ser necesario, confiaba en qué no se metería en problemas y no sería necesario.
Pero ahí estaba, encontrándose a Jaebeom de brazos cruzados tan pronto como entró al dormitorio. Lo peor es que no era la primera vez que sucedía, y diablos, la primera vez fue horrible, no se imaginaba como sería ahora.
— Llegas tarde. — Jaebeom le dijo con una mirada severa.
— Ehm ¿Lo siento? — Bien, no fue lo mejor que pudo haber dicho.
— ¿Lo siento? — Preguntó alzando una ceja. — No siquiera es una disculpa de verdad.
Tragó saliva por la seriedad del menor. Lo siguió en silencio cuando se lo ordenó con un movimiento de cabeza. Sentía cómo su estómago se apretaba con cada paso que daba, el castigo siendo inminente.
— Ve a la esquina. — Jaebeom le ordenó una vez llegaron a la sala.
— ¿A la esquina? — Sintió como se le sonrojaron las mejillas. — No soy un niño.
— No lo eres, pero vas a ir a la esquina de todos modos. Tengo que ir a buscar algo y me gustaría que pensaras en lo que hiciste mientras tanto, cuando vuelva quiero que me digas por qué te voy a castigar.
Mark sintió como se sonrojaba aún más. Caminó hasta la esquina mordiéndose la lengua para no seguir peleando, sabía que no le convenía. Una vez ahí pudo escuchar los pasos de Jaebeom alejándose, soltó un suspiro y trató de ordenar los pensamientos para decidir qué le iba a decir luego, era humillante decirlo en voz alta, pero Jaebeom hacía lo mismo cada vez que castigaba a alguien.
Después de lo que pareció una eternidad pero en realidad fueron solo cinco minutos, Jaebeom volvió. Se aclaró la garganta y le dijo que se volteara.
— Entonces ¿Qué es lo que hiciste mal?
— N-no respeté el toque de queda, no te dije donde estaría, rompí una promesa que te hice, ignoré tus mensajes cuando me escribiste.
Jaebeom lo miró fijamente, sin cambiar por un instante su expresión severa.
— Eso es correcto ¿Dónde estuviste?
— Eh ¿Con unos amigos? — Dijo nervioso.
— ¿Por qué lo dices como pregunta? — Su mirada se volvió más severa y penetrante, causándole un escalofrío.
Tragó saliva y se preparó para responder. — Puede que uno de mis amigos haya hecho una fiesta en su casa.
— ¿Una fiesta? — Su voz sonó tan grave que se le formó un nudo en la garganta ¿Por qué Jaebeom tenía que dar tanto miedo? — ¿Bebiste?
— S-solo un par de cervezas. — Dijo sintiendo que estaba confesando el peor pecado de su vida. Odiaba que Jaebeom tuviera ese efecto en él.
— Entiendo un poco el por qué pudiste llegar a hacer esto, hyung. — Dijo dejando su semblante serio un momento. — Sé que a veces hay momentos en los que solo queremos escapar de las responsabilidades y divertirnos un rato, lo entiendo, pero a pesar de eso, lo que hiciste estuvo mal. Tenemos un toque de queda nos guste o no, y tenemos que cuidar nuestra imagen pública, sin mencionar que tomar cuando tenemos trabajo al día siguiente no es algo que consideraría una buena decisión sin importar las circunstancias.
— Lo entiendo. — Dijo con la cabeza gacha.
— Entonces quítate los pantalones y acuéstate sobre mi regazo. — Volvió a su actitud severa, sentándose en el sofá de la sala.
Sintió aún más vergüenza de la que ya sentía, Jaebeom en serio lo estaba tratando como a un niño. Pero lo obedeció sin protestar, con miedo de que si se quejaba le hiciera quitarse la ropa interior también.
Jaebeom comenzó después de decirle que lo haría, y sus golpes dolieron incluso más de lo que recordaba, solo se necesitaron cinco nalgadas para hacerlo soltar las primeras lágrimas. Por si no fuera ya lo suficientemente humillante, no tenía nada de resistencia, incluso los maknaes aguantaban más que él antes de empezar a llorar.
Jaebeom se aseguró de que cada golpe representara un mar de dolor y que ni siquiera pudiera terminar de sufrirlo antes de que llegara el siguiente. Se suponía que debía estar pensando en lo que hizo mal y arrepentirse, pero no podía hacer otra cosa que desear que se termine y esconderse en una burbuja por siempre. No solo era malo para resistir el dolor, también era pésimo disimulando así que no dudaba que todos los miembros se enterarían de lo que pasó en la mañana siguiente, y aceptar que había sido castigado era casi tan horrible y vergonzoso como el castigo mismo.
El dolor fácilmente se volvió insoportable y lo hizo romper en sollozos y súplicas. Jaebeom se detuvo un momento, pero en lugar de sentirse aliviado tuvo un mal presentimiento. Jaebeom le quitó la ropa interior y él no encontró cómo contener el grito de vergüenza.
— Voy a terminar con el cepillo. — Jaebeom le informó.
Mierda. Así que eso es lo que fue a buscar.
SMACK
— OWW. — Gritó por el sorprendentemente fuerte golpe.
— No maldices durante un castigo, hyung. — Jaebeom lo regañó con firmeza, se regañó a sí mismo por haberlo dicho en voz alta. — Lo dejaré pasar sin mayor problema hoy, pero será mejor que nunca vuelva a suceder.
— N-no lo haré de nuevo.
— Eso espero.
Jaebeom retomó el castigo después de eso, y vaya que el cepillo dolía. Sus sollozos se hicieron más profundos y sus súplicas se volvieron incomprensibles, Jaebeom lo regañó todo el tiempo y aunque trató de ponerle atención estaba seguro de que se había perdido más de la mitad de la información.
Terminó cuando pensó que no podría soportarlo más, y cuando daba por hecho que despertó a todos los miembros con sus gritos y de pronto hasta a los vecinos. Jaebeom frotó su espalda y le susurró palabras de consuelo hasta que sus sollozos disminuyeron. Le volvió a acomodar la ropa y lo ayudó a ponerse de pie. Le ofreció un abrazo, pero Mark lo miró dudoso.
— No soy un niño. — Se quejó en medio de hipidos.
— No lo eres, pero no solo los niños reciben abrazos. No te voy a obligar si no quieres, pero ¿Estás seguro?
Lo miró indeciso un poco más, pero terminó cediendo y lo abrazó. Se suavizó ante el contacto, Jaebeom daba buenos abrazos y realmente se sentía seguro en sus brazos. Seguía siendo vergonzoso, pero por el momento estaba bien.
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Spanktember 2024
FanficEsta es la primera vez que voy a participar en el Spanktember. Estoy usando la lista de spanktember.com, de igual modo probablemente me termine desviando. Por ahora esto lo hago más para retarme a mi misma escribiendo todos los días que para cualqui...