𝟭𝗢.⠀𝗿𝗼𝗺𝗮𝗻𝘁𝗶𝗰𝗶𝘀𝗺𝗼.

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⠀Desde el momento en que la herencia de los Menéndez quedó en manos de Lyle y Erik, el dinero, ahora sin límites, parecía ser el único camino para olvidar los fantasmas del pasado, y ambos se sumergieron en una vorágine de compras lujosas y exceso...

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Desde el momento en que la herencia de los Menéndez quedó en manos de Lyle y Erik, el dinero, ahora sin límites, parecía ser el único camino para olvidar los fantasmas del pasado, y ambos se sumergieron en una vorágine de compras lujosas y excesos caros.

Lyle y Erik visitaban las tiendas más exclusivas de la ciudad, con pasarelas privadas de trajes hechos a medida, colecciones de relojes suizos y autos de lujo que cada día añadían uno nuevo a su garaje.

—¡Si carajo, si! —gritó Lyle con entusiasmo, viendo a Erik probándose su traje nuevo.

—Lo quiero en todos los colores. —sonrió el menor, carcajeando al ver a su hermano orgulloso.

Por fin se sentían libres, y la riqueza les otorgaba no solo un estilo de vida lujoso, sino una especie de control que antes no sentían; debido a los encarcelamientos de su padre, que ya no estaba.

Una tarde casi al anochecer, Lyle se encontraba en una de las boutiques más exclusivas de la ciudad. Las luces cálidas y suaves iluminaban las vitrinas llenas de trajes hechos a mano por los mejores sastres europeos. Se probaba un traje de corte italiano, hecho de la más fina lana, con el ajuste perfecto a su cuerpo.

Los espejos brillaban a su alrededor mientras se admiraba con satisfacción. Un vendedor se mantenía a su lado, halagándolo con comentarios sobre su buen gusto y cómo el traje acentuaba perfectamente su figura atlética.

Mientras ajustaba la solapa de su chaqueta nueva, Lyle sacó su teléfono del bolsillo y llamó a Blair.

—¿Hola? —la voz de Blair sonaba dulce y tranquila al otro lado de la línea.

—Hola, preciosa. Esta noche quiero llevarte a cenar. —dijo Lyle con un tono juguetón, mientras se miraba en el espejo, admirando cómo el traje nuevo le quedaba impecable.

Blair sonrió al otro lado de la línea, sin imaginarse la magnitud de la sorpresa. Para ella, una cena especial podía significar cualquier cosa. Quizá un lugar acogedor donde pasar un rato juntos. Nada fuera de lo común, o eso pensaba.

—¿Cenar? —preguntó con curiosidad. —No teníamos nada planeado.

—Quería sorprenderte. Nos vemos en unas horas, te quiero.

—También te quiero. —Tras la llamada, el castañp sonrió, satisfecho.

Casi una hora después, cuando el cielo ya se había oscurecido por completo, Blair se miraba en el espejo, ajustando los últimos detalles de su vestido. Había elegido un elegante vestido de color azul suave brillante, sencillo pero ajustado a su figura. Su cabello oscuro caía en ondas suaves, y su piel resplandecía bajo las luces tenues.

A las ocho en punto, escuchó un motor rugir fuera de la casa. Corrió hacia la ventana y sus ojos se abrieron de par en par. Lyle acababa de llegar en un auto convertible completamente nuevo, un Porshe deportivo de lujo que brillaba bajo las luces de la calle.

angel⠀✶⠀lyle menendezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora