angel⠀✶⠀lyle menendez

𝗢𝟮.⠀𝗽𝗲𝗾𝘂𝗲𝗻̃𝗼𝘀 𝗿𝗼𝗰𝗲𝘀.

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No era raro que José Menéndez insistiera en invitar a los actores a su hogar, especialmente a aquellos en quienes veía un futuro prometedor en la industria del cine. Sin embargo, las visitas de Blair, que cada vez se volvían mas frecuentes, eran diferentes; al menos para Lyle.

Cada vez que ella cruzaba la puerta, la tensión en el aire crecía. Era extraño, porque sus encuentros se limitaban a miradas furtivas y pequeños roces accidentales en los pasillos de la mansión, como cuando ambos se dirigían a la sala de estar o coincidían en la cocina.

Un roce de manos mientras intercambiaban un vaso de agua, el contacto de sus piernas bajo la mesa durante las comidas familiares que lograban excitar a Lyle, ocasionando que luego se masturbara en el baño antes de tomar el postre. Y Blair no era ingenua, ella notaba lo que ocurría, pero ninguno lo mencionaba.

Una tarde, después de una larga reunión en el estudio privado del señor Menéndez, la castaña decidió dar una vuelta por la casa, buscando algo de aire después de estar tanto tiempo respirando el mismo aire que aquella desagradable persona.

Al caminar por los pasillos amplios y decorados con arte caro, subió las escaleras, tratando de recordar cual de las tantas puertas en la casa pertenecía al baño. Caminó con cautela, y al pasar por la puerta que reconoció como la habitación de Lyle, notó que estaba entreabierta. Una luz tenue escapaba del interior y aunque sabía que no debía mirar, la curiosidad pudo más que ella.

Primero escuchó un un sonido suave, que era casi imperceptible. Se detuvo un momento, pensando que tal vez lo había imaginado todo. Pero entonces, lo escuchó de nuevo; un pequeño gemido que escapó de la boca de Lyle. La respiración de Blair se aceleró, sintiendo una punzada en el pecho. Se asomó por la puerta, apenas lo suficiente para ver la escena dentro.

Lyle estaba sentado en el borde de su cama, inclinado ligeramente hacia adelante, sus ojos cerrados y su pecho desnudo subiendo y bajando con rapidez. Una mano descansaba sobre su muslo, mientras la otra se movía lentamente por debajo de su pantalón. Su rostro estaba tenso, entre el placer y la concentración, dejando escapar suaves jadeos con cada movimiento.

Blair no pudo apartar la vista, quería hacerlo, pero su cuerpo reaccionaba de forma involuntaria. El corazón le latía cada vez más rápido mientras lo observaba. Justo cuando finalmente pensaba en retirarse, Lyle abrió los ojos, con su mirada conectándose con la suya, como si una corriente invisible lo hubiera guiado. La castaña se quedó congelada, sin saber qué hacer o decir. Lyle la observó por un segundo, con sus ojos oscuros llenos de algo indefinible: sorpresa, vergüenza, pero también una chispa de lujuria.

No dijo nada, pero su respiración se volvió aún más pesada. Su mano continuó su movimiento, masturbando su miembro, como si la presencia de Blair no lo intimidara, sino que lo incitara a seguir. El aire a su alrededor se volvió sofocante, y sin apartar su vista de Blair, con unos últimos movimientos, manchó su mano con su líquido blanco y espeso.