𝟭𝟴.⠀𝘀𝗲𝘀𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝗹𝗲𝗴𝗮𝗹𝗲𝘀.

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El día de la primera sesión del jurado amaneció con una densa niebla que cubría la ciudad

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El día de la primera sesión del jurado amaneció con una densa niebla que cubría la ciudad. Blair se encontraba vestida con un traje de falda y chaqueta negra, ajustada perfectamente a su silueta. Llevaba una blusa de seda blanca debajo y unos tacones de cuero, altos pero elegantes.

Al llegar a la corte en una de las limusinas que Lyle dejó para ella, el caos de los paparazzis y los periodistas fue inmediato. Flashes de cámaras cegadores estallaban por todas partes, mientras reporteros gritaban preguntas.

—¡Blair! ¿Qué tienes que decir sobre Lyle?
—¿Cómo puedes defender a un criminal?
—¿Crees que serán declarados inocentes?

Las preguntas se apilaban unas sobre otras mientras ella intentaba esquivarlos.

—¡Por favor, solo una declaración rápida! —gritaban algunos, mientras otros intentaban acercarse a ella con grabadoras y micrófonos extendidos.

Avanzaba con la mirada fija hacia el edificio de la corte, su corazón latiendo con fuerza. Aunque quería gritarles, quería decirles que no entendían nada, que no conocían la verdad, se mantuvo en silencio, concentrada en lo único que importaba en ese momento. Por suerte, la seguridad fue rápida en escoltarla, manteniendo a los periodistas a raya.

Ya dentro, la agitación de afuera quedó amortiguada por las gruesas paredes del edificio. Al llegar al vestíbulo de la corte, Leslie apareció rápidamente entre la multitud, acercándose a ella con pasos firmes y decididos.

—Blair, llegas a tiempo. —dijo la abogada, sin preámbulos. —Tenemos unos minutos antes de que comience la sesión, conseguí que puedas ver a Lyle antes de que empiece.

Blair, sorprendida y agradecida, no pudo evitar lanzarse a los brazos de Leslie en un abrazo espontáneo.

—Gracias, de verdad, Leslie. No sé cómo agradecerte esto.

Leslie, algo incómoda pero sonriente, le dio unas palmaditas en la espalda antes de separarse.

Un guardia de seguridad la acompañó rápidamente hacia una sala trasera. Mientras caminaba por los pasillos del tribunal, el nerviosismo en su estómago no hacía más que crecer. Cuando finalmente llegaron a la puerta, el guardia la abrió y Blair entró.

Lyle y Erik estaban de pie, casi sin ropa, vistiéndose con sus trajes formales para el juicio. Lyle, con el torso desnudo, dejó escapar una maldición al ver que la puerta se abría sin previo aviso.

—¡Maldita sea, un poco de privacidad! —gruñó molesto, mientras se giraba.

Pero su expresión cambió por completo cuando vio a Blair de pie en el umbral de la puerta. Su rostro se iluminó instantáneamente, y sin importarle estar medio vestido, corrió hacia ella. La abrazó con tanta fuerza que la levantó del suelo, girándola en el aire mientras Blair reía.

—¡Dios, te he extrañado tanto! —murmuró Lyle, su voz cargada de alivio.

—Yo extrañaba tus abrazos. —respondió Blair, rodeando su cuello con los brazos, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el suyo.

angel⠀✶⠀lyle menendezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora